One-shot | ♡{ BakuDeku }♡

🥀° Cap 12 °🇷🇺

《🥀✈🇷🇺》

En un tranquilo barrio de Tokio, la tristeza se cernía sobre el apartamento que una vez fue un hogar lleno de risas y superhéroes. Izuku Midoriya, con los ojos nublados por el dolor, cerró la puerta de su antiguo mundo, dejando atrás los recuerdos de su amada madre, Inko.

Las cajas más preciadas, aquellas que contenían fragmentos de su vida con Inko, estaban cuidadosamente aseguradas en el maletero de su auto. Cada objeto era un tesoro, una historia, un suspiro del pasado que Izuku no estaba listo para dejar ir.

El departamento, ahora vacío, resonaba con el eco de los momentos compartidos. Izuku entregó la llave, un último adiós a su infancia y a la mujer que le había enseñado a soñar.

El aeropuerto de Narita lo recibió con su bullicio habitual, pero para Izuku, todo parecía distante, como si estuviera envuelto en una neblina. Allí estaba, el avión privado enviado por su abuelo Ikuro, esperándolo con la promesa de un nuevo comienzo.

Mientras el avión se elevaba por encima de las nubes, Izuku miraba por la ventana, observando cómo Tokio se convertía en un mosaico de luces. Se dirigía hacia Rusia, hacia la desconocida casa de su abuelo, llevando consigo el legado de Inko y la esperanza de encontrar paz en los brazos de su familia restante.

El viaje fue largo, pero Izuku encontró consuelo en los recuerdos que lo acompañaban. Al llegar, fue recibido por la imponente figura de Ikuro, un hombre de pocas palabras pero de gran corazón. La casa de su abuelo, situada en las afueras de Moscú, era una estructura antigua pero acogedora, rodeada de bosques nevados y silencio.

Izuku pasó los días siguientes desempacando, cada objeto un pedazo de Inko que ahora encontraba un nuevo lugar en este hogar lejano. Con cada foto que colgaba, cada plato que colocaba, Izuku tejía su pasado con su presente, creando un santuario para su madre en la tierra de sus ancestros.

El tiempo pasó, y aunque el dolor nunca desapareció por completo, Izuku aprendió a vivir con él. Encontró fuerza en las historias de su abuelo, en las vastas tierras rusas y en la promesa de que, aunque Inko ya no estaba, su amor seguía vivo en cada rincón de su nuevo hogar.

con el corazón pesado por la pérdida y el vacío dejado por su madre, tomó la decisión que cambiaría su vida para siempre. Sin un quirk que lo definiera, buscó un lugar donde pudiera marcar la diferencia, donde su valor y determinación hablaran por él. Así, con una resolución férrea, cruzó las puertas de la base militar más prestigiosa de Rusia.

Con el tiempo, Izuku se transformó. El muchacho que una vez fue despreciado por su falta de poderes ahora era conocido como el Dragón de Hierro, el militar más temido y respetado. Su cuerpo, forjado por el entrenamiento y la disciplina, se convirtió en el arma definitiva, y su mente, siempre aguda, en la estratega perfecta.

Mientras tanto, en Japón, Katsuki ascendía como una estrella en la U.A., ajeno a la tormenta que había sacudido la vida de Izuku. Se convirtió en un héroe, sí, pero su corazón albergaba preguntas sin respuesta, ecos de una amistad que nunca entendió completamente.

El destino, sin embargo, tiene formas misteriosas de entrelazar los caminos. Durante una misión crítica, donde las tensiones entre naciones amenazaban con estallar, Katsuki se encontró frente a frente con el legendario Dragón de Hierro. En ese instante, sus ojos se encontraron, y el tiempo pareció detenerse.

Izuku, con su presencia imponente y su mirada penetrante, reconoció al héroe que una vez fue su amigo y rival. Katsuki, por su parte, vio más allá del uniforme y las medallas, y encontró al muchacho que una vez quiso proteger.

En el silencio de la noche, bajo un cielo estrellado, las palabras fluyeron como un río desbordado. Izuku compartió su dolor, la pérdida de Inko, su viaje a Rusia, y su transformación. Katsuki, con cada revelación, sentía cómo el peso de la ignorancia se desvanecía, reemplazado por una admiración profunda y un afecto que había estado latente.

La misión concluyó con éxito, pero lo que realmente comenzó fue una historia de amor inmenso. Dos almas, separadas por el destino, reunidas en un campo de batalla, descubrieron que el amor puede florecer incluso en las circunstancias más improbables. Y así, el  Dragón de Hierro y el héroe, juntos, enfrentarían lo que el futuro les deparara.

FIN.