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Mi día comenzó como una rápida extrañeza, pues un recuerdo de la infancia me sacudió de mi profundo sueño, despertándome con un sentimiento de temor latente. Aunque suene contradictorio, considerándome una chica inteligente y madura para mi edad, no pude evitar experimentar ese miedo, desencadenado por fuertes relámpagos que iluminaban la oscuridad de la noche. A pesar de mi usual capacidad para superar mis miedos, en esta ocasión me encontré sin acceso a mi fiel aliada, la almohada corporal que solía calmarme y ayudarme a conciliar el sueño.
Ante esta situación, decidí salir de mi habitación y dirigirme a la de Takashi, a pesar de que sabía que podría parecer inapropiado. Al abrir la puerta, Takashi mostró sorpresa al verme fuera de su habitación, y sin muchos rodeos, simplemente lo abracé, solicitándole a mi manera y con timidez que me permitiera quedarme a dormir con él. Ante mi pedido, Takashi, en un gesto comprensivo, dirigió su mirada hacia la ventana y entendiendo lo que pasaba asintió con la cabeza y accedió. A partir de ese momento, me acurruqué junto a él en su cama, buscando refugio en su presencia tranquilizadora.
Aunque podía parecer mal visto, esta decisión de compartir la cama con Takashi iba más allá de la simple necesidad de superar un temor momentáneo. En este contexto, experimenté una mezcla de emociones inéditas al dormir con alguien más. A diferencia de otras ocasiones en las que ya habíamos compartido el espacio para descansar, esta vez todo tenía un matiz diferente. Takashi no estaba ahí con intenciones de protegerme o consolarme; simplemente estaba presente para mí, dispuesto a ayudarme en lo que fuera necesario. Esta actitud reconfortante me hizo sentir en paz, y poco después, me sumí en un sueño profundo.
Al despertar, una sensación de intriga se apoderó de mí al darme cuenta de que no me encontraba en la habitación de Takashi, sino en la mía. Este cambio repentino generó una gran incertidumbre acerca de cómo había llegado a este lugar. Mientras reflexionaba sobre este enigma, un suceso aún más intrigante ocurrió: llamaron a mi puerta, y para mi sorpresa, uno de los empleados de la casa me notificó que mi padre deseaba hablar conmigo.
La curiosidad aumentó considerablemente ante la perspectiva de descubrir el motivo de la convocatoria de mi padre. Sin opciones y movida por la incertidumbre, me dirigí a su encuentro. En el camino hacia la oficina de mi padre, me crucé con Takashi, quien también había sido convocado. Su expresión de extrañeza coincidía con la mía, ya que ambos nos preguntábamos qué podría estar sucediendo.
Antes de que tuviéramos la oportunidad de intercambiar palabras, mi padre salió de su oficina y, con gesto enigmático, nos indicó que entráramos los dos. Nos adentramos en la estancia, donde la tensión en el ambiente se palpaba. El misterio de la situación y la presencia de Takashi añadían capas de intriga a la situación.
Pero después ocurrió algo un tanto peculiar, ya que mi padre me reveló que estaban planeando realizar un ajuste en la disposición de las habitaciones para dar cabida a más supervivientes que lograron escapar de los infectados. Como parte de este cambio, me mudaría temporalmente a la habitación de Takashi. Su explicación incluyó el dato de que no deberíamos sorprendernos, ya que él mismo había implementado una medida similar con el padre y la niña Alice, a quienes había trasladado a la habitación de la enfermera Shizuka. Además, había llevado a cabo una maniobra similar con Rei y Hisashi.
Esta revelación me dejó inicialmente perpleja, pero al recordar los momentos de necesidad que transcurría afuera con los infectados entendí mejor todo, como con la familia de Alice, Rei y Hisashi, comprendí que mi padre tenía razones estrategicas para tomar esta decisión. Aunque me resultara un tanto inesperado, entendí que era necesario aceptar el cambio y adaptarme a mi nueva situación en la habitación de Takashi.
En ese momento y de manera inesperada el planteo una pregunta interesante. Después de la perspicaz pregunta de Takashi, planteada con una inteligencia que destacaba, sobre si estaríamos confinados hasta que la infección finalizara o si nos trasladarían a otro lugar, me di cuenta de que nunca me había formulado esa interrogante, sumergida como estaba en las complejidades de mi propia experiencia. La respuesta de mi padre ante este cuestionamiento fue sorprendentemente reveladora.
"Exactamente, este lugar funciona como un punto de acceso para recibir a todas las personas que podemos ayudar. Las examinamos y, si están libres de infección, las trasladamos a otro sitio", explicó mi padre, arrojando luz sobre el propósito de la mansión Takagi. De repente, todo comenzó a encajar en mi mente, revelando un panorama más amplio de la situación. La razón por la cual mi padre no podía mantenerme en la mansión con mi madre se volvía más clara, ya que representaba un peligro potencial. Además, surgió una petición inesperada de mi parte hacia Takashi.
En medio de la explicación sobre el funcionamiento del lugar, mi padre formulo una solicitud al joven Takashi: le perdió que asumiera el papel de mi esposo. La proposición dejó mi mente en blanco durante unos segundos, absorbida por la intensidad de la petición y la complejidad de la situación en la que nos encontrábamos.
Sin duda, la razón que mi padre compartió empezó a esclarecer el panorama. Nos contó que el lugar al que nos trasladarían era un albergue militar, y dentro de este, realizarían una distribución que separaría a las personas hacia distintos destinos. Esta revelación agitó fuertemente las preocupaciones de mi padre, quien temía por mi seguridad en medio de la incertidumbre de la situación. Sin embargo, su posición le permitió obtener información valiosa: los matrimonios tendrían la oportunidad de permanecer juntos en una misma habitación. Esta posibilidad era lo que él anhelaba para asegurarse de que estuviera a salvo. Y, ¿quién mejor que Takashi, a quien mi padre denominaba como "el protector perfecto para Saya"?
Este título para Takashi me dejó sin palabras, ya que era, de alguna manera, una declaración indirecta de que él sería la persona idónea para cuidarme y velar por mi seguridad. Sin embargo, esta perspectiva también implicaba una verdad que me impactó: la posibilidad de que me mudara y que, quizás, no volviera a ver a mis padres por un largo tiempo o de manera definitiva. Esta realidad me entristeció profundamente, llenándome de melancolía al comprender cuánto me valoraban mis padres y cuánto les importaba mi bienestar. A pesar de la tristeza, la idea de la partida se mezcló con un sentimiento agridulce de reconocimiento y amor por parte de mi familia.
Después de que mi padre compartiera con Takashi la petición de que asumiera el papel de mi protector y esposo en el futuro albergue militar, Takashi respondió con una aceptación tranquila. Expresó que entendía la magnitud de la responsabilidad que se le encomendaba y que no podía negarse a esta petición, argumentando que yo era lo único que le quedaba en el mundo, una conexión vital que le recordaba que aún existía, a pesar de la pérdida de todas las demás personas cercanas a su alrededor incluidos sus padres.
Ante esta respuesta, mi padre, con un semblante serio y decidido, anunció que todo estaba decidido. Nos instó a retirarnos de su oficina, indicando que no tenía más que decirnos en ese momento. Al abandonar la oficina, fuimos escoltados de regreso a nuestras habitaciones, dejándonos con la tarea de procesar la magnitud de la decisión que acabábamos de tomar.
Mientras reflexionaba en silencio, la realidad de nunca más volver a ver a mis padres, la idea de un matrimonio inesperado y el cambio de mi apellido a Komuro, fusionándolo con el de Takashi, se apoderaron de mis pensamientos. Mi nuevo nombre, Saya Komuro, resonaba en mi mente, marcando el comienzo de una nueva etapa de mi vida. La idea de asimilar todos estos cambios me llevó a exhalar profundamente mientras dirigía la mirada al techo. Había mucho por asimilar, y la magnitud de estas transformaciones se hacía palpable en el aire.
Justo en ese momento, un empleado tocó a mi puerta y me comunicó que era hora de preparar las pocas pertenencias que tenia, ya que debía cambiarme de habitación. Dado que no poseía muchos objetos, realicé el traslado hacia la habitación de Takashi sin mayores complicaciones. Al llegar, Takashi abrió la puerta para recibirme, y el empleado nos informó que nuestro próximo destino estaría fuera de la mansión Takagi. Nos advirtió que podríamos extrañar el lugar, pero debíamos prepararnos para lo que vendría después. Después de sus palabras, Takashi cerró la puerta con determinación.
Una vez dentro, Takashi manifestó su disposición a dormir en el suelo, permitiéndome ocupar la cama. Explicó que comprendía la dificultad de lo que estaba sucediendo y lo que nos deparaba en el futuro, reconociendo que necesitaba mi espacio. Su gesto afectuoso me conmovió, ya que demostraba que realmente entendía mis sentimientos y estaba dispuesto a hacer lo posible por hacerme sentir mejor. Agradecí su consideración, pero al mismo tiempo le hice hincapié en que no era necesario. Además, recalqué que, a partir de ese momento, debíamos actuar como un matrimonio joven y estar lo más cerca posible el uno del otro para que nuestra relación fuera creíble.
Takashi comprendió mi perspectiva y asintió con la cabeza, demostrando su compromiso con el plan que habíamos trazado. Esta pequeña interacción marcó el inicio de nuestra nueva realidad como pareja en este complicado escenario, donde la comprensión mutua y la colaboración se volvían esenciales para enfrentar los desafíos que se avecinaban.
Luego de abandonar la habitación, nos dirigimos hacia el comedor para recibir la tan esperada comida, ya que la hora del almuerzo había llegado. En la mansión Takagi, las reglas eran claras y debíamos cumplirlas rigurosamente. Debíamos estar puntualmente en el lugar designado como el comedor, ya que ahí solo nos proporcionarían una comida al día. Si no llegábamos a tiempo, nos arriesgábamos a pasar el día entero sin recibir alimentos. Además, las reglas establecían que únicamente podíamos consumir la comida dentro del comedor; estaba terminantemente prohibido llevarla a nuestras habitaciones. Cualquier violación de estas normas podría resultar en la expulsión de la mansión.
Al llegar al comedor, nos entregaron la comida en bandejas de plástico acompañadas de vasos de agua. La situación nos obligó a comer literalmente en el suelo, lo cual resultaba incómodo y poco convencional. Aunque la incomodidad era evidente, comprendimos que nuestras opciones eran limitadas y que debíamos adaptarnos a las reglas establecidas en la mansión Takagi.
En este entorno regido por normas estrictas, cada experiencia cotidiana se convertía en un recordatorio de la necesidad de conformarse a las reglas para mantener nuestro lugar en esta residencia peculiar.
La comida, a pesar de ser servida con un buen sazón, resultaba peculiar al ir acompañada únicamente de un vaso de agua. Aunque la costumbre de comer de esa manera era algo poco usual para mí, comprendí que era algo a lo que tendría que acostumbrarme en la mansión Takagi.
Después de la cena, Takashi inició una conversación con el resto de los sobrevivientes del instituto Fujimi para conocer sus experiencias y lo que había sucedido con cada uno de ellos. La enfermera Shizuka compartió que, a pesar de ser una doctora, no fue requerida en el equipo médico debido a su especialización en tareas menores, lo que la relegaba a la categoría de civil. Por otro lado, el padre y su hija Alice simplemente mencionaron que no tenían nada particular que declarar, aparte de la dinámica de sueño en la que compartían la cama mientras la enfermera Shizuka dormía en el suelo. Aunque esto no les resultaba molesto, el padre señaló su experiencia de que el suelo era bastante frío.
Kishou, nuestro compañero herido, informó que ya estaba en proceso de curación, solo esperaba que sus heridas comenzaran a formar costra para considerarse completamente curado. Sorprendentemente, reveló que ahora compartía habitación con Saeko, lo cual generó cierta incomodidad ya que Saeko expresó su descontento debido al fuerte ronquido de su compañero de cuarto, al que no dejaba descansar. Por parte de Rei y Hisashi, no había mucho que declarar, salvo que Hisashi debía estar atento para evitar que Rei se cayera de la cama, lo que le dejaba sin mucha energía al día siguiente.
En cuanto a Kotha, compartió un detalle perturbador al expresar su malestar por tener como compañera de cuarto a una chica que orinaba de pie. Esta revelación sorprendió a todos y, con gestos, le indicamos que sería prudente detener esa línea de conversación para evitar tener que dar explicaciones incómodas a la niña en cuestión.
Después de intercambiar información sobre sus respectivos destinos en el albergue militar, cada uno regresó a sus habitaciones.
En ese momento, me sumí en pensamientos profundos, ya que eran muchas las cosas que tenía que procesar. A medida que el día avanzaba, la noche se hizo presente, y con ella llegó una hora en la que el cansancio comenzó a vencerme. Le pedí a Takashi si podía abrazarme mientras me dormía, a lo que él asintió amablemente. Nos acostamos juntos, experimentando una proximidad que, aunque existente, estaba teñida de cierta incomodidad. Sin embargo, en un gesto reconfortante, Takashi me abrazó, acercándome a su pecho. Con palabras tranquilizadoras, me aseguró que todo estaría bien mientras él estuviera a mi lado.
Aunque inicialmente me sentía incómoda, con el tiempo esa incomodidad se desvaneció. Me encontré tranquila y relajada en sus brazos fuertes y su pecho firme escuchando sus latidos, y al final, al pasar el rato, me dejé llevar por la sensación de seguridad que sus abrazos proporcionaban en mi. A medida que el sueño se apoderaba de mí, me sumí en un estado de relajación, encontrando cierta paz en la presencia reconfortante de Takashi. Con el tiempo, la noche avanzó, y el sueño finalmente se apoderó de nosotros.

Hi, ¿como están lectores de Wattpad? Espero que estén muy bien, si llegaron hasta aquí significa que leyeron todo el capítulo, si es posible les agradecería que me dieran sus opiniones en los comentarios, compartan, conspiren conmigo y comenten que les pareció el capítulo de hoy.
También paso a recomendar a la escritora Hissmy por ser mi inspiración para hacer está historia, te invito a ir a checar su perfil que te prometo que no te vas a arrepentir.
Sin más que decir hasta el próximo capítulo.

El ser al que ni el tiempo fue capaz de vencer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora