EPILOGO

65 11 0
                                    


- No lo entiendo, ¿para qué quieres el libro? – consultó Kai.

Era viernes. Tarde de videojuegos y anime. Nada fuera de lo usual.

Kai extendió el viejo libro sobre la mesa de forma despreocupada y casi, melancólica. Decepcionado.

- Solo curiosidad – explicó SooBin con igual despreocupación, sin siquiera molestarse en hacer el ademán de agarrarlo.

- Hum...supongo que para eso es lo único que sirve, curiosear. Es una lástima que la invocación no haya funcionado

SooBin chasqueó la lengua, en desacuerdo.

- No sé porque te decepciona tanto. Ni siquiera lo invocaste tú mismo - le increpó con ojos entrecerrados.

Kai se encogió de hombros, quitándole importancia al asunto.

- Es más divertido cuando eres el espectador – bromeó.

SooBin rodó los ojos.

Si supiera...

- Jaja...muy gracioso – bufó.

- En fin, te lo regalo. Ya no me interesa ese libro...

- Solo porque no resultó como querías – le encaró SooBin, la serie de anime que veían en la televisión quedando en segundo plano, las voces de los personajes siendo música ambiental.

- Exacto – aceptó Kai sonriente. – Por cierto, hoy me voy más temprano

SooBin arqueó una ceja, curioso.

- ¿Tienes una cita?

- Algo así. Bahiyyih tiene una cita con un idiota, y yo soy su chaperón

SooBin tosió tan pronto lo escuchó, atragantándose con su propia saliva, una carcajada atascándose entremedio de todo eso.

- ¿Chaperón? ¿Qué es eso?

- Ya sabes. La persona que acompaña a una dama para que el gorila con que sale, no se aproveche – aclaró Kai frunciendo el ceño al final.

- En otras palabras, vas a proteger la inocencia de tu hermana pequeña

- Exacto y creo que mejor me voy. Conociendo a mi hermana, seguro se va antes, solo para que no los acompañe

- Ya lo creo – admitió SooBin riendo ligero a las aprensiones de su amigo.

Despidiéndose, Kai salió raudo de su departamento, SooBin viéndolo partir con una sonrisa. Tan pronto sus pasos no se escucharon y el silencio reinó, la mueca de SooBin cayó.

Con ojos inexpresivos cerró la puerta y miró en dirección al libro. En un par de pasos se acercó y lo tomó entre sus manos. Tenía el mismo peso que recordaba y textura. Avanzó hacia la cocina con él mientras hojeaba su contenido, hasta que lo encontró.

Extendiendo el libro sobre la mesada, vio el encantamiento de invocación. El mismo que había pronunciado tiempo atrás para atraer a ese miserable demonio a su vida.

Ese ser del mismísimo infierno que había hecho arder sus entrañas y lo había poseído hasta consumirlo por completo.

Sonrió para sus adentro. Paseó sus largos dedos con adoración y deseo, la suavidad satinada del papel recordándole la piel del demonio.

El demonio que le había robado la razón, el cuerpo y el alma.

Igual que una poderosa droga que lo volvió adicto con solo probarla.

Manteniendo la sonrisa, arrancó la hoja de un tirón con la invocación.

Era hora de reunirse con él.

Encendiendo una vela - una decente y no una de cumpleaños-, derramó un poco de cera sobre la mesada antes de poner la vela encima y así asentarla con esa base improvisada. Miró la invocación una vez más, memorizando sus palabras a fuego.

Memorízalas y seré solo tuyo.

Recuérdalas y volveré a ti.

Retén esas palabras tal como deseas retener la lujuria en tu cuerpo.

Con las palabras escritas en su cerebro - las voces de su inconsciente motivándolo a no olvidar ni una-, inclinó el papel, el fuego de la vela encendiendo la hoja.

Con ojos oscuros, vio llamas anaranjadas y violetas consumir el pedazo de papel mientras de su boca salían las mismas palabras que ahora ardían. Ardían al igual que él con el demonio; el resultado siendo el mismo. Cenizas.

La llama de la vela flaqueó, una presencia oscura apareciendo a su lado.

Sentado sobre la mesada y sonriendo maligno, YeonJun observó los ojos desenfocados del humano. Sujetó el hermoso rostro del mentón.

- Bien hecho – lo felicitó, aunque sabía que SooBin ya no lo escuchaba, presa del deseo.

El adicto esperando con ansia su droga.

Había corrompido su alma con el pecado de la lujuria, SooBin deseando solo su toque y escuchando solo sus órdenes. Ya no tenía voluntad, era un muñeco que solo buscaba ser llenado por la lujuria del demonio.

Por la lujuria de YeonJun.

Y por supuesto, el demonio le daría lo que deseaba. Una y otra vez, obteniendo en cada encuentro su vitalidad. Su alma por completo.

¿Y quién sabe? Tal vez en esos mismos encuentros aprovecharía de quemar cada página de ese maldito libro, tal como quiso en un inicio.

Tenía al humano y al libro. Todo saliendo tal como imaginó.

Porque un demonio nunca se equivoca

Devil Never Mistake [YeonBin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora