Capítulo 6

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Las suaves sábanas de color plateado eran apretadas con desesperación por aquélla mujer, quién entre gemidos y constantes lagrimas caer ante su éxtasis, era contemplada por aquél demonio de orbes dorados/carmesí; quién mordia el muslo interno izquierdo, manteniendo la pierna de la fémina apoyada encima del hombro mientras aprieta sus caderas.

Su blanquecino cuerpo había sido marcado por incontables mordidas, cuya sangre logró hacer caminos por sobre la piel y dejar como si se tratase de un lienzo en las sábanas. Era un deleite, única belleza para el demonio en tener en sus manos a su pareja, su mujer, su tesoro más valioso, verla retorcerse y rogar que se detenga, era música para sus oídos.

Él quería más, necesitaba más de ella, así que sin darle tiempo a que la fémina pudiese respirar mejor o inclusive llegar a decir algo, detuvo su mordida procediendo en dirigir sus labios a esa zona íntima de la contraria, la cuál se embriaga con su delicioso aroma, comenzando un lento camino de la parte inferior de aquéllos labios, subiendo poco a poco hasta llegar a la parte superior en donde abre con la punta de la lengua logrando liberar su clítoris.

Ya en ese punto, la fémina no pudo resistir soltando un gemido en todo su esplendor, como si diera pase libre a que ciertos demonios, también disfrutaran de dicha sinfonía en aquélla sala, cada uno en distintos puntos, con sus ojos cerrados, respiración agitada, sus colmillos estar más marcados al igual que las venas que resaltan de sus cuellos, rostros y partes del cuerpo.

Aizetsu yace de rodillas, con su torso desnudo, apretando la prenda que se había quitado, soltando cortos jadeos.

Karaku, recostado en la alfombra frente a la chimenea, mordiendose el labio y tocarse lentamente su abdomen cuyas uñas van cortando su piel.

Urogi se encontraba apoyado en una esquina, sumamente acalorado e imitando la misma acción que el ojiverde.

Mientras que Sekido, estaba sentado en el amplio sofá con su Yukata abierta dejando a la vista casi todo su cuerpo, gruñiendo y luchando con toda esa sensación placentera que el mismo Zohakuten les brindaba a sus clones. Ellos podían sentir, saborear, oler, y disfrutar en todo aquél acto de placer, mientras se mantenían alejados y no interrumpir tal unión de su clon, esperando en ser llamados por éste.

P-Por favor...de-detente...- {no podía soportarlo, me sentía sin vida. No podía abrir mis ojos ni tragar mi saliva como es debido}.

Mientras más...hmm...me lo ruegues...- {Succiona y estimula más profundo su hinchado clítoris} - no me...detendré.

Él había sido claro y no cambiaría su palabra, sometiendo a la fémina al ingresar su lengua la cuál alarga un poco en su interior, recibiendo todo su calor y sabor, sujetando con firmeza sus caderas tras verla arquear la espalda y gritar aún más.

"Grita...grita más, Inessa. Más vas a provocarnos" - {dijo mentalmente el ojidorado, invocando a los demás clones}.

Es así, como aquél sueño, cuya premonición había tocado la conciencia de la mujer, se estaba haciendo realidad. En esa desesperación la fémina quiso tomar la cabeza de su pareja y alejarlo de su intimidad, pero sus manos nunca llegarían a cometer tal acto tras sentir como sus muñecas fueron tomadas a sus costados por dos de esos clones.

Contrato Demoníaco - (Hantengu "clones")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora