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✧  A 9 meses del final

Villamil

¿Alguna vez han tenido la sensación de que no deben salir de la cama? Más allá de la pereza o la comodidad que ofrecen las sábanas, aquella mañana tenía la sensación de que no debía salir poner un pie fuera de casa, que algo muy malo sucedería si lo hiciera. Vi el reloj que marcaba las siete y media de la mañana. La alarma tampoco había sonado.

No pensaba ignorar esas pequeñas señales que me aferraban a la habitación.

Ahora tenía la costumbre de encender la radio cada mañana. Sin internet ni televisión ese era nuestro único contacto con el resto del mundo. Y las noticias no siempre eran esperanzadoras. 

“Se ha reportado un aumento de saqueos en Colombia así como en otras partes del mundo.  La seguridad también se ha visto afectada debido al incremento de asaltos a mano armada. Las autoridades recomiendan permanecer en casa salvo para las actividades estrictamente necesarias. Se suspenden las actividades  escolares para los niveles preescolar, primaria y secundaria, hasta nuevo aviso…”

Apagué  la radio. Todavía eran las siete de la mañana. Isaza seguía dormido en mi cama. Le eché una mirada y  fui a sentarme a su lado. Lo veía dormir. Aun cuando la decadencia social era cada vez más fuerte, a mi me consolaba la idea de tener a Isaza conmigo y ver que estuviera bien. Acaricié su cabello suavemente, metiendo mis dedos entre las hebras castañas. Le sonreía aunque me sentía un poco idiota de sonreírle a alguien que dormía.

Lo cierto es que antes de Isaza no me había sentido atraído por otro hombre, ni hablar de tener un novio. Y era distinto, diferente a todo lo que conocía. El tacto fuerte de sus manos, la calidez y firmeza de sus brazos cuando me rodeaban la espalda; esa manera de sujetarme como si estuviera hecho para mí. Me hacía sentir protegido y a su vez más genuino. No tenía que estar a la expectativa de cuidar de alguien más, con Isaza ambos éramos iguales y esa era una sensación increíble. 

Estaba cerca del fin del mundo, o del amanecer, como Isaza le llama. No tenía tiempo para caer en una crisis por el descubrimiento de mi orientación sexual. Yo sabía que él me gustaba cuando me besó y sabía que Isaza no es el tipo de persona que dejas pasar por tu vida sin más, sabía que Isaza se quedaría dentro de mí.

Ahora que estaba aqui en mi cama, yo me acerqué a él y le di un pequeño beso en la mejilla. Él se removió y abrió los ojos, tardó un par de segundos pero finalmente me enfocó y me sonrió. Sentí sus manos posándose sobre mi cintura. 

— Despertaste antes —luego vi sus ojos dirigirse al reloj—. Es tarde…

— No, no es tarde para nada —le dije sonriendo y lentamente fui acomodándome sobre él. 

Si pudiera asociar ese momento con colores, elegiría  el color blanco por el intenso color de las sábanas blancas al ser iluminadas por la luz del sol y que a su vez se reflejaba sobre el precioso rostro de Isaza. Creo que también pienso en el color dorado, pero no el enérgico metálico, sino el suave dorado del color de la arena, porque era el tono que tomaba la piel de mi Juan Pablo, especialmente en sus mejillas y en las clavículas.

— ¿No es tarde? —repitió con una suave sonrisa.

— No, porque no iremos a clase. Hoy vamos a quedarnos solo tú y yo aquí —le respondí y besé de nuevo sus labios.

Mi voz no dejaba un solo atisbo de duda y él lo sabía perfectamente.

— ¿Vas a secuestrarme?

— Sí.

— ¿Ah, en serio? ¿Y qué podríamos hacer tú y yo solos en la habitación durante todo el día? —me lo preguntó y apretó suavemente mi espalda, al hacerlo. 

Antes de que amanezca || ISAMILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora