Sip. SooBin no se equivocó ni un poco. El demonio no se detuvo.
De alguna forma u otra, el demonio encontró el modo de meterse entre sus pantalones más de una vez durante el día, SooBin dejándolo hacer lo que quisiera. Era imposible para él negarse. Simplemente no podía.
No, quería detenerlo.
La resistencia inicial totalmente diluida. Si bien en un principio la idea no le gustaba, por demasiadas razones para enumerar - la principal que jodía su moral-, estas habían quedado arrimadas por la insistencia del ser infernal. YeonJun se había encargado de destrozar su triste moral con su avasalladora voluntad, dejando su oposición tan desplazada, que sus aprensiones quedaron prácticamente olvidadas en el fondo de su cabeza, SooBin sin recordar siquiera porqué deseaba detenerlo en un principio, cuando lo hacía sentir tan, tan bien.
Jodida y maravillosamente bien. Las manos demoniacas recorriendo su piel, borrando el susto de muerte que le dio el día anterior.
SooBin no sabría decir si las caricias de YeonJun manipularon su memoria o razonar en algún punto; solo podía asegurar que esa mañana, sus piernas estaban cerradas por un candado imaginario, pero para el mediodía YeonJun ya había descubierto la llave adecuada, y en la noche ya estaba abierto todo lo que podía mientras su entrada era follada por la habilidosa lengua del demonio.
Tan decadente y pecador como podía sonar. Igual a como sonaban sus gemidos rebotando por la estancia.
Nunca SooBin había escuchado su propia voz llegar a esos decibeles, pero, si era sincero, jamás había estado en el lado receptor como era con el demonio.
Literalmente, YeonJun estaba cavando en su interior y mostrándole todos los tesoros guardados que el placer podía ofrecer.
Rasgando con sus uñas las sábanas, SooBin se arqueó ante un espasmo especialmente fuerte, sus músculos contrayéndose. Liberó un gemido gutural mientras se corría por milésima vez en ese día. O noche. No estaba seguro. Había perdido la cuenta de sus orgasmos y de la hora.
Sólo quería más del toque del demonio, adicto.
Lamiéndose los labios con lujuria, YeonJun miró el resultado de su trabajo, su víctima e invocador viéndose tan destrozado, que era perfecto.
El cabello oscuro estaba esparcido desordenadamente por la frente perlada de sudor, rojizas mejillas y labios aún más rojos por todos los besos que le había robado. Su piel pálida brillaba con gotas condensadas de sudor entremezcladas con hilos blancos de esperma.
Arte y erotismo en una sola visión que le hizo agua la boca.
Embelesado, YeonJun paseó sus dedos largos por los blancos hilos sobre el firme y trabajado abdomen. Lo esparció entre los ligeros solevantamientos de músculos definidos, figuras sin forma dibujándose sobre la piel. Satisfecho, se llevó su arte a los labios, YeonJun paladeando la punta de los dedos con su lengua.
Hum. La esencia del humano era almizclada, fuerte y poderosa.
Sus ojos centellearon con el poder de la oscuridad, sus fuerzas recargándose una vez más ante su sabor y energía.
Llevaba todo el día exprimiendo al humano, obteniendo su vitalidad, pero quería más.
Nunca era suficiente para un demonio de la noche y el sexo; y ahora que había oscurecido del todo, con más razón sus poderes exigían saciarse por completo con esa alma humana.
Era hora de cumplir su trato en totalidad.
Con una sonrisa torcida y sádica, YeonJun paseó sus dedos por la suave mejilla contraria con inusitada delicadeza, tan contraria al aura que irradiaba. SooBin tenía los ojos cerrados y la respiración trabajosa, pero tan pronto sintió la caricia, parpadeó y lo miró de soslayo.
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Devil Never Mistake [YeonBin]
FanfictionOjos rojos sangre. Cuernos negros y retorcidos. Así debería ser un demonio. O eso creía SooBin. El problema, el demonio que lo veía desde la ventana, no podía ser más lejano a eso. Sexy y jodidamente caliente, el demonio lo veía todas las noches y...