Mi aventura descubriendo mundo

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Cuando me subí a la moto y me agarre a la parte de atrás pude notar como me cogía de los brazos y los ponía en su cintura mientras se le escapaba una sonrisa pícara. Está chica conseguía intimidarme cosa que nunca nadie antes había conseguido.
Mientras me enseñaba los lugares más escondidos y recónditos de todo Paris empezó a explicarme su gran historia de amor y es que Léa era una romántica empedernida en todos los sentidos, pero no habia tenido suerte.
-L: Cuando me vine a París estaba destrozada con el corazón hecho en mil pedazos, ¿Se dice así no?
Yo asentí con la cabeza.
Y siguió contándome su historia.
Me dijó que se fué a París porque no podía soportar un segundo más estar en su pueblo, donde había conocido a la mujer de su vida, ella se llamaba Inés y era una mujer nómada como decia ella, le encantaba ir de mochilera por el mundo, era francesa como ella pero se había propuesto recorrer Francia a pie y sola e hizo una parada en su pequeño pueblo, Léa pensaba que las historias de amor como la suya solo pasaban en los libros o las películas, pero el caso es que a ella le sucedió.
Léa, tenía una pequeña tienda de artes gráficas allí en su pueblo y Inés entró a comprar una libreta y un bolígrafo.
Le pareció curioso que una forastera entrará a comprar una libreta y un boli, la mayoría de gente no usaba ese tipo de cosas ya, todo el mundo iba con sus móviles y tiraban más por la tecnología.
Así que le preguntó simplemente por curiosidad.
Y ella le explicó que se había propuesto recorrer Francia a pie y le gustaba anotar todo lo que hacía día a día en una libreta, le encantaba escribir cada una de sus anécdotas y hacer pequeños dibujos de los lugares que había frecuentado.
A Léa le encantó conocer a alguien como Ines y le ofreció tomarse un café y le recomendó un pequeño hostal en su pueblo para descansar del largo viaje y ahí empezó su gran historia de amor.
Al final Inés lo que fué un sitio de pasada se convirtió en su gran hogar y Léa se enamoró perdidamente de ella y su gran historia comenzó a brotar.

Con el tiempo formaron una pequeña vida en común y aunque Inés era una persona muy libre emocionalmente, amaba a Léa con todo su corazón.

Léa en su pequeño pueblo se había criado con su vecino y eran grandes amigos, pero él también era un alma libre y justo el día de su boda encontró a Sebastián su mejor amigo junto a su mujer Inés en la misma cama.
Ese mismo día se hizó la maleta y se vino para París, desde aquel día no ha vuelto hablar sobre ese tema, pero desde hace más de un año ha sido incapaz de estar con otra persona, es decir de tener una pareja estable.
Se fué con el corazón roto y a día de hoy la sigue amando con toda su alma, siempre la recuerda pero el dolor fue tan grande que el miedo hace que sea incapaz de volverse a enamorar de otra persona y de tener un gran amor.

Yo tenía veintiséis años y Léa me dijo que tenia treinta.
Entonces empecé a contarle lo que me trajo a mí por Paris.
Le expliqué la situación que tenía en mi casa con mi padre, cuando era con alguien desconocido me resultaba más fácil desahogarme porque sabía que no me iba a juzgar, le enseñé las quemaduras que me hizo de pequeña con los cigarrillos y le expliqué todo el tema de las drogas y la muerte de mi abuela.
Jamás le había contado a nadie que mi padre también me pegaba y sobretodo cuando defendía a mi madre y que por eso me drogaba.
Después de contarle aquello, conectamos de forma única y me invitó a pasar a su pequeño estudio donde vivía ella sola.
Era tan especial, tan suyo... Tenía cuadros por todas partes y plantas muchas plantas, era un lugar distinto de lo que estaba acostumbrada a ver.
Me invitó a un vino blanco y entre risas y secretos, empezamos a besarnos, a besarnos como dos personas que necesitan cariño, como dos personas que se comprenden y quieren saborearse en pleno deseo, como dos personas que anhelan la buena compañia pero que no están preparadas para amar.
Su cuerpo junto al mío, su cuerpo desnudo suave y delicado, sus pechos y sus pezones duros rozando junto a los míos, sus labios, que labios...
Su cuerpo y su coño húmedo rozándose junto al mío, el deseo de deslizarnos en el más irresistible placer de follar como dos apasionadas del buen sexo toda la noche y recordar aquel día como un buen amor de verano.
Ninguna de las dos queríamos joder aquella breve y maravillosa pequeña historia de "amor" si se podía llamar así.
Así que el día siguiente cogí y me fui destino Bélgica.
Cuando llegué allí, no podía dejar de pensar en Daka, realmente la echaba tanto de menos...
Cuando metí la mano en el bolsillo, estaba el número de teléfono de Léa y ponia en la nota.
Por si algún día quieres que nos volvamos a ver. Léa.

Cuando llegué a Bélgica me encantó y decidí quedarme varios días en un albergue donde conocí varios estudiantes e hicimos buenas migas, después de que pasarán unos días, una noche que me sentía muy sola decidí salir de fiesta con ellos para olvidar todo y acabé en una discoteca del centro de la ciudad.
Después de varios tragos, mis compañeros me ofrecieron una raya.
Yo al principio me negué pero cuando empezó hacerme efecto el alcohol me vine arriba y no pensé en las consecuencias.
Así que acepte pero con la condición de solo hacerme una, pero una fue detrás de otra y de otra...
No supe controlarme y en aquel momento me di cuenta que tenía un puto gran problema con las drogas, cuando salí de la discoteca a penas podía sostenerme en pié y a la que me giré para pagar el autobús, me acababan de robar la cartera.
Y en ese instante, me sentí que estaba súper jodida.
En aquel momento me vino un recuerdo con mi madre y mi hermana, tenía algo de suelto en el bolsillo del pantalón, podía ir a la policía, pero prácticamente no hablaba ni si quiera el inglés y no quería ser un lastre para nadie y sinceramente lo era.
El teléfono de mi madre me lo sabía de memoria desde que tenía ocho años así que busque una cabina desesperada y me costó más de una hora poder encontrar una, hasta que finalmente la encontré y marque el teléfono, estaba temblando...
Cuando llamé lo cogió rápido.

-Mama soy Agnes, mamá no llores por favor, estoy bien, solo necesitaba irme unos días, pero volveré, mamá no te preocupes dile a la tata que la quiero mucho, estoy en Bélgica, no tengo teléfono pero cuando me compre uno te llamo, lo prometo mamá...

Cuando colgué me puse a llorar desconsoladamente.

Todavía me quedaba algo de dinero y no podía sacarme de la cabeza a Daka, puede que ese dinero me sirviera para comer al día siguiente, pero me podía más el hecho de escuchar su voz...
Así que intente hacer memoria y yo no sé si alguien alguna vez se ha drogado, pero cuando vas puesto consigues descubrir otras cosas o tienes otros pensamientos que jamás tendrías yendo sereno, os juro que yo el número de Dakota no me lo sabía de memoria pero empezaron a venirme recuerdos y me vino uno donde me decía: nunca te aprenderás mi número, lo sé, pero yo instinto y en aquel instante me vino ese maldito teléfono y me lo apunte en el mismo papel donde estaba en el numero de Léa por si se me volvía a olvidar y recé por si la memoria no me habia jugado una mala pasada.
Cuando marque me puse a temblar y en aquel momento contestaron.

- Daka soy Agnes, siento haberme ido así, siento haber sido una cobarde que salió huyendo, pero no puedo volver, no olvides nunca que te quiero muchísimo.
Por su respiración sabía que era ella, pero me quedé sin dinero y se me colgó la llamada. Y me fuí de aquel lugar porque me di cuenta de que no era muy seguro.

Aquella noche intenté volver al albergue andando, pero estaba tan mal que decidí quedarme un baño de la estación de trenes.
Al día siguiente cuando me desperté fuí directa al albergue y cogí el metro, al llegar allí explique lo que me había pasado y pedí si podía hospedarme unos días hasta que me saliera un trabajo y les pagará todo lo que debía.
Pero me echaron como un perro y me prohibieron la entrada.
No tuve la suerte a ver a ninguno de mis compañeros para pedirle ayuda. Así que decidí irme al centro y pedir trabajo.
En cada cafetería o bar donde pedía trabajo me miraban de arriba abajo y me decían que de momento no buscaban a nadie.

Pero mi mala suerte cambió rápido, no sé si fue destino o casualidad, el caso es que tengo un ángel que me cuida y pensé en mi abuela.

Vi como un chico intentaba robarle el bolso a una mujer y en aquel momento me vino toda la rabia contenida y fuí detrás de él y empecé a gritarle en Español, él no entendía ni una palabra y se quedó flipando y gracias a eso se distrajo y pude pararlo.

Después de pararlo le devolví el bolso a aquella mujer.
Y justo cuando me iba de allí me paró.
-¡Ey chica, espera! ¿No me vas a dejar ni agradecerte lo que has hecho por mí?
Hablaba perfectamente el español, yo no podía creerlo, después de Léa no había conocido a nadie más que hablará español y pare en seco.
-Tranquila, lo hecho de corazón, no necesito que me agradezcas nada.
- Mi nombre es Marta y creo que te debo una comida.
-De verdad no te preocupes.
-Sí, si me preocupo, te lo debo.

Por suerte siempre quedaba gente buena en el mundo y aquel día dejé de pasar hambre y pasé el rato con una desconocida encantadora, tampoco tenía nada que perder después de todo, cuando pasas hambre y miedo, todo lo que te puede venir no puede ser peor...

∆ La novia de mi mejor amiga ∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora