Capitulo Diecisiete

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Tuvo que contener un gritito, más no pudo evitar el respingo, la había tomado con la guardia baja, su corazón se aceleró tanto por la sorpresa, como por la voz, la única que la hacía emocionar, con ese singular acento que ella terminó adorando, pero no tanto como como al dueño de aquel dulce sonido.

- Max, eres un tonto, me asustaste - se quejó con reproche.

Maximiliano retiró las manos de sus ojos, y la abrazó desde atrás, rodeando su cuello con los brazos.

- Bien hecho, cariño, me hiciste sentir orgulloso con esa poción - la felicitó, dándole un beso en la mejilla.

Se sentía levemente avergonzada, no esperaba que él hubiera visto como le iba en esa clase, que por suerte era de las que mejor se le daban, era evidente, su brillante talento hablaba por ella, y eso sin mencionar que creció viendo a su madre, una experta en pociones.

- Gracias, pero siempre me va bien en esta clase - respondió con dulzura, llevó su mano a la mejilla del chico, con un movimiento hizo que la mirara, y lo besó.
Le encantó que el joven se estremeció levemente, era normal, usualmente era él quien tomaba la iniciativa, pero ella deseaba demostrarle cuánto lo quería, y a Cassandra se le daba de maravilla tomar el mando.

- Ejem - resonó en la mazmorra, ambos se separaron bruscamente, habían olvidado el motivo por el que aún seguían ahí, y Slughorn se había encargado de recordarselos, los miraba con una sonrisa burlona y una ceja levantada.

- Ejem - respondió Max, algo ruborizado - bueno, aquí nos tiene, profesor ¿nos necesitaba para algo?

El profesor se levantó de su escritorio y se acercó, tomando asiento frente a ellos, observándolos con una mirada brillante.

- Bien, iré al grano - expuso Slughorn con un gesto teatral - voy a retomar un antiguo proyecto que había dejado en espera; y ustedes están cordialmente invitados en él, les doy la bienvenida al Club de las Eminencias.

Cassie y Max se miraron, desde luego, ella ya se lo imaginaba, había escuchado de su padre que Horace Slughorn tenía la costumbre de "coleccionar" alumnos prometedores, y también le había contado que el profesor había suspendido sus reuniones por algún motivo, ese tema en particular salía a relucir cuando se agotaban los principales temas para el chismorreo en el Ministerio.

- Disculpe, profesor pero ¿qué es ese club? - preguntó Max, con cautelosa intriga.

El profesor se tomó un par de segundos mirando fijamente a Max, como sopesando la situación, finalmente soltó una breve risa entre dientes.

- Amigo mío, ya lo verás por tí mismo, por ahora, los invito a una pequeña reunión el próximo sábado, les haré llegar la invitación formal tres días antes.

La emoción en la voz de Slughorn era sumamente evidente, Cassie miró a Max y le causó gracia la expresión de leve confusión que tenía.
Nuevamente llevó su mano a la mejilla derecha de su novio, para acercarlo, y lo besó en la izquierda.
Se aclaró la garganta y miró al profesor a los ojos.

- Gracias profesor, estamos muy honrados por recibir su amable invitación, y la aceptamos con placer, estaremos ahí el día y la hora adecuados - recitó ella en un tono estiloso, como su madre le había inculcado.

- ¡Excelente! ¡No puedo esperar! Ahora, pueden retirarse, tórtolos, que Luna ya no tarda en llegar.

Ambos se despidieron y salieron del aula, tomados de la mano.

- Debo enseñarte a actuar en situaciones similares, querido, o nunca brillarás en sociedad, y eso es impensable.

- Sí se comportarme en situaciones así, Cassandra, únicamente me distrajo el ofrecimiento, pensé que nos había mandado llamar para algo más importante - se defendió él.

Destinados a la magia definitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora