Había algo diferente, pero SooBin no lograba precisar qué. El frío en su habitación y el demonio en la ventana, seguían iguales.
Aun así, algo había cambiado durante la semana.
Solo podía describirlo como una sensación inexplicable que recorría todas sus células.
Incluso ese viernes, este siendo igual que siempre – Kai sin llevar su maldito libro a la reunión-, SooBin seguía con esa extraña sensación, que no se esfumó, aún después que su amigo se fuera cerca de la medianoche.
Intranquilo y con un cosquilleo debajo de la nuca, ordenó los platos desechables del Jjajangmyeon que pidieron a domicilio. Vacíos y sucios, los botó en la basura; unos golpes en la puerta deteniendo su siguiente movimiento de limpieza.
Extrañado, se acercó a la puerta.
Tal vez se le quedó algo a Kai, fue su pensamiento lógico, dándole una ojeada superficial a su sala de estar antes de abrir la puerta despreocupadamente.
- ¿Qué...? – comenzó a preguntar, su duda quedando en el aire al recibir una ráfaga de viento que lo desconcertó.
Parpadeando rápido ante la molesta brisa en sus ojos, frunció el ceño intentando enfocar el exterior. Sin embargo, no vio nada. Y no, no es que quedó ciego por la brisa, es que realmente no había nadie, SooBin alargando el cuello por si había alguien en el pasillo.
Nop. Nada.
¿Acaso fue una broma?
Estremeciéndose ante una nueva brisa fría, cerró la puerta y se volvió, extrañado.
¿Quién había tocado la puerta? ¿Y de dónde vino esa extraña brisa?
Con la mirada gacha, las preguntas siguieron rondando su cabeza, hasta que un carraspeo captó su atención.
Alzando la cabeza de golpe, miró en la dirección que provino el sonido y tan pronto vio quien lo provocó, palideció.
Literalmente, sintió que el alma se le caía a los pies, porque ahí, sentado muy cómodamente en su sofá, estaba el demonio que había estado ignorando olímpicamente por semanas.
No podía ser. Debía estar alucinando. O soñando.
Perplejo, SooBin tragó ruidosamente y mordió su labio. Sin importar lo que fuera – realidad o imaginación- quería escapar de ahí. El problema, sus pies no respondían. Estaba congelado en su lugar, presa del miedo. Un miedo que aumentó cuando esos ojos demoniacos se posaron en su persona.
- Vaya, vaya, hasta que al fin te dignas a dejarme entrar – tarareó con ironía suave, melódica. Atrayente de una forma inexplicable – Es indigno que haya tenido que usar ese tipo de maniobras para lograrlo
Inclinándose hacia adelante, el demonio se levantó del sofá y caminó en su dirección.
SooBin lo observó con detenimiento. Aún con el miedo cruzando su cuerpo, no podía dejar de mirar al estilizado demonio, cada movimiento siendo magnético por sí solo, grácil, de una exquisitez que secaba la garganta y engatusaba los sentidos.
Estaba hipnotizado por sus encantos, su boca quedando semiabierta, porque intentar emitir algún sonido coherente, era imposible.
Su cerebro estaba vacío de palabras. Sus ojos perdidos en los gestos contrarios.
En su delicado cuerpo. En sus ojos rasgados y finos. Su labios llenos e invitantes.
Parándose frente suyo, YeonJun sonrió de lado, su largo dedo índice apoyándose con suavidad en el mentón ajeno hasta cerrar su boca. Vio con satisfacción el sonrojo que se apoderó de las pálidas mejillas contrarias.
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Devil Never Mistake [YeonBin]
FanfictionOjos rojos sangre. Cuernos negros y retorcidos. Así debería ser un demonio. O eso creía SooBin. El problema, el demonio que lo veía desde la ventana, no podía ser más lejano a eso. Sexy y jodidamente caliente, el demonio lo veía todas las noches y...