Klaus entró a la habitación y vió el ataúd. Es el ataúd donde durmió su bella durmiente. Quería despedirse mientras nadie miraba y, tomando su mano, cerró los ojos.
-¿Klaus?
- Elena, yo...
- Shh... Viniste a despedirte, pero yo no quiero. No estoy lista para decir adiós.
- Créeme, yo tampoco quiero esto, pero esta es la única manera en que puedo hablar contigo.
Se acerca a ella y la toma por los hombros. No quiere que ella lo deje, no quiere que su rayo de ternura y bondad se apague..
- ¿Cómo está Hope? ¿Hayley? ¿Elijah? ¿Beca?
- ¿Te estás muriendo ahora mismo y estás preguntando por mi familia? No dejas de sorprenderme, amor.
- Ellos también se convirtieron en mi familia.
-Lo sé... Acabo de descubrir que estás conectado con Bonnie, ella morirá y tú resucitarás. Entonces ya sabes lo que haré. Mataré a esa maldita bruja Bennett.
-No Klaus, ella es mi mejor amiga y no la tocarás.
- Elena, no me conoces, mataré a cualquiera que toque siquiera un pelo de tu cabeza.
-¿Aún así? Klaus, intentaste matarme tú mismo, ¿y qué?
- Es exactamente por eso que me odio a mí mismo.
- Entonces tú...
- ¿Enamorado de ti? No... Sólo estoy preocupada.
-Sí, por supuesto.
-Entonces cuando nos despidamos, aunque no, no nos despediremos, porque pronto te despertarás, tal vez en unos cinco minutos.
-Klaus, no lo hagas. ¿Estás tan impaciente que no puedes esperar 60 años?
-¡¡No Elena!!
Klaus se alejó de ella y sus ojos comenzaron a brillar, y Gilbert solo sonrió, pero una lágrima rodó por su mejilla. Él no podía mirar sus lágrimas, acercándose lentamente a ella, le tocó la mano, la cual ella levantó para tocar la suya. Era como si se sintieran el uno al otro.
-Adiós, Elena Gilbert.
El híbrido habló y se giró para irse, y se fue. Él se fue al vacío, ella solo dijo:
-Te amo. Él se fué sin saberlo.