Injusticias

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Llegué al colegio, todavía estaba inmerso en la conversación con papá, como un iceberg, solo parte pequeña de mis pensamientos estaban en la superficie, lo suficiente para estar atento a que no me atropellen, pero la parte más grande, seguía hundida en lo más profundo, aplastándome como una zuela a una cucaracha. Papá era la única persona que tengo en este mundo, debería contarme esos puntos tan importantes, que ya no tenía trabajo, si, al fin y al cabo, enfrentaríamos juntos esa situación, o algo que me incumbe tanto como estar investigando sobre mí. Esas voces suenan en mi cabeza y el iceberg debía estar hundiéndome como al Titanic, porque sentí una mano en el hombro, que apagó completamente mis pensamientos.

– ¿Habrá un día que no me sorprendas amigo? – dijo José, con su voz aún de niño, como si todavía no le ha llegado la pubertad, para nada combina con su altura. Hoy vino con su remera de Flash completando su apariencia de nerd.

– ¡José! ¿Qué tal? ¿Por qué decís eso?

– Encontré esto en el suelo del baño.

Las manos grandes de José empujaron hacia mi estómago mis cuadernos y útiles que dejé ayer al vaciar mi mochila buscando el antídoto.

– ¡Oh! Gracias amigo, lo olvidé completamente.

– ¿Cómo olvidaste tus cosas en el baño? ¿Haces la tarea en el baño? – dio una risa burlándose de mí.

Por suerte, antes de que tenga que dar alguna lamentable excusa, me interrumpió una vez más.

– Pensé que se hizo un agujero en tu mochila de la época de invención de las vacas, pero no tiene ningún agujero.

– Las vacas no se inventaron – dije entre risas, quitándole los cuadernos de las manos.

– Probablemente el cuero de tu mochila es la primera vaca domesticada, no creo ni que los huesos de esa vaca existan, probablemente estén fosilizados sobre una piedra.

– Vamos a llegar tarde, ya sonó el timbre – le dije empujándolo hacia su aula.

– Si querés te presto una de mis mochilas, tengo una genial de Capitán América que ya no utilizo, o una de Robin y yo utilizo la de Batman y somos un equipo genial, ¿qué te parece? – No era solamente que para mí esta mochila tenía un significado especial, recordé sus mochilas, son hermosas, pero para un estudiante de primaria. Por supuesto, hay merchandasing de superhéroes para adultos, pero estoy completamente seguro que sus mochilas, no fueron fabricados para gente de nuestra edad, que traigan consigo loncheras debería de ser una pista.

– Me parece que la vaca fósil sigue siendo la mejor opción – le respondí entre risas.

Las horas en el aula parecían no pasar nunca. Probablemente porque estaba distraído por la discusión de esta mañana con papá, ¿Por qué no me deja nada más como estoy? Tengo daños colaterales ¿y que con eso? Miles de personas tienen enfermedades crónicas y viven con ello. Ya no soy un niño, puedo verme con mis propios problemas. Está bien que quiera ayudarme, pero... ¿Perder el trabajo por eso? ¿No Comer? ¿Es... – Un fuerte golpe del libro gigante cayendo sobre mi mesa, me trae al presente, el Profesor Valdez.

– ¡Me gustaría que esté presente no solo en la lista de asistencia señor González! – Lo dijo con la cara arrugada y con los ojos fijos a los míos.

– Lo siento, Profesor Valdez– Respondí intentando eludir la mirada.

– Ayer, saliste sin permiso, Señor González, y no volviste más ¿se podría saber por qué?

– Me sentí mal profesor, tuve que ir a mi casa de emergencia.

– Oh, lo siento. De ser cierto y ponerte un castigo, estaría siendo injusto y de ser mentira yo quedaría como un idiota. Así que, hagamos lo siguiente: si responde a mi pregunta quedará libre de castigo y si no la responde el castigo lo tendrá que cumplir hoy, pero el doble. ¿De acuerdo?

RoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora