Tiempo

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El tiempo avanza pero ella estaba estancada en el pasado. Veinte años habían pasado, el tiempo que siempre mantenía presente y le gustaba echarle en cara a las personas que no adjudicaban su proeza a su realidad actual.
Veinte años y le tenia miedo a una llamada a su madre. Había terminado la comida, molestado a Juani y conversar con el hermano del estudiante. Allí estaba encerrada en el baño, gracias a Dios limpio, con las manos temblorosas. Todo, esperando a que su madre respondiera la llamada.

-Delia, es muy temprano. Incluso para ti.

Odiaba su nombre y como ella lo decía. Observó las estanterías llenas de productos de belleza y empezó por leer los componentes de un champú con fragancia a fresa.

-Mamá, estoy emparejada.

Hubo un silencio tenso.

-Con alguna vagabunda- la palabra sonó fea en la boca de su madre-. Dado tu historial.

-No, mamá.

Oh, les gustaba también el champú con olor a chocolate.

-¿ Alguna estúpida de la farándula?. Planeas poner el apellido por el suelo.

Anika sabía que existían niños que pedían a sus padres camisas con su apellido. Inaudito en sus primeros años juveniles, lo que no gustó a su madre.

-Supongo que conocerás el nombre tanto como yo era desconocido para él.

-¿Él?-la voz de su madre tembló-. ¿Uno de esos bailarines?

-No, mamá. Hablo de Santiago Espinola.

Bien, supuso que con eso las dudas de su madre estarían disipadas. Hubo una fuerte exclamación y nuevamente la voz sonó frenética incluso para una persona tan controlada como su madre.

-Delia, cambia a video llamada ahora mismo.

Anika hizo una mueca.

-No puedo.

-¿Estás en un motel?- aquella acusasion la hizo sentirse avergonzada-. Nada me sorprende viniendo de ti.

-Estoy en la casa de mi otro alfa-le soltó.

-Delia. TE ORDENO AHORA MISMO QUE CAMBIES A VIDEO LLAMADA.

Y lo hizo. Su madre parecía histérica del otro lado del teléfono. Ya no estaba en pijama, quizás se fue a esconder a un lugar más privado para que la servidumbre no escuchará los gritos. Ahí estaba el mismo cabello oscuro, recogido en un peinado impoluto, y el rostro retorcido en enojo.

-¿Te obligaron?

Anika se había fijado más en como se veía en video llamada que se tardó un rato en responder.

-¿Obligarme? no tengo 15 años, mamá- se burló, luego al ver la cara en blanco de su madre retomó la seriedad-. No, yo estuve de acuerdo en todo momento.

-¿ De verdad? ¿Unida a otro alfa?

Su madre tenía razones de sobra para sospechar. Anika era el estereotipo de "seguir la corriente" en casos así.

-Si, el chico es bastante... Bastante.

Y no supo que decir, sin quedar mal a los ojos de su madre. Si hubiera sido otra persona, cualquier tipo podría hablar de lo bueno, lo malo y vergonzoso. Pero, el chico en su momento, iría a la mesa de su madre a compartir una de sus famosas comidas.

-Es bastante en un buen sentido o en un mal sentido.

A pesar de la edad y todos los problemas que supuestamente le causó a ella, seguía preocupándose.

Caída en desgracia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora