Mi prometido

304 21 6
                                    

Y fue entonces donde recordé todo lo malo que había hecho y todo lo bueno que atreví a gozar, ¿este era mi castigo?


Mis pensamientos carcomían mi cabeza

"¿Ya no me querrá? ¿Se habrá ido con alguien más? ¿Se le olvidó? ¿Se olvidó de mí? ¿Me lo merezco? ¿Soy mal novio?"

No sabía que sería peor que eso.


Conocí a Akaza-dono desde primaria, sin embargo tenía la sensación de haberlo conocido desde mucho antes. En esos entonces puedo vagamente recordar que no éramos de todo cercanos. Pero claro, algún día cedería ante mis encantos, o yo aprendería a apreciar los suyos. Mejoramos y al tiempo nos convertimos en una hermosa pareja, todos los días a su lado eran hermosos, lo amaba con cada parte de mi cuerpo y alma, hasta incluso creo que más. Aunque suene enfermizo mis días sin él no eran nada, quería estar con él todos los días de mi vida así que hace ya tiempo tomé la decisión de hacerlo mi esposo.

Nos casaríamos, viajaríamos, nos divertiríamos, todo para olvidarme de la horrible enfermedad que me estaba consumiendo. Akaza sufría por mí, pasaba las noches totalmente atento a mí, siempre con el miedo de que yo ya no despertara a su lado. Siempre intenté mostrar mi mejor rostro, sin embargo mi físico no colaboraba, cada día me costaba más las cosas más simples. Estaba cansado, cansado de ver a mi hermoso Akaza con sus ojos rojos e hinchados, cansado de no poder levantarme y abrazarlo con fuerza.

Con mi último aliento le pedí con cariño que se acercara.

Le robé un dulce beso, respire hondo y seguí.

-Te amo-

Akaza me vio y siguió llorando con más intensidad, aunque intentó sonreír y corresponderme no podía. Se tumbó al lado de mí y me llenó de besos. Di mi última sonrisa y cerré mis ojos.








Desperté, en la misma cama con mi pelirosa al lado. Me recibió con una cálida sonrisa.


Aún solía tener esas pesadillas, que me alejaba de mi hermoso prometido, no me importaba en absoluto mi enfermedad, más no quería dejarlo solo, a mí me mataría que él fuera el que estuviera así, tanto que yo daría mi lugar por él, le rogaría a quien fuera para que me llevará a mí y que a él le dejara en paz.

Mi enfermedad por extraños motivos se había esfumado hace aproximadamente 1 año. Estábamos totalmente confundidos y agradecidos, desde que me alivié empezamos a planear la boda de nuestros sueños, contratamos, rentamos y compramos lo que quisimos y hoy por fin era la gran fiesta.

Akaza y yo estuvimos toda la mañana casi pegados, compartiendo pequeños roces de nariz acompañados por más besos tiernos, caricias en el cabello, abrazos y palabras lindas.

Cada que lo miraba me enamoraba aún más de él, aunque ya estuviera totalmente adueñado de mi corazón.

A la tarde cada uno nos fuimos a arreglar a sitios distintos, no podía esperar a ver a su prometido. Toda la tarde se la pasó imaginando qué clase de traje traería.



Douma llegó a la iglesia, saludó a sus invitados y se paró junto al altar, sólo quedaba esperar.

Esperó y esperó, pasaron los minutos, se hicieron horas, las horas días, de días a meses y exactamente hoy se cumplía el año. Akaza nunca apareció.


Más bien, sí lo hizo pero Douma nunca lo aceptó.

A las 2 horas de estar esperando en el altar Douma recibió una llamada de su querido suegro.




Akaza estaba muerto.






Douma corrió con todas sus fuerzas de allí. Llegó rápidamente al hospital viendo el pálido rostro de su novio tendido en la camilla. Los doctores nunca pudieron decir qué fue lo que le sucedió.





Actualmente Douma seguía demacrado, aún más al encontrar las respuestas que los doctores nunca le dieron.



Entre las camisas de Akaza se encontraba una hoja, en aquella describía que él había hecho un trato con alguien llamado "Muzan" para que le quitara la enfermedad a su rubio. El demonio aceptó con la condición que Akaza la tomara en su lugar, Akaza sin dudarlo lo aceptó.





Douma corrió al monte donde ese supuesto ser aparecía, entró con fuerza y fue recibido por aquel ser que sin dudarlo acabó con la vida de Douma.

El rubio cayó al suelo desangrándode y antes de cerrar su ojos logró ver a su prometido con su hermoso traje blanco un ramo de rosas azules y blancas y acarició con cariño su mejilla.




-Te amo-

Dijeron en unisono con una profunda tristeza para que en un instante ambos desaparecieran y fueran por caminos opuestos.

One Shorts DouakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora