Capítulo 2

332 24 33
                                    

Gregory entró en pánico en ese instante y apartó a Matías del tablero. Iba a ser una noche larga...

Matías gruñó al sentir su frente golpear el tablero y se lamentó unos instantes reaccionando de inmediato. Se incorporó sobándose la cabeza.

–pará, boludo...– Exclamó Matías con una voz ronca y aturdida.

–Uy, disculpá Mati...–Gregory tomó con delicadeza a Matías y le acarició la cabeza donde se había golpeado, era un reflejo que no comprendía.

–Dejá, boludo– Matías apartó a Gregory con rapidez mientras una sensación lo invadió por completo haciéndole temblar. Gregory no tenía razón para acariciarlo, era innecesario a pensar de Matías.

Pero Matías comenzó a sangrar y a Gregory casi le da un paro.

Condujeron a la salita más cercana esta vez con cuidado. Matías ya no se iba para adelante, por el contrario, se desparramaba por la silla con cansancio, inconsciencia y dolor de cabeza.

Llegaron y Gregory ayudó a Matías a entrar. No era nada serio, pero una culpa angustiante invadió al rubio haciendo que se muerda las uñas mientras una doctora le desinfectaba la herida a su amigo.

Una vez tuvo una venda puesta, Gregory se lo llevó procurando no volver a cometer el mismo error. En el asiento ahora inclinado Matías estaba acostado durmiendo.

Una vez llegaron Gregory abrió con la llave de Matías la puerta principal de la casa del mismo. Entraron y  el rubio se dirigió a la habitación del pelinegro, dónde lo dejó suavemente sobre la cama.

–Ugh... Gordo...– murmuró él pelinegro con los labios entreabiertos mientras su mirada semi-perdida se dirigía al rubio. Se sentó para verlo mejor.

–perdoname, Mati– Greg se sentía más que culpable y lo demostraba con su torpe actuar. Ahora sus manos se tambaleaban mientras trataba de enmendar su error.

–Dejame ver tus ojos, boludo...– pidió el pelinegro sin entender el por qué.

Gregory se sorprendió ante tal petición, no lo entendía y en lo que trataba de procesarlo....
Matías perdió la paciencia y terminó por jalarlo haciendo que se siente en la cama junto a él.

La cercanía entre ambos era tal que Gregory podía sentir el alcohol en Matías. Matías, quien ya no tenía conciencia en sí, apartó el cabello de Gregory dejando ver los ojos azules del mismo.

Gregory no sabía cómo reaccionar ante esto, simplemente se mantuvo inmóvil. Pudo presenciar algo que nunca vería en un Matías sobrio. El pelinegro sonrió para él. La escena parecía incluso algo bizarra.

–que bonitos ojos tenés, boludo...–Matías por unos momentos juntó sus frentes, viendo de cerca el rostro del rubio.

Las mejillas de Gregory se tornaron de un color rojizo. Matías se limitó a reírse mientras la distancia se mantenía corta.

La respiración de Gregory se aceleró. Una sensación nueva, casi desconocida, se apoderó de él en esos instantes.

La distancia se acortaba cada vez más. Gregory sintió cómo los labios fríos de Matías rozaban suavemente los suyos. Un movimiento sutil podria terminar de unirlos.

Pero...

Matías volvió a reírse y haciéndose un poco para atrás cayó en su cama totalmente dormido gracias al alcohol.

Gregory sentía como su corazón se estaba a todo dar. Apoyo su mano derecha en su pecho y palpó su propia cara con la otra preguntándose si lo recién sucedido era realidad o solo un sueño. Constatando que estaba despierto y sobrio no sabía que hacer.

–Uy... ¿Que fue eso?– murmuró Gregory en voz baja buscando calmarse.

Matías por el contrario yacía desparramado en su cama, dormía como un bebé.

¡Que quilombo!

Gregory salió de la casa y trajo algunos medicamentos para la resaca. Una vez los dejó salió a toda prisa rumbo a su casa.

–¿Por qué?– la pregunta se hacía presente en la mente de Gregory. El rubio ahora estaba lleno de dudas.

Vómito.
Fue todo lo que se vio la mañana siguiente, puesto que Matías se sentía revuelto gracias a la noche anterior.

No sabía ni cómo había llegado a su casa y eso le preocupaba en cierto modo.

–hoy tengo que laburar...– murmuró Matías aferrado al inodoro mientras algunas arcadas lo obligaban a soltar lo poco que quedaba en su estómago –que mierda, boludo...–

Al poder dejar de sentir que iba a vomitar pudo pararse por completo y buscar algún remedio. Él era consciente de que en su casa no habría nada pero no perdía la esperanza.

Una pequeña bolsa blanca sobre su mesa llamó su atención en ese instante: era exactamente lo que necesitaba.

Había una cajita de Hidroxil, una de Falgos y una de Myrkl.

Teniendo las cajas en sus manos no pudo evitar escoger una al azar y tomar de ella. El malestar le fastidiaba así que no cuestionó de donde salieron los remedios. Mucho menos se cuestionó el por qué tenía una gasa en la frente.

Después de darse una ducha y sentir la mínima mejoria salió rumbo al trabajo, sabía perfectamente de que iba a ser un mal día.

Llegó al Bar de Gregory aún sintiéndose mal, pero iba a dejar su imprudencia de lado, era hora de laburar.

Una vez entró se dirigió al cuarto de empleados a ponerse su uniforme, lo hizo con pesadez.

–Hace una hora que te vengo cubriendo, nene– le reprochó Ricardo soltando esa risa rara característica de él.

–disculpá, boludo...–se limitó a decir Matías antes de irse a limpiar una mesa.

–me cagó– dijo Ricardo mientras volvía a reír y se dispuso a irse.

Matías decidió empezar con lo más suave así que se puso a limpiar mesas mientras aún no llegará nadie.

Sabía que Gregory iba a atender porque siempre coincidía su turno, quería aprovechar para preguntarle si había hecho algo zarpado en su estado durante la noche anterior.

–¡Mati!– escuchó en su espalda haciéndolo voltear. Era Judith que había ido a verlo.

–ah... Hola, Judith– saludo Matías sin mucho ánimo. La muchacha pelirroja se acercó él a toda prisa para plantarle un beso. –pará, boluda...– murmuró alejándola un poco.

–Ayer te estuve llamando toda la noche ¿En qué andabas?– preguntó ella acercándose más a él.

–si no vas a pedir algo no te voy a poder hablar, boluda– le hizo notar, estaba en horario laboral –¿Entendés como es, boluda?– él cerró los ojos un momento para aliviar algo el dolor de cabeza que aún no terminaba. Podía agradecer que el dolor era menos que antes.

–Ay, Mati..– la pelirroja se sentó en la mesa dispuesta a decir algo.

La tarde no paraba de ponerse peor.

____________________

Lo prometido es deuda.

(No me gustó mucho 😞)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

(No me gustó mucho 😞)

Gracias por leer esta cosa.
¡Cambio y fuera!

Dudas (Matías x Gregory)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora