Capitulo Quince

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El orgullo que sentía era inmenso, eran la pareja más ilustre que Hogwarts jamás hubiera visto, inteligencia, belleza, talento ¡vaya vaya! Lo tenían todo.
En algún momento escuchó decir que "es solitario estar en la cima", y por tres años estuvo de acuerdo con eso, pero no más.

Después de un delicioso almuerzo, estaba de muy buen humor, inesperadamente había disfrutado de dos postres, el furtivo beso que le había robado a Max, justo al salir del Gran Comedor, y medio pastel de caldero que él había obtenido volviendo a transformar la col que se había llevado de la clase de Transformaciones.

Se dirigía con buen paso a su siguiente clase, cuándo de la nada pensó en algo que le llamó la atención, mientras Max regresaba la col a su verdadera forma, ella había notado que alguien los vigilaba, al observar sus alrededores se encontró con la mirada de... ¿cuál era su nombre? Lo había olvidado, pero era el chico que Maximiliano le había presentado en el banquete de bienvenida... ¡Leister! Había cruzado miradas con Leister, el cual al ser descubierto hizo una mueca y se levantó de la mesa de Ravenclaw.

Se preguntó por qué se había comportado así, ella tenía entendido que ambos chicos eran amigos, pero tras recordar un poco, nunca los había vuelto a ver juntos desde aquel banquete.
En parte podría ser que ella estaba monopolizando a Max, prácticamente pasaban juntos todo el tiempo que no usaban para las clases y dormir.
Una punzada de incomodidad la atacó, al estarlo acaparando para ella sola, quizá le estaba quitando su vida social, el que Cassandra no tuviera más amigos no era motivo para que Max tampoco los tuviera, tal vez, de seguir así, él se terminaría hartando de ella.

"No seas estúpida" pensó, y era verdad, tenía que serenarse, Max le había hecho notar en múltiples ocasiones que realmente la quería, conociendo a su novio, él no la dejaría por algo así.
Suspiró tanto por alivio, como para calmarse.

Esperaba que Maximiliano no se estuviera sintiendo solo, ella sabía de sobra lo mal que se siente eso.

Volvió a pensar en los dos chicos, quizá se habían peleado, pero no lo creía, Max sin dudarlo le hubiera platicado sobre eso, se contaban prácticamente todo, habían forjado un muy bonito vínculo de confianza, un cambio agradable y bien recibido para ella, nunca había tenido a alguien a quien hacerle confidencias.

Hablaría con él, le preguntaría si quería que ella le diera algo de espacio, y también si ella estaba siendo demasiado intensa, pero no podía evitarlo, adoraba estar con él, tras muchos, pero muchos años de estar sola, sentía un apego muy fuerte, él había sido el primero en muchas cosas, su primer amigo, su primer amor, su primer beso, su primer confidente, y con él sería su primera...

Se dió una bofetada mental, se había puesto roja como un tomate y la invadia un profundo calor, por las barbas de Merlin ¡¿en qué rayos estaba pensando?!

Se había desviado en demasía, se avergonzó de sí misma, se detuvo un momento, respiró profundamente un par de veces, tras unos cuantos segundos, volvió a estar en control.
Retomó la marcha.

Pensándolo fríamente, era normal que su mente hubiera divagado hasta ese punto, Maximiliano Alazañez era alguien especial, y la hacía sentir de esa misma manera, el simple hecho de besarlo la llevaba a las nubes, era simple cuestión de tiempo que ella considerara subir de nivel, solo que se había pasado, y mucho.

Su novio era un caballero y nunca le había faltado el respeto, ni querido propasarse, y si Cassie estaba en lo correcto, él pretendía que ella dirigiera los avances en ese aspecto, pensar en ello la llenó de un tipo diferente de calor, uno que le llenaba el pecho y se expandía en cada célula de su ser.

Cuándo llegó al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras ya había dejado su mente tranquila, preparada completamente para lo que la clase tuviera preparada, o por lo menos eso creyó, hasta que la voz de la profesora la hizo reconsiderar.

Destinados a la magia definitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora