Dakota Wells

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Me llamo Dakota, aunque todos me llaman Daka.
Vivo en España, concretamente en Tarragona cerca de la playa.
Tengo venti-ocho-años y comparto piso con dos amigas.
Jessica Sánchez y Claudia Ramírez.
Jessica estaba sacándose su segundo máster mientras trabajaba en un bar de copas, cerca del centro y entre semana cuidaba de dos críos cuando no tenía las clases.
Era una chica desastre como diría yo, siempre se levantaba tarde y nunca se acordaba de las tareas en casa, era un caso a parte. Pero me gustaba mucho con la intensidad que vivía la vida.
Siempre estaba sonriendo y sabía sacarle la parte positiva a las cosas, para ella la vida era una aventura.
Y lo que más me gustaba de ella, era con la naturalidad que hablaba del sexo.
Siempre nombraba algún pene que había lamido, o con la facilidad que decía que necesitaba mojar un día más.
A mí siempre me hubiera encantado ser más abierta en esos temas, pero me costaba expresarlo de forma tan natural.
Podía envidiar a Jessica, siempre hacia lo que quería y cuando quería sin necesidad de sentirse sola o insegura.
Cada vez que íbamos al piso los viernes por las tardes, podíamos escuchar Claudia y yo como gemía de placer mientras le daban duro en su cuarto.
Yo creo que en el fondo le ponía que la escucháramos, podíamos sentir como gemía de placer.
Tengo que reconocer que a veces podia excitarme aquel tipo de situaciones y escuchar esos gemidos de placer, me hacían darme cuenta de lo penosa que era mi vida sexualmente y no es que no lo hiciera nunca, pero tampoco había experimentado demasiado.
Y Luego estaba mi mejor amiga Claudia, a ella le iban más dos buenas tetas, su novia se llamaba Agnes.
Era un bellezon, tenía un cuerpazo de escándalo y una cara preciosa.
Pecas en la cara, ojos verdosos y grandes.
Labios carnosos, pelo largo y sedoso, mirada intensa y rasgos muy definidos.
Era alta y preciosa. Y también algo misteriosa.
Claudia reconocía que no sabía en qué se había fijado en ella. Pero ahí estaban juntas, llevaban ya cinco años de relación, pero ninguna de las dos se había atrevido a dar el paso de vivir juntas.
Era todo extraño, aunque hoy en día, es de lo más normal.
Claudia era una persona de lo más sencilla, castaña de pelo, aunque sedoso y bonito, unos ojos marrón miel y una sonrisa encantadora.
Era una persona maravillosa que se preocupaba mucho por los demás.
Estaba trabajando de integradora social y acudía también a muchos eventos sociales en ayuda a los derechos humanos.
Claudia era todo lo contrario a Jessica y a mí.
Era una obsesionada con el orden y la limpieza, gracias a ella podíamos decir que nuestro piso se mantenía en condiciones óptimas.
Necesitaba tenerlo todo bajo control y se ponía insoportable cuando venía Agnes y algo del piso no estaba en su sitio y ordenado.
Lo suyo era enfermizo, pero no la culpo ,teniendo dos compañeras de piso como nos tenía a nosotras.

Y luego estaba yo, Dakota Wells.
Mi padre era inglés y mi madre española.Yo era hija única.
Mis padres se conocieron en un evento en España y se enamoraron. En un evento de trabajo, el le pidió una copa al salir de allí y en frente del mar en una pequeña cala en uno de los mejores restaurantes de Tarragona, se enamoraron perdidamente.
Mi padre se llamaba, Jonathan Wells, nació en un pequeño pueblo en el sur de Inglaterra. Sus padres no eran gente que tuvieran mucho dinero así que no se crió con muchos lujos.
Sus padres tenían una pequeña frutería y el desde bien pequeño ayudaba a sus padres todos los días allí.
Siempre había tenido claro desde bien pequeño que quería seguir el legado de ellos y montar una gran frutería en el nombre de ellos y así lo hizó.
Estudió empresariales y cuando pudó montó una gran empresa en España, Tarragona. Allí fue dónde conoció a mi madre.
Mi madre se llamaba Anna Guinardó, sus padres, mis abuelos, habían nacido en Barcelona y todos sus antepasados también. En la familia de mi madre prácticamente se hablaba catalán.
Imaginaros el trauma para mis abuelos de que mi madre se fijará en un inglés.
En la familia de mi madre, siempre habían vivido bastante bien.
Mis abuelos tenían tierras y varios negocios.
Mi padre les compró un local para montar el negocio que prometió un día que montaría en honor a los suyos.
Y allí se conocieron los dos.
Estuvieron unos años manteniendo una relación a distancia y con el tiempo mi padre acabó mudándose a Tarragona junto a mi madre.
Eran la pareja ideal, siempre los había envidiado, se notaba que se querían muchísimo y que lo suyo era real. A diferencia de las parejas de hoy en día que siempre acababan dejándolo por cualquier tontería.

Aunque yo no me podía quejar.
Yo también tenía pareja desde hacía cuatro años, se llamaba Brenda y era una chica espectacular, responsable, preciosa y sobretodo protectora conmigo.
Pelo rubio y ojos azules intensos. Todos se fijaban en ella. Pero ella solo tenía ojos para mí.
Era muy femenina y le gustaba mucho cuidarse y arreglarse.
Era tan sexy, pero por otro lado le faltaba esa parte sensual que me gustaba tanto a mi de una chica. Esa parte pícara que me ponía tanto, esa parte que me excitaba en una relación.
No era una persona muy sexual y eso lo echaba en falta, eso lo necesitaba.

Mi novia, vivía con su madre y estaba ahorrando para irnos a vivir juntas.
Teníamos muchas ganas de ello y teníamos muchos planes de futuro juntas.
Aunque mi vida a parte de eso era un desastre.

Tenía venti-ocho-años y ni si quiera sabía de que quería trabajar.
Trabajaba en una oficina escribiendo cartas modelo para empresas de publicidad y mi horario era deseado por la mayoría de personas.
Trabajaba de lunes a viernes de siete a tres de la tarde, pero era tan sumamente aburrido trabajar en ello, yo era una persona poco conformista.
Tenía el pelo largo y ojos verdes, marrones, mirada perdida y se podría decir que se me notaba que era lesbiana.
Algo basta en las expresiones pero si no gesticulaba podía pasar perfectamente desapercibida en ese sentido.
Nunca me habían gustado los chicos, tenía claro que el cuerpo de una mujer era mil veces más sexy, más excitante, más poderoso.
Con sus curvas, sus pechos. El cuerpo de una mujer tenía mucho más encanto.

Cuando conocí a Brenda tenía clarísimo que nuestra relación iba a ser para toda la vida, que era la mujer de mis sueños, me hacía tan feliz, me trataba tan bien y me sentía tan agusto con ella, que me resultaba imposible imaginar una vida sin ella.
Pero cuánto más pensaba en el tema sexual más me replanteaba mi relación.
Sabía perfectamente que Brenda era cero activa en aquel sentido y eso me fastidiaba bastante, era una parte que necesitaba en mi vida y con ella no la iba a tener jamás.
Entonces tenía que sopesar que me podía más, ¿El deseo y el sexo?¿O una pareja que me amaba, respetaba y me hacía feliz?
Todo era tan complicado, tan difícil...
La amaba eso estaba claro, pero el deseo, la excitación, el buen sexo, todo eso lo necesitaba, lo echaba en falta, lo ansiaba...
Aquella noche tuve sueños húmedos con Agnes.
Soñé que entraba en un baño con ella porque se encontraba mal y mientras aguantaba la puerta ella empezó acercarse a mis labios.
Sus labios y los míos cada vez estaban más cerca.
Podía notar como su respiración aumentaba y la mía más todavía.
Justo en aquel momento sonó la alarma.
Y cuando fui a mear estaba empapada.
Estaba tan excitada que me sentía culpable.
Pero era superior a mis pensamientos.
Yo nunca me había fijado en Agnes de aquella forma. Principalmente porque tenía novia y porque era la novia de mi mejor amiga.
Pero aquel día me toque y con muchas ganas.
Mi mano derecha entró por mis braguitas mojadas y empecé a tocarme mi coño húmedo mientras pensaba en Agnes, sentía como si ella me lo estuviera tocando con ganas, mientras sus labios y los míos se lamían, se besaban y podía notar como su lengua chochaba contra la mía. El deseo hizó que no tardará mucho en correrme.

Justo después de correrme me entró un mensaje de Brenda. Y en aquel momento me sentí culpable, pero por otro lado disfrute tanto de aquello que no pude culparme...

∆ La novia de mi mejor amiga ∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora