Capitulo Cinco

62 4 0
                                    

Aún tenía la sensación de sus labios, su muy elaborado y universitario plan, tener un beso tipo Spiderman había sido completamente un éxito, todo gracias a que comenzaba a conocer a Cassandra, y ella a él.
Maximiliano tenía muchas ganas de que se conocieran mejor.

Había sido con diferencia el día más interesante que haya tenido, iba camino a Hogwarts, con la compañía de una chica asombrosa, y ahora tenían golosinas, esperó que Cassie se sentara y se sentó de nuevo junto a ella, ella lo miró expectante.

Él con algo de trabajo sostuvo los dulces solo con el brazo izquierdo, mientras con la mano derecha sacaba la varita, y tras un rápido (y no verbal) conjuro, hizo que los dulces levitaran y se mantuvieran en el aire, sí, quería presumir otro poquito frente a ella.

Ambos comenzaron a comer, primero probó la empanada de calabaza, estaba muy sabrosa, luego que la terminó se llenó la boca con varias babosas de gelatina, pero cuando lo notó, eran demasiadas, así que sobresalían de su boca.
Escuchó una risa contenida y miró a Cassie, que se cubría la boca con la mano entre risitas ahogadas.

Max pensó que seguro se veía ridículo con la boca llena de gomitas, ninguno resistió más y no pudieron evitar soltar una carcajada, lo que no fue buena idea, una de las babosas logró colarse en su garganta, comenzó a asfixiarse, con lágrimas en los ojos volvió a tomar su varita y se apuntó a sí mismo, "¡Anapneo!", pensó, sintiendo de inmediato como la babosa dejó de obstruir su garganta, ya pudo respirar con normalidad y comer las demás que tenía en la boca.

Esperaba que ella no hubiera visto ese bochornoso momento, la miró de refilón, Cassie lo observaba con una mirada de ternura, sonreía levemente, y él notó que ella también había sacado su varita, estaba seguro que estaba lista para ayudarlo si él no hubiera podido hacerlo solo.

Su corazón dió un vuelco y se sonrojó, tanto por la vergüenza, cómo por las emociones que se movieron en su interior, en serio nunca se había sentido así.

Tomó una de las cajitas que levitaban frente a él, una rana de chocolate, había estado esperando probarlas, tanto que había comprado dos cajas completas, tenía pensado juntar los cromos, él siempre se había considerado un aguerrido coleccionista.

- Son muy buenas, me gustan bastante - dijo Cassandra con simpleza, tomando ella misma una de las ranas.

Maximiliano abrió su rana, la cual dió un salto, él la tomó al vuelo y la mordió, sabía muy bien.

- ¿Cuál te tocó? - preguntó la curiosa jóven, mirando la cajita.

Él sacó el cromo del empaque.

- Vaya, es Slytherin, ya tengo uno de los fundadores, ahora solo me faltan tres - respondió contento con su cromo, por los detalles dorados que lo decoraban, esperaba que fuera uno raro.

Pensó por un momento, entonces llegó a una decisión.

- Tómalo, Cassie, este cromo te queda mejor a tí, dado que eres una orgullosa integrante de su casa.

Le ofreció el cromo, el cual ella tomó con timidez.

- ¿Estás seguro? Es el primero que obtienes - le cuestionó con voz dubitativa.

- Seguro, sirve para conmemorar este día, me lo he pasado muy bien contigo, Reina de Slytherin.

Cassandra sonrió levemente ruborizada, lucía convencida, tomó el cromo y lo guardó en su bolso, mientras Max concentraba su atención en abrir el paquete de Grageas Bertie Bott, y tomó una color blanco, la comió y lo tomó desprevenido, hacía años no probaba el sabor del jabón.

- Oye, quiero que tengas esto, no me sentaría bien que te quedarás sin tu primer cromo - la chica le ofrecía el cromo que tenía en la mano.

Maximiliano se sintió levemente decepcionado, quería que ella tuviera un recuerdo de él, pero respetaba su decisión, tomó el cromo y le dió la vuelta, estaba mirando una imagen de Rowena Ravenclaw.

Destinados a la magia definitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora