XXI

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"—Esto condenó la familia Rizzio—".
"—Bueno, una menos. ¿Qué es una raya más en un tigre?"
"—Nada que hacer allí hasta que las redes dejen morir este escándalo—".

Se escuchaban rumores de todo tipo en los pasillos de La Biblioteca Pública (1) más grande de la ciudad.

Mientras se dispersaba la multitud juvenil que asistía a un conversatorio en uno de aquellos salones, una joven de cabello corto cenizo abandonaba a paso apresurado el lugar, con rumbo al baño más cercano. Procediendo a encerrarse en el último cubículo, rompiendo en llanto.

—¿Qué crees que podamos hacer para hacerla sentir mejor?—, preguntó inocente la joven de ojos oliva—; esto es injusto, pobre Eva.

—No lo sé en realidad ¿Eres su amiga más cercana?—, contestó el joven que la acompañaba.

—Nooo... pero...—. Hizo un puchero—. Su mejor amigo es muy íntimo para mi, entonces creo que le debe de importar mucho qué le pase...—. Respondió la joven.

El muchacho desvía la mirada a la entrada del baño, disimulando la curiosidad que le nació de aquel ultimo comentario. Guardaron silencio un par de segundos más, escuchando cómo salían lloriqueos del lugar. Respetó la posición de la señorita en quererla ayudar, pero se dispuso a proceder con la agenda de la tarde.

—Ven—, le toma de la mano—; vamos a cenar algo.

«¿C-cenar? P-pero... iba a hablar con Izeth...Espera. ¿Me tomó de la mano?». Pensó la señorita.

A lo que muy apenada, Ecta intenta comprender el gesto—. E-espera. Ja, ja. ¿Qué haces Fran?—, se ríe con el rostro rojo como un tomate—. D-deseo ayudar a mi amiga...

—No podemos hacer mucho, lamentablemente se difundieron fotografías que ella misma se sacó y que cayeron en manos equivocadas. Esas personas se encargan de desprestigiar familias...—, respondió el joven, mientras guiaba a la señorita al estacionamiento.

—¿Qué pasará con ella entonces?—, pregunta tratando de seguirle el mismo paso al muchacho.

Pausó la marcha con un pesado suspiro—. Deshonra para su familia, posiblemente con esto salgan de ese listado de prestigio—. Contestó.

—Pero ¿Qué tipo de persona se dedica meramente a hacerle daño a los demás con rumores y mentiras? ¿Les pagan o qué consiguen a cambio? Es terrible—, se preguntó inquieta.

«Debo decirle esto ya a Izeth». Pensó mientras sacaba su móvil del bolso pequeño que colgaba de su hombro, a lo que alcanzó a textear con agilidad:

"Quizás Eva necesite de tu compañía."

—Lo que he escuchado es que son personas de escasos recursos que se apuntan hacer esto por montos jugosos pero que toman tiempo—, interrumpió el joven—; son quienes la GAFH quiere evitar a toda costa, tienes que tener cuidado con estas personas, en verdad se dedican hacer todo tipo de maldades.—, la observa convencido—; hacen hasta brujería si se lo proponen... booo.

—¡Basta!—, exclamó con escalofríos la señorita, seguido de risa temerosa.

«¿Le digo a Izeth que no le llamaré porque tuve que salir con alguien más? Parecía realmente ocupado...». Pensó ciertamente perturbada.

Pero mientras caminaban a paso apresurado, se escuchó por otro lado una voz familiar que la llamaba, aproximándose con prisa.

"¡Ecta!".

Ambos adolescentes se detienen, mirando a la misma dirección.

—D' Von Re ¿Qué haces?—, dice el recién llegado expresando extrañeza ante la escena, posteriormente separándolo de Ecta—. ¿Qué intentas hacer con mi hermana?

RED | PASADO: ¿En serio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora