La carta dirigida al viento.

296 29 4
                                    

"Mi rostro ya no expresa lo que siento en el interior de mi mente.

No puede.

 He aprendido a vivir tragándome mis propias emociones, solo para complacerte a ti... y ni siquiera me amas como para notarlo, no tomas en cuenta nada de lo que yo hago por ti.

Estoy dispuesto a morir si eso te hace feliz. Si matarme o verme morir te hace feliz yo... estaré bien solo con saber eso.

Es tan solo que, odio en lo que me he convertido. Odio cada centímetro de mí, porque solo soy una imitación tuya, porque jamás lograré tener esa perfección que tú posees y porque no me importa si duele, quiero seguir creyendo en tus mentiras.

En el fondo de mi corazón puedo sentir que todavía corre una gota de sentimiento, se siente más bien como desesperanza que nada. Puedo verme a mí mismo, llorando en el espejo. Desesperado por poder entender si algún día podrías verme con ese hermoso brillo en tus ojos... ese brillo que le dedicabas a Aoba cuando estaba vivo.

No lo maté porque tuviera celos, necesitaba probarte que por ti, estaría dispuesto a cualquier cosa... asesiné a alguien para obtener respuestas. Y solo obtuve un fugaz momento de verte sonreírme. Y no sonreíste porque me correspondieras, sino porque ahora sabías que no solo servía como un estorbo en tu vida.

Tenía potencial para que te divirtieras conmigo; al final solo eres la misma serpiente jugando con su comida antes de devorarla.

Quiero que sepas, que me he rendido. No me negaré a nada de lo que me pidas ahora, porque ya me cansé de intentar...

No sé si lo notaste, pero últimamente no me veo igual...

Eres muy especial para mí...

Y desearía ser especial para que me correspondieras...

Pero soy un bicho raro.

Un cretino, yo no soy como tú.

Y como me he cansado de luchar, haré lo que tú quieres.

Lo que esperabas de mí, pero nunca estuve dispuesto a cumplir.

Quiero que me mires como mirabas a Aoba cada mañana. Sin importar que tan horrendamente demacrado se veía él, tú siempre le sonreías y lo mirabas con alegría.

¿Es eso lo que quieres?

Si es eso, yo puedo ser como lo era Aoba.

Quiero que me abraces igual que a Aoba cuando se quedaba dormido en tus brazos. A él nunca le negaste nada... y nada de lo que hacías pasaba desapercibido por mí. Era una tortura para mí mismo observarte llenarlo de mimos y besos.

¿"Paranoico" u "obsesionado"?

No creo que yo esté exagerando cuando te digo "te amo".

Quiero que me resguardes y protejas como a él.

¿Crees saber lo que yo en verdad quiero?

No lo dudo.

Tú me conoces mejor que nadie, solo que no te interesa lo suficiente como para demostrarlo.

¿Qué es lo que quiero?

Que me aceptes como soy.

¿Cuál es el problema conmigo?

¿Qué está mal en mí?

...

Solo quiero que me repares.

Que arregles lo que está mal conmigo.

No quiero seguir sufriendo.

No quiero enfrentar la verdad.

No quiero elegir...

No quiero más dolor...

Por favor, no más.

Terminé en el hospital, más de una vez, solo por querer llamar tu atención.

Pero no te interesó.

Tampoco estoy diciendo que considere "sano" tener esta clase de devoción incondicional por ti... pero, sin ti estaría perdido. Me volví casi una "extensión" tuya por así decirlo.

Y creí que por ello quizás llegarías a comprenderme y a todo lo que aún puedo llegar a sentir. Cambié todo sobre mí, sobre lo que podía ser, ahora vivía por ti, para ti.

Y aún no era suficiente.

Estoy rindiéndome porque ya ni siquiera puedo distinguir quién soy...

Solo déjame hacer esto por ti.

Estoy sufriendo, pero no me preocupa más mi propio bienestar. Dejó de importarme hace mucho.

Me preocupas tú.

Por cómo tratas a la gente.

Por cómo trataste a Aoba.

Y ...

por cómo me trataste a mí.

Me preocupa que ahora solo me ames por lástima y conveniencia.

Me preocupa que solo ahora cuides de mí, cuando yo te necesité antes y no estuviste allí.

Que me trates igual que cuando éramos niños.

¿Eso crees que soy? ¿un niño? ¿que no entiendo cuando me mientes? ¿que soy muy estúpido para darme cuenta?

No es así...

No lo es."



El rubio solo se levantó de la mesa en la que se apoyaba para escribir, dando un suspiro vano. Y tomando fuerza destrozó aquel trozo de papel en pedazos. Una carta que jamás estuvo dirigida a nadie... sin firma, ni saludo, ni mucho menos despedida. Un peso se quitó de sus hombros al rasgarla.

Ahora era ¿libre?

Era libre de escoger. Y había escogido ser el prisionero de Virus.

Why him?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora