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✧  A 11 meses del final

Villamil 

—  El único que no ha probado una sola gota de alcohol eres tú —le dije a Isaza, alzando la botella frente a él como si se tratara del mismísimo elixir de la vida. 

La música del bar sonaba  estruendosa y la luces de colores neon se reflejaban en el rostro de Isaza que con esa sonrisa encantadora, solo negaba y trataba de hacerse hacía atrás.

— ¿Estás loco? —me dijo. Puso su mano sobre la mía y lentamente me hizo bajar la botella.

— No me digas que tienes miedo —le dije entre risas pero en ese tono desafiante, mientras alzaba ambas cejas. 

Él no negó ni afirmó. Me quitó la botella y la volvió a dejar en la mesa.

— Los tres bebieron como si el mundo se fuera a acabar. Al menos uno tiene que permanecer alerta.

Me llevé las manos a la cara. Mi sonrisa no se iba, pero hice un gesto apretando los puños como si él me sacara de quicio.

— ¡Es que el mundo sí se va a acabar! —exclamé con esa teatralidad  que pretendía usar el último argumento para hacerlo beber—. En un año, y a nadie le va a importar si todos bebemos esta noche.

— Lo dices como si fuera un juego.

— ¿Que no lo es? 

— Deberías pensarlo mejor.

— Tienes miedo.

— No.

— ¿Qué pasa, McFly? ¿Acaso eres un gallina? —lo dije en un tono burlón, haciendo todo lo posible, a pesar de mi ebriedad, para imitar la voz de Biff a la perfección. 

Él solamente me tomó del rostro, de ambas mejillas con la firmeza suficiente para que lo mirara a la cara. Claro que lo hice. Pero la determinación en sus manos y la forma tan directa en la que esa mirada conectaba con la mía; me dejó sin ser capaz de pensar, de reirme, de reaccionar de cualquier forma. Mis labios se quedaron entreabiertos solamente mirándolo.

— Escúcheme bien —me dijo con seriedad, acercando su rostro al mío, asegurándose de tener toda mi atención… como si necesitara asegurarse—. Esta noche usted se divierte y no se preocupe de nada más porque yo lo voy a cuidar. Así que no voy a tomar ¿Me entendió?

— Sí, señor —respondí burlándome y luego incliné el ala de su sombrero hasta cubrir sus ojos. 

Él se rió y me soltó para acomodarselo. Yo me aparté y tomé la botella para darle el más grande trago. Sentía el ardor del alcohol quemando mi garganta y mis extremidades más ligeras. 

Me fui a la pista, bailando tranquilamente, acercándome a Martin y Simón. Siempre me arranca una sonrisa el ver a Simón bailando como si nada más importara y quizás realmente nada lo hacía. Solo él, solo ellos, solo nosotros. 

Martín me tomó de las manos, me jaló a la pista y comenzó a bailar pero él de una manera intencionalmente más chistosa, como si su único objetivo fuera hacernos reír. Y comencé a bailar también. 

Había muchas más personas en los bares que en las universidades. Muchas personas sólo querían pasar sus últimos días en fiestas y lugares turísticos. El bar estaba a reventar esa noche. Martín, Simón y yo, saltábamos mientras cantábamos en medio de la pista. Levanté mi mirada y me encontré con los ojos de Isaza. Él sacudió la cabeza desde su lugar pero la expresión en su rostro delataba lo bien que se la estaba pasando, aunque estuviera esperando en la mesa. 

Antes de que amanezca || ISAMILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora