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Día siguiente, Leclerc no lo podía creer, ya llevaba
dos noches durmiendo ahí y definitivamente hoy
se tenía que ir.

Se levantó y todos se estaban alistando para irse
al recalentado.

— Oigan, ¿alguno de ustedes sabe como llegar a
Polanco desde aquí? — todos se le quedaron
viendo. — ¿Qué?

— Ya te vas a ir, mamón. — Carlos ya se había
acostumbrado a él, no lo iba a negar y realmente
no estaba preparado para cuando se fuera.

— Si, tengo que hacer varias cosas. Y ni siquiera
hablamos para lo que venía. — el mexicano llevó
a Leclerc de nuevo a la habitación para hablar a
solas.

— Perdón por tenerte aquí metido un día. — se
disculpó por lo egoísta que había sido, pero, ¿cómo
culparlo? Amaba tener a Char ahí.

— No importa, supongo que es divertido. —
Realmente había sido una buena experiencia, única
y era, pero buena al final de cuentas.

— Entonces, ¿si la hizo el barrio contigo? —
Carlos estaba feliz por las palabras del ojiverde.

— Vuelve a decir eso y te juro que no me ves más.
— siempre su naco tenía que decir algo así. Pero
aún tenían que aclarar algo. — y por lo que estabas
enojado, él se llama Max Verstappen y es de mis
mejores amigos, literal de mis mejores amigos y te
aseguro que jamás podría pasar nada entre él y yo,
porque él está súper flechado con un chico.

— ¿Que chico? — Carlos quería saber todo lo
posible.

— Sergio Perez, sé que es tu amigo. Lo descubrí
cuando salimos al concierto y ese día estábamos
muy juntos porque yo le estaba contando sobre
Sergio.

— ¿cómo conoce al Chequito?

— pues siempre van a ver a Lando, así que por eso
lo ubica.

— ¿Seguro que no te gusta?

— Muy seguro. — se acercó a Carlos y le dió un
poquito rápido en la mejilla.

El mexicano quedó congelado y Leclerc salió casi
corriendo de la habitación.

『¡NAC!🍓』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora