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—Nanami.

La muchacha hizo el amago de levantarse, pero el hombre la frenó, acercándose los pasos que los separaban, quitándose sus extrañas gafas antes de agacharse a su lado, juntando sus manos y cerrando los ojos como lo había hecho la hechicera al llegar. Tras unos segundos que se le hicieron interminables, Nanami abrió los ojos de nuevo, volviendo a colocarse las gafas sobre estos.

—A Haibara le gustarán esas flores, —volvió a hablar —eran sus favoritas. —La chica miró el ramo de claveles antes de volver a mirar a su antiguo compañero.
—Nanami.
—Hola Irina-san, ha pasado mucho tiempo.

El chamán se levantó, estirando una mano para ayudar a la pelirroja a que hiciera lo mismo. Esta dudó unos segundos pero luego la tomó, levantándose del frío suelo.

—Estás... más alto. —Fue lo único que se le ocurrió decir a la mujer, haciendo que al hombre se le escapara una sonrisa.
—Gracias, creo. Tú también estás más alta. —Esta le sonrió de vuelta, algo avergonzada por el estúpido comentario que había hecho.
—Lo siento, había planeado en mi cabeza un montón de cosas que decirte cuando te viera pero al final no ha salido ninguna.
—¿Tenías planeadas las cosas que decirme?
—Bueno... quería disculparme por haber vuelto y no haber avisado a nadie.
—Hmmm. —Nanami volvió a observar la tumba de su amigo antes de volver a mirar a su antigua compañera. —¿Tienes tiempo ahora, Irina-san?
—Sí.
—¿Me acompañas en un paseo?

Ambos chamanes salieron del cementerio, caminando el uno al lado del otro por los terrenos de la escuela, aunque estaban alejados de los caminos principales para evitar encontrarse con alguien. Ninguno de los dos había hablado aún y esto a Irina le estaba comenzando a preocupar ya que no sabía muy bien si el hombre estaba enfadado o no.

—¿Cómo has estado? —Preguntó este por fin.
—Bien.
—Pensaba que esta conversación estaría libre de mentiras, estás hablando conmigo, no con Gojo-san. —La pelirroja soltó una carcajada, relajándose un poco.
—No era mentira, al menos no del todo. El primer año, incluso el segundo, fue... fue una época que no me gustaría recordar... Estaba perdida, con poco dinero y con una maleta mal hecha, no tenía dónde quedarme, no sabía a dónde ir, estaba totalmente sola en Corea del Sur.

Irina se mordió el labio, recordando cómo había llegado a un nuevo país en el que no había estado nunca y en el que se había enterado que llegaría apenas diez minutos antes de que la abandonaran en el aeropuerto, sin poder contactar con nadie, sin poder volver a casa.

—Pero poco a poco me hice a la idea de que esa sería mi nueva vida... así que comencé a hacer trabajos, ya sabes, exorcizar maldiciones y al final, no sé cómo, comenzaron a llamarme más y pude comprarme otro billete de avión a China. —Siguió hablando la mujer. —Una cosa llegó a la otra y me empezaron a contactar de diferentes países, de diferentes continentes, así que viajé y con cada país nuevo que visitaba me iba alejando más y más de lo que un día fui.
—Intentamos contactarte varias veces, —le dijo el chamán —queríamos saber dónde estabas, ir a verte.
—Lo sé. —Irina sonrió tristemente, mirando al suelo. —Supongo que también tengo que disculparme por eso, pero ya que los altos mandos me querían hacer desaparecer, me esforcé para que eso se hiciera realidad, además... me sentía un poco...
—¿Traicionada?
—Sí, algo así. Qué estupidez, ¿verdad? —Se rió irónicamente la muchacha. —Sentirme traicionada cuando fui yo quien os traicionó a vosotros.
—No creo que sea una estupidez, Irina-san, y tampoco creo que se pudiera calificar como traición.
—Debieron haberme ejecutado, Nanami... Haberme exiliado era lo mínimo que podían hacer, hasta yo lo sé. —El hombre no la contradijo esta vez, sabiendo que tenía razón. Era un tema complicado y sacarlo después de nueve años con todo lo que había pasado de por medio lo complicaba aún más.
—¿Cómo han ido las cosas por aquí desde tu llegada? —Preguntó, cambiando un poco de tema.
—No sabría cómo calificarlo.
—Sé que debe de ser complicado, no tiene ni punto de comparación con tu situación, pero yo también me sentía extraño y perdido al regresar. —Irina arqueó una ceja.
—¿Al regresar? ¿A qué te refieres?
—Hubo una época en la que dejé la hechicería, me dediqué a ser empresario.
—Eso es... wow. —Fue lo único que consiguió articular la mujer, provocando que Nanami sonriera un poco.
—Sí, pero al final las cosas no salieron como me había esperado, así que opté por regresar.
—Veo que me he perdido muchas cosas durante todo este tiempo.

Cenizas del Tiempo (Gojo Satoru x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora