El Cumpleaños

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Cassidy estaba mirando por la ventana del coche, aburrida y esperando. Era su cumpleaños, pero no se sentía emocionada, no desde hace años. Siempre era la misma historia: ir a su fiesta donde solo encontraría a gente que apenas conocía, les darían unos patéticos regalos y se irían. Aunque sus padres habían intentado invitar a más niños a sus fiestas e incluso sobornarlos para que jugaran con ella, Cassidy no se veía muy interesada en intentar ser amiga de estos niños. Agradecía los intentos de sus padres, pero realmente no era algo que funcionara. Mientras miraba por la ventana, podía ver que se acercaban a su destino.

"¿Emocionada, cariño?", le dijo su madre, sacándola de sus pensamientos. Cassidy vería a su madre, una mujer de pelo negro y lacio, de quien había heredado su color de pelo que ahora llevaba en dos coletas.

"Oh, ¿sí? Claro, mamá", respondería la pelinegra sin ocultar su poca emoción. Su padre, un hombre robusto con pelo castaño y una barba que tapaba gran parte de su cara, la miraría para luego mirar a su madre con una expresión algo preocupada.

Cassidy, al sentir que el auto paraba, abriría la puerta del coche rápidamente, saltando al suelo y mirando el gran cartel del oso marrón que la saludaba con una sonrisa e invitaba a pasar.

"Por supuesto", suspiraría Cassidy para caminar hacia la entrada. Al escuchar un pitido del carro, se voltearía y vería a sus padres saliendo del carro.

"¿Puedes esperarnos? Es peligroso andar sola", le diría madre.

Cassidy suspiraría, pero sabía que tenían razón. Había visto muchas novelas para entender los peligros del mundo. Luego, al ver cómo sus padres se bajaban, la pelinegra iría con ellos, abriendo las puertas. El olor a pizza llegaría a Cassidy de inmediato mientras veía a un grupo de personas que, al verla, le deseaban un feliz cumpleaños. Cassidy, sin mostrar un cambio real de expresión, solo diría:

"Vaya, gracias".

* * *

Cassidy estaba sentada en una de las mesas, simplemente en sus pensamientos. Había recibido algunos regalos, principalmente muñecas y peluches. También una cocina de juguete, lo cual Cassidy supuso que estaba bien, pero, meh, las cosas eran iguales de aburridas. Al sentir que alguien le tocaba el hombro, se voltearía. Era Gabriel, uno de sus compañeros de la escuela.

"Hola, Cassidy. ¿Cómo la estás pasando?", le preguntaría.

"Bien, supongo", respondió ella.

"Ya veo. Oye, los chicos y yo estamos jugando en la piscina de pelotas. Me preguntaba si tú quisieras..."

"No estoy interesada, gracias", interrumpió Cassidy.

Gabriel suspiraría sin mostrar sorpresa.

"Cassidy, no sé qué te pasa, ¿ok? Porque actúas siempre así, pero realmente estoy intentando que no estés sola aquí. Es tu cumpleaños, se supone que la pases bien. Tú solo estás aquí pensando".

Cassidy callaría un momento para luego mirar a Gabriel.

"Lo siento yo, quiero estar sola, ¿sí?"

"De acuerdo, pero estaremos allí. Si quieres unirte, puedes hacerlo".

"Claro, gracias", respondería la pelinegra sin intenciones de ir. Esta volvería a sus pensamientos una vez más. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué se hacía esto a sí misma? Cassidy voltearía a ver los grandes animatrónicos que se movían de un lado a otro de manera mecánica y robótica. Eso le parecía espeluznante y tonto. En serio, ¿había niños que creían que eran reales acaso? Sus ojos se posarían en Freddy, su mandíbula moviéndose de arriba a abajo una y otra vez. Ella comenzó a imaginar la sangre brotando de él, taparía sus ojos para no imaginárselo, pero la imagen estaba plasmada en su cabeza. Aunque eso no tenía sentido, ella ni siquiera estaba ese día, no había llegado.

El Oso y La Marioneta (cassidy x charlie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora