2. Los castigos.

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Severus no sabía cómo podían ser cada vez más exasperantes esos cuatro tontos, pero se estaban superando al haberle tirado todos los libros de la estantería que le había llevado cuarenta y cinco minutos ordenar.

James y Peter se reían de Snape mientras éste refunfuñaba en voz baja. La bibliotecaria no estaba, pero al parecer el bicho raro no tenía pensado graznar en voz alta.

-¿Qué pasa Quejicus, vas a llorar porque tienes que volver a empezar? -Trató de picarle James, apoyándose en la estantería.

-Potter no seas estúpido, ¿Que te hace creer que aquí en Hogwarts vas a encontrar la atención que tus padres no te dan en casa? No voy a cumplir tus deseos narcisistas ya que ni siquiera vales mi tiempo.

James se quedó pensando un momento lo que le acababa de decir, cuando entendió que se refería a qué insinuaba que necesitaba su atención, se enfureció.

-¡Tu eres quien menos me importa grasiento asqueroso! ¿Quién en su sano juicio te necesitaría? ¡Eres desagradable, repugnante y despreciable! ¡Preferiría mil veces comer moco de troll a tener tu atención!

-Eso lo han repetido muchas veces, ¿Acaso no conocen más insultos? -Snape no se inmutó ante sus palabras, cosa que le molestó mucho más a James.

El de lentes se abalanzó contra Quejicus, dandole un empujón que lo dejó tirado en el suelo, se colocó a horcajadas sobre el menor, apresó sus manos a cada lado de su cabeza y le susurró malicioso, mirándolo fijo con sus oscurecidos e intensos ojos.

-Tu triste existencia es la que no vale la pena. La única forma en que traerías felicidad a alguien sería desapareciendo de su vida para siempre. -Con una sonrisa burlona se puso de pie lentamente, se fue junto con Peter, dejando solo al Slytherin en el suelo sin moverse.

Severus no pudo reaccionar porque después del empujón lo que menos se esperaba era que Potter se acercara tanto y también, porque sus palabras de cierta manera le recordaron a sus padres.

James por su parte, sentía una emoción recorrer todo su cuerpo, la forma en que Quejicus lo miró fué demaciado gratificante, sus ojos negros estaban llenos de sorpresa y, desde tan cerca casi podía escuchar su corazón latir acelerado por la incertidumbre. El menor no sintió miedo, pero James ganó una mirada diferente a la que siempre le daba, aparte, el que se quedara quieto le despertó una superioridad diferente a la que tenía cada vez que le hablaba de Lily.

Por otro lado, Sirius y Remus estaban rebuscando entre los libros de la sección prohibida. Llegaron a una de las partes más profundas y se dividieron para abarcar más terreno.

-¿Qué estamos buscando exactamente? -El castaño leía los títulos buscando el más interesante.

-Cualquier cosa que le enseñe a Quejicus a no meterse con nosotros, que somos mejores o que cambie esa odiosa mirada de superioridad que tiene cuando nos mira. -Sirius disimuladamente se acercó a un libro sin nombre, negro con relieve azul marino en forma de arañazos de grandes garras.

-¿Y cómo sabremos que no le causaremos un mal enorme? -Dejó un libro y tomó otro, delgado y rojo que tenía las siglas: HDPCP.

-No te preocupes por eso, Él es un mago oscuro en potencia, lo que le pase no será la gran cosa. -Lo vió con obviedad, pero Remus parecía empezar a inquietarse, -Además, solo será una broma para que aprenda una lección. -Su amigo sopesó esa respuesta y continuó leyendo.

-¿Y qué lección es la que debe aprender? Que yo recuerde nunca ha empezado nada en nuestra contra.

-Remus... -Sirius se acercó y le levantó el rostro con sus dos manos. -Él es siniestro, siempre hemos sabido que sus fines son malvados. Nosotros solo le hemos hecho bromas y el en respuesta ha inventado hechizos oscuros para lastimarnos. Si no fuera por nuestra rápida reacción, ¿quién sabe que horrible destino hubiésemos tenido? Nosotros no somos los malos del cuento, solo le hemos hecho bromas y él ha exagerado todo, si alguna vez ha terminado en la enfermería es por su propia culpa.

Solo un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora