Capítulo 43

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Adriel

Muevo mis manos haciendo calor, cuando el frío se vuelve más insoportable cada minuto más de la noche. El abrigo que cargo es como si no fuera nada.

Miro a un lado y al otro pero nadie viene o se vea que piensa venir.

Frente de mi hay un callejón oscuro que pareciera el portal de muchos monstruos al inframundo, prefiero moverme a la farola de alado observando que la persona aun no llega.

<<Menos mal que era puntal.>>

Dejo salir un resoplido antes de escuchar un silbido de algún lugar de la calle, y es que son las de tres de la madrugada. Nadie está por la zona de la ciudad donde es la más peligrosa de Manhattan.

Se escuchan pasos que proviene del callejón oscuro, como si caminara con calma y pisara algún charco de agua para hacerse saber que falta poco para salir.

Desde el lugar donde estoy me llevo la mano al abrigo tocando el arma que aún está ahí, sin dejar de mirar al frente donde se lograr percibir una figura humana negra que camina hasta detenerse en la franja de oscuridad de la entrada del callejón. Ya que la farola solo da luz hasta ahí.

Cuando creo que no se va a mover, da un paso al frente y la luz de la farola alumbra el cuerpo cubierto por un abrigo vinotinto tirando a negro grande que tapa un cuerpo que tiene una capucha, su mirada se alza en cámara lenta logrando ver unos ojos rojos que es lo primero que me impacta.

Siento esa extraña sensación que algún lado los conozco, tiene media cara cubierta por un pañuelo negó que le cubre desde la nariz hasta el cuello. Y en su frente tiene una cruz negra invertida. Dejando saber quién.

Alza su mano echando la capucha hacia atrás dejando ver su pelo negro azabache, donde tiene un gorro de lana que lo mantiene en su sitio.

Sus ojos se conectan con los míos y siento un déjà vu.

— Hola detective.—la voz robótica eriza mi piel que no pueda apartar mi mirada de ella.

—Hola fantasma. —doy un paso a ella, pero esta niega antes de alza una mano, no entiendo lo que pasa cuando noto un punto rojo en mi pecho.

— Prefiero que me digan karma, pero ya que estamos en esto. Usted no se mueve de ahí, y mi hombre no le dispara, ya sabe por seguridad.—se mueve con calma caminando hacia mí.

—Muy astuta, pero solo acepte venir porque quiero saber de Valeria.

—Valeria, Valeria, Valeria. Todo es Valeria.—ella voltea sus ojos cansada y aburrida antes de detenerse cinco paso frete de mí. —¿No se cansa?

—¿No me canso de qué? —pregunto cruzándome de brazos mirándola confundido.

— De ser el héroe, eso sí debe ser agotador. Salva vidas como si las personas fueran muy agradecidas.—frunzo las cejas sin entender nada y prefiero detallarla bien para que no se me olvide nada de ella.

Aunque tiene la cara tapada, no es muy alta.

Y ahí es cuando me cuestiono en si es verdad, que ella fue la que cometió la mayoría de las atrocidades de los crímenes. No es tan alta, y aunque el abrigo cubre su cuerpo no puedo decir que sea voluptuosa.

—Yo no lo hago por agradecimiento, yo lo hago porque me gusta mi trabajo... Así que dime como esta Valeria.

—Está bien, y su engendró también. Por cierto ¿cómo esta, Axel? escuche rumores que no se va a poder inscribir este año en Atletismo en los Juegos Olímpicos.

— Esta demente.—gruño al notar sus burla pero ella vuelve a voltear los ojos aburrida dando un paso atrás.

—Dime algo que no sepa.

El Crimen Imperfecto [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora