—Vamos levanta ese trasero maldita puta—decía el hombre que me penetraba.
Estaba siendo violada por un hombre, pero no podía quejarme ya que ese hombre había pagado por mis servicios, odiaba ser una maldita prostituta.
Había sido secuestrada a mis dieciséis años, salía con un chico que me decía que me amaba y el era muy insistente ala hora de la intimidad.
El quería acostarse conmigo pero yo no quería, ya que siempre había creído lo de ir Virgen hasta el matrimonio.
El día que estábamos en una cita, unos hombres me agarraron con fuerza y me metieron a una camioneta, el nisiquiera se inmutó.
Pude ver a lo lejos como esos hombres le daban dinero, jure vengarme de el cuando saliera de ese lugar y por cuatro años he estado aguantando las violaciones de hombres, como en este momento.
El hombre seguía metiendo tu miembro en mi interior, el era un cliente frecuente, ese hijo de puta le decian el gran jefe, el era líder de una mafia, una muy reconocida y peligrosa.
Pero su nombre real era Hugo Brown, lo había escuchado de uno de sus hombres de confianza,tambien sabía que tenía una hija, ese hijo de puta le gustaba violarme por detrás, me repugnaba lo aborrecía, dolía mucho, pero a el no le importaba, jamás le importó.
—me encanta como aprietas mi pene —decía con excitación.
Yo quería llorar, pero ya estaba seca de tanto llorar, quería golpearlo pero eso no funcionaria ya que era muy fuerte.
—basta porfavor —le decía en suplica, el solo se río a carcajadas en modo de burla.
—callate —mi cuerpo se estremeció cuando senti un fuerte azote, que lejos de exitarme, me dolía.
Siguió penetrandome con brusquedad, agarrandome de la cintura enterrandome los dedos, solo quería que terminará.
Unos minutos más sentí como su miembro creció en mi interior, y eso anunciaba que tendría su orgasmo, y haci fue se corrió en el condón y soltó un fuerte gemido.
—nos vemos la próxima semana —salió de mi interior y se vistió, luego salió del cuarto como todas las veces.
Solté un sollozo y como pude me levante de la cama, al salir de la habitación, ahí estaba una empleada, y me tomo del brazo y me metió a mi habitación, me tiro al suelo y cerró la puerta con seguro.
Me levante como pude y me diriji al baño, quería bañarme para quitarme lo sucio del señor Hugo, quería escaparme pero ya lo había hecho una vez y no resultó muy bien.
Había tratado de salir de este infierno pero cuando según yo lo había logrado, muchos hombres me rodearon, eran los hombres de Hugo, ellos me llevaron devuelta y me castigaron, me dieron diez latigazos, y me advirtieron, que si me volvía a escapar serían veinte.
Tome un baño, lavandome con delicadeza mi parte íntima, y atrás, me dolía como si me ubieran desgarrado, era muy doloroso, quería llorar pero mis lágrimas no salían.
Al salir del baño me coloque un camisón y me arrecoste en el duro colchón, para poder dormir un poco.
Nos trataban como si estuviéramos en una cárcel, estaba desnutrida por no comer, algo deshidratada por no tomar agua, comíamos una vez al día, solo a las dos de la tarde, esa era nuestra única comida, y no se preocupaban por nosotros.
Una vez me desmaye cuando un hombre me estaba violando, el se enojó mucho que hasta hiso que le devolvieran el dinero, la señora Yolanda, ella dirigía todos los prostíbulos, ella le tubo de devolver el dinero a ese hombre y ami me castigaron, llamaron a un doctor para que no muriera, ya que si yo muero el señor Hugo no seguiría haciendo trato con la señora Yolanda.
Me habían diagnosticado anemia, por la falta de comida pero a ella no podía importarle menos, al principio me alegre, porque talvez muera y terminó con este infierno, pero no quería morir aún quería salir de aquí primero y vengarme y poder terminar la escuela.
Cuando ya estaba apuntó de dormirme, abrieron la puerta bruscamente, y me sobresalte.
—¿QUE MIERDA HACES AHÍ ACOSTADA? -me grito la señora Yolanda acercándose y jalandome fuera de la cama —VAMOS LEVANTATE QUE TIENES UN CLIENTE —quería llorar, otro más no, de verdad estaba muy cansada.
—no porfavor —ella no me dejó terminar de hablar porque me dio una fuerte cachetada.
—te he dicho que no me dirijas la palabra o que me contradigas —me dijo amenazante, mientras me jalaba bruscamente, quería llorar, de verdad ya no podía más.
Ella me llevo hacia la habitación y me tiro al suelo, el hombre estaba sentado en el sillón, fumando.
—porfin, quitate la ropa —me dijo mientras se desabrochaba el cinturón.
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Espero les guste, yo soy nueva haciendo este tipo de historias, y espero la aprecien.❤️🩹😗
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El prostíbulo
Короткий рассказHasna es una chica que vive en un infierno desde los dieciséis años, pero su vida da un giro inesperado cuando encuentra a su salvador, quien será su monedita de oro para llevar acabo su venganza