Zona Cero

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Santiago Xavier no tenía motivos para estar en el bar de mala muerte. El lugar donde los universitarios se reúnen para escapar del estrés que implicaban los exámenes finales. Sintió los músculos del cuerpo agarrotado, y el cabello sudado despues de salir del salón de clases. Nadie se había quedado y todos sus estudiantes lo miraron con expectativa.
Si lo reconocían en ese lugar le daba igual. El ardor de la traición seguía presente en su memoria, tan fresco el momento en que vio a su alfa besando al joven médico Omega.
Sintió miedo y desesperación. Veinte años de matrimonio y cuatro hijos no significaron nada para ella. Las metas que cumplieron juntos, el aumento de sueldo.
El estruendo de la música fue cortado por una risa escandalosa. A través de la broma de la incertidumbre, adivino a quien le pertenecía ese sonido en particular.
Se giró lo suficiente para observar a un muchacho de pie , con la bata y uniforme de medicina. Cabello oscuro, ondulado como olas de mar y ojos medio rasgados y aún así redondos que brillaban con picardía en medio de una conversación nada formal.
Conocía bien el nombre de ese chico. El alfa que causaba problemas por ser demasiado atrevido y responder a las peleas de estudiantes de semestres superiores.
Dulce para las personas de su agrado y mortalmente serio para los que le hicieron daño alguna vez.
El nombre de ese alfa se quedó grabado en su memoria: Axel Briones.
Leyó su expediente en la entrevista. Calificaciones mediocres, muchas faltas en el colegio y cosas similares. Nadie esperaba que alguien como él deseara entrar a la facultad de medicina. De eso ya dos años atrás.
Santiago se sintió cohibido de repente. Sofocado por esta en un lugar que no estaba acostumbrado, siguiendo consejos de su mejor amigo.

-¿Es muy difícil estar aquí?

Trató de enderezar la espalda. Una rara mujer le dirigió la palabra, al menos ella estaba en mejores condiciones que él.

-Creo que mejor estoy en casa.

Se encogió en su asiento, con un estremecimiento. No podía regresar por el momento, su hogar olía mucho a ella. La infiel.

-No te apresures. ¿Trabajas cerca?

Él miró a los ojos azules de la mujer alfa.

-Podria decirse- murmuró avergonzado.

No tenía la edad para estar en un lugar lleno de adolescentes. No estaba en su mejor estado físico y
Una tipa como ella no debía hablarle a un tipo como él.

-Estuve cerca de este lugar por asuntos de trabajo- ella sonrió con perfección-. No planeaba venir.

-Yo no soy el tipo de persona que viene aquí.

Ella le dió una mirada apreciativa.

-Lo puedo notar.

Una sensación extraña lo paralizó. Ella era muy bonita, en un sentido fuera de lo tradicional. No era normal ver personas con ojos tan intensos o personalidad arrolladora. Santiago sintió que su destino estaba sellado, sin que él quisiera, con esa extraña desconocida.
Una oleada de pánico lo invadió. No era divertido, ni sé sentía halagado por la atención no deseada, su primer pensamiento fue salir de ese lugar y esconderse en un lugar cómodo y seguro.
Aunque fuera su dormitorio.
Se levantó del asiento, con la intención de irse. La mujer lo miro con burla, casi esperando esa reacción, una mueca llena de crueldad transfiguro sus rasgos, como a punto de decir una mala broma.
El ambiente tenso fue disuelto por la aparición de Axel, quien saludó muy osado a Santiago Xavier.

-Buenas noches, señor decano . !Ya le decía yo a Miguel que usted era quien estaba sentado solo¡

Sonrió tan brillante metiéndose en la conversación. La extraña le dió una mirada aburrida. Como si el estudiante de medicina fuera patético.
Por el contrario, Axel se maravilló al ver a la mujer, reconociendo a esa persona de algún lado.

-OHHH DIOS MIO. ¡¡¡Señor decano, ella es!!!

El grito fue detenido por la mano de la mujer.

-Soy alguien que ya se va.- observó a Santiago con algo de burla y a Axel con cansancio-. No es necesario llamar la atención.

Ese momento se suponía que ella se iba para no volver más. Si Axel no hubiera hecho preguntas, si Anika no se hubiera interesado más y si Santiago no hubiera aceptado la locura que ella propuso esa noche en el bar.
La zona Cero hubiera no hubiera sido el principio sino el final.


Caída en desgracia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora