5. Baño de Prefectos.

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Al día siguiente James se levantó tan temprano como Severus y lo llevó al baño de prefectos.

-¿Sabes? He intentado sacar de mi cabeza la imagen tuya gimiendo con Remus sobre tí. -James tenía acorralado al menor en la puerta del baño, mientras la piscina se llenaba y las mejillas de Sev se coloreaban. -Pero no puedo.

-¿A dónde?...

-Déjame terminar. -James interrumpió al menor y luego le besó la mejilla. -Como si fuera poco, cada noche sueño con que no terminamos bien lo que hicimos, no quiero solo tu boca en mi cuerpo. Quiero estar dentro de tí y que llores de placer.

Esas palabras estaban agitando el corazoncito de Sev y haciendole temblar de lo nervioso que se estaba poniendo. El color intenso de sus mejillas tampoco ayudaba en nada.

-Te ves tan lindo Sev, que no quiero dejarte ir, no quiero que nadie descubra este lado tuyo tan sexy y quiera apartarte de mi. Hubiese deseado que las cosas surgieran diferente pero no me arrepiento de poder estar hoy aquí contigo en esta situación.

Severus no dijo nada pero varias palabras quedaron dando vueltas en su cabeza ¿Lindo? ¿Sexy? ¿No me arrepiento? ¿A qué rayos se refería Potter, si ellos eran los primeros en meterse con su apariencia? Es verdad que estaban cambiando pero escuchar algo así de su boca era raro.

Severus sentía inseguridad con su apariencia y aunque le dijeran que era el chico más hermoso del mundo no se sentía así para nada.

La boca de James, demandante de atención le quitó todo pensamiento autodestructivo que pudiera haber nacido en Severus.

James lo cargó y presionó contra la puerta haciendo que las piernas del menor se enredaran alrededor de su cuerpo.

Descendió hasta su cuello, lo besó, lo lamió y le provocó sensaciones que arrancaron muchos sonidos sugerentes de sus rojos e hinchados labios.

Con cuidado entraron al agua y allí recostado a una de las paredes de la piscina, James se volvió uno con Severus, le hizo llorar de placer y le borró el horrible recuerdo de la última vez que estuvo allí con los merodeadores.

James le había dicho a Sev, que no dejara de verlo, y él obedeció. Vió el deseo en los ojos avellanos y cuánto le satisfacía estar allí con él.

Escuchó cuánto le gustaba su cuerpo, lo ligero, delicado y flexible que era. Lo dulce de su sabor, y lo suave y exitante de su boca.

Severus escuchó sin decir nada. Los ojos de Potter brillaban en sinceridad pero no sabía si créer o desconfiar, así que simplemente dejó de pensar en ello y se concentró en todo lo abrumador del momento.

Sentía sus piernas sin fuerza, su corazón a mil y su garganta seca de tanto que gemía. En su estómago se instaló un revoltijo de emociones que no supo descifrar, y sólo se calmaban cuando recibía uno de los deliciosos besos de James.

-Gime mi nombre, Sev. Quiero escucharlo de tí, quiero que si alguien escucha, sepa quién te está haciendo suyo. -Sus ojos nublados de placer miraban fijos los negros esperando su reacción.

A Severus por otro lado le encendió un morbo que no sabía que poseía, ¿Deseaba que alguien lo escuchara? No. Pero saber que quizá alguien podía descubrir lo que estaban haciendo le subió la adrenalina y complació el pedido del mayor.

James aumentó el ritmo al escuchar su nombre y ver los ojos negros brillando en lujuria, él mismo la tenía más encendida que el menor. Deseaba hacerle mil cosas pero por ahora se conformaría con hacerle olvidar su propio nombre, sus inseguridades y en dónde se encontraba.

El agua se agitaba tanto que desbordaba por un lado, pero a ninguno le importó, solo deseaban que no se acabara ese momento.

-Proclamame tuyo ante tus amigos. -Dijo Potter. Sumido en las sensaciones del momento, pero consciente y seguro de todo lo que decía. -Y yo te proclamaré mío ante el mundo entero.

Solo un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora