07: Síndrome de Couvade

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Algo definitivamente debía estar mal con él, se sentía cansado a pesar de que ya no despertaba por las noches, además que ahora era el quien tenía las náuseas matutinas.

–; Estoy bien mi amor, regresa a la cama -pidió por segunda vez a antes de volver a inclinarse contra el retrete, no estaba seguro de lo que le pasaba, no había comido nada en mal estado y no era de enfermarse del estómago.- 

–; Voy a llamar al médico, alguien te debe revisar 

–; Estoy bien... 

–; Dímelo, cuando no tengas la cabeza contra el excusado vamos levántate, hay que regresar a la cama.

–; Ve tú, en un momento voy tengo que lavarme los dientes

El rubio salió de mala manera del baño, no entendía el porqué su pareja no lo dejaba estar con él, se sentó en la cama y se cruzó de brazos, no le gustaba no poder cuidarlo, el otro nunca había hecho caso cuando él le había pedido que le dejara solo.

–; Vamos, mi amor, no te enfades -menciono el moreno al salir del baño a pesar de que había intentado reponerse, no se veía bien, camino hacia la cama y una esta vez se acomodó, puso su cabeza en las piernas contrarias.- 

–; Solo quiero cuidarte -sus manos fueron al cabello de su pareja y empezó a acariciar.- 

–; Estoy bien, seguro, algo que comí me cayó pesado 

–; Te ves fatal Ed, tienes que ir al médico

–; Sabes que odio esos lugares

–; Iré contigo, no tienes que pasar esto solo...

–; Olvídalo, no vas a hacer eso, debes cuidarte, tú y los niños deben de estar sanos y un hospital es todo menos un lugar sano 

–; Pero... 

–; Nada de peros, si quieres que vaya al médico, tú te quedarás aquí 

–; Pero Ed... 

–; Stede mi amor, entiende, no me sentiré mejor si te pongo en un riesgo innecesario, le diré a Izzy que me acompañe y tú podrías quedarte con Lucius 

El rubio se quedó callado, no quería dejar a su pareja desde que se habían juntado, se habían hecho compañía, Ed a pesar de tenerles un poco de miedo a los hospitales se había encargado de llegar a sus hijos y pareja, al doctor no había nada más divertido que ver a Ed sostener a sus hijos cuando a estos le iban a aplicar una vacuna, cuando el mismo quería salir corriendo de ahí.

–; ¿Por favor, amor, sí? -susurro el otro tenía el cabello revuelto y era evidente que no se sentía bien.- 

–; Está bien, pero debe acompañarte hasta adentro, eres capaz de no entrar 

–; ¡Oye!

–; Te conozco mi amor

–; Está bien... Ahora sigue acariciando mi cabello, por favor

El rubio hizo caso y siguió con lo suyo, no faltó mucho para que el hombre que estabas acurrucado contra sus piernas se volviera a dormir, lo cual lo sorprendió, él era quien solía dormir más, sin tomarle importa lo dejo dormir talvez era algún virus esperaba que no fuera contagioso.

Horas más tardes el moreno se levantó por unas voces en la parte de abajo, gruñó y se le apresuró a bajar ver qué pasaba, para mala suerte de su segundo al mando quien estaba acariciando el vientre del rubio, todo estaba bien no era la primera vez que al otro le tocaban el vientre, pero la forma en la que reaccionó el otro si fue completamente nueva se acercó lo suficiente para tomar al más bajo del cuello y separarlo de su pareja.

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