Capitulo 10

92 9 21
                                    

–Entiendo...– Valentina retomó ligeramente su tono cantarín, sin embargo se mantenía seria. Se levantó de la silla a lado de Matías al escuchar por los altavoces que estaban por parar en la siguiente estación –Hablá con Gregory, ya no te preocupes por tu vieja–

Matías no pudo responder, pues antes de que siquiera abriera la boca, Valentina ya se había ido.

Matías se quedó pensando, el quería ir a hablarle al rubio, pues era... Simplemente el amor de su vida sin embargo no podía hacerlo.

El día pasó para Matías tan insípido como esperaba. Para Gregory... Simplemente sus dudas aumentaban más.

Él sabía que usaba a Panchita y que ella lo usaba también.

Sin embargo estas interacciones interesadas consolaban de alguna forma su desconsolado corazón y esto estaba generando una suerte de dependencia emocional...

Ahora, habían salido cómo siempre. Gregory la sacaba de compras y luego pasaban tiempo juntos.

–Uy, que lindas remeras ¿Y si las compramos? Así cómo para compartir, re cool– preguntó Gregory al ver unas remeras a juego.

–No, no me gustan para nada, menos el color... ¿Está mal?– se negó Panchita casi de inmediato. Ella parecía estar viendo otro tipo de ropa.

–Uy che, pero podemos combinar otra ropa– Pensó el de rizos y lo expresó casi de inmediato.

–No quiero combinar nada... ¿Está mal?– Panchita agarró un vestido que le había gustado y se lo mostró, esperando que él le dijera algo al respecto.

Él se quedó perplejo al notar la frialdad que le brindaba aquella chica. Solo asintió, esperando que ella asumiera que a él le gustaba cómo le quedaba y que lo dejara en paz.

En la casa de ella, se quedó pensativo.
¿En verdad vale la pena quedarse con ella? Su amor verdadero era Matías y él lo sabía.

Panchita se acercó y le cebó algo de mate sin muchas ganas. Gregory se lo tomaba sin chistar demasiado.

Entonces, cuando sintió el sabor volteó a ver su mate.
La yerba estaba lavada.
Entonces el rubio decidió que ya no quería estar ahí, no más.

Salió de la casa sin más, sin rumbo.

Terminó sentado en una placita de barrio, estaba vacía.

Sentado en una hamaca, se balanceaba pensando en su vida, en su futuro. Necesitaba a Matías, era a quién pertenecía en realidad...

Sacó su celular y escribió

'Quiero hablar contigo.
Quiero ser tuyo otra vez'

Pero borró el mensaje de inmediato, se sentía algo tonto por escribir algo semejante.

Matías salió del tren, ni siquiera sabía dónde estaba. Se sentía algo mareado por tantas lágrimas soltadas.

Había bajado en la estación correcta... O eso creía.

Al ver que el estado de las calles y la iluminación tenue ante el atardecer notó que tal vez no era Nordelta...

Entonces caminó sin más. Sentía que no tenía nada que perder a estás alturas.

Presenció una pelea de gatos, cómo un señor estaba siendo sacado de su casa por una aparente infidelidad e incluso una confrontación de dos adolecentes por una chica. Sentía que él sería alguno de ellos con la peliceleste, agarrándose a las trompadas por el rubio.

Se sentía cómo un rompecabezas sin piezas, necesitaba de ese pedacito de sol en su vida y el hecho de pensarlo le hacía querer volver a llorar, pero ya no tenía qué llorar, pues ya sentía algo de sed por todo lo perdido.

Vio un tobogán en una plazuela y simplemente se acercó. De niño había sido medianamente feliz, al menos cuando se ponía a jugar en estos juegos.

Se subió, sintiendo su corazón calmarse un poco. Entonces se deslizó, sintiendo la vertiginosa alegría de caer por aquel tobogán y, al sentarse en la base del tobogán se quedó asombrado.

Era cómo obra del destino, su corazón se aceleró.
El rubio, la luz de sus ojos estaba ahí.
Gregory también se veía sorprendido por su presencia allí.

El pelinegro se levantó de golpe, queriendo acercarse al rubio, quien involuntariamente se hizo hacía atrás con la hamaca.

–Gordo...– murmuró el azabache, aún incrédulo.

–Mati...– respondió el de pecas amarronadas.

En ese momento, Matías se fue acercando de a poco a Gregory, quien involuntariamente se hizo un poco atrás.

–Gregory...–Murmuró el pelinegro, llamando por su nombre al rubio por primera vez. Esto bastó para que el mencionado fuera a besarlo.

Al poco tiempo se separaron, dando algunas bocanadas de aire.

–Te amo, boludo– mencionó el avisal, mirándolo con una sonrisa algo boba.

Gregory lo miró, inclinando un poco la cabeza, revelando ligeramente sus ojos para el de cabellos oscuros y esbozando una sonrisa.
De inmediato dejó de sonreir al ponerse a pensar...

–¿Estás seguro, Mati? Porque haces cosas cómo que... Nada que ver...– Murmuró el rubio, mirándolo a los ojos, esperando su respuesta y también esperando que su respuesta lo consuele.
Estaba algo dudoso por todo lo que había hecho el contrario antes.

–Que te chupe la pija el pasado, Gordo. Ahora solo te quiero, no quiero permitir que nos vuelvan a separar, Boludo– Matías sonreía, acariciando la mejilla del rubio con el dorso de su mano.
–yo dejaría el mundo ardiendo por ti... Ya no me importa nada, boludo...–

Gregory lo miró, sus ojos brillaban de esperanza y anhelo con escuchar las palabras de Matías. Entonces esbozó una sonrisa pequeñita, sintiéndose a gusto con aquella respuesta.
Sintiendo sus dudas disueltas aunque sea un poco.

Este seguramente sería un nuevo comienzo... Ellos querían que esté sea un nuevo comienzo.

_________________________

Sorry, desaparecí por muchas cosas, no daré excusas...

Espero estar más activa.

¡Gracias por leer esta cosa!
Cambio y fuera.

Dudas (Matías x Gregory)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora