Sorpresa

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La clase de matemáticas era desarrollada por la profesora Aquino, avisaba su llegada con el ruido de sus tacones de puntas redondeadas estrellándose por el piso. Entraba y bajaba los grandes libros sobre la mesa, dejando al descubierto sus delgados brazos que parecían poder quebrarse. Su saco de vestir gris agrandaba más sus hombros, dando una apariencia poco proporcional a su cuerpo. Se ajustaba los lentes y con su voz aguda da los buenos días a todos y pedía que saquemos los libros. Las explicaciones, esta vez, parecían más difíciles de entender, mi mente parecía un barco a la deriva. Entonces, tomé mi cuaderno y escribí lo siguiente:

Resumen de la semana:

- Llegué tarde el primer día.

- Me olvidé la bata y me hacen pasar a izar la bandera con una bata ajustada de mujer y fui la burla del colegio.

- Me da un ataque de efectos secundarios y casi me muero por el camino.

- Me castigan por eso.

- Me entero que mi papá hace experimentos a mis espaldas y que a consecuencia de eso no duerme no come y perdió el trabajo.

- Amenazan a mi amigo de muerte.

Di una media sonrisa sarcástica y me apreté el rostro con las palmas de las manos luego de recordar que íbamos apenas por el segundo día y aún no había terminado. Esta tarde y posiblemente hasta la noche estaría en el colegio.

El profesor Valdez solía castigar mandando hacer un ensayo largo y complejo sobre algún tema en específico. Cuando se dio cuenta que no era un desafío importante para mí, cambió su castigo. Desde el año pasado me manda lavar los instrumentales y equipos de laboratorio. Vidrios finos, super difíciles de lavar y super fáciles de romper. El profesor Valdez es muy estricto y vigila y examina cada uno de los instrumentales, se debía hacer bien porque de no estar bien limpios pueden afectar el siguiente experimento, el castigo se extendía hasta que esté bien lavado. Eso sin contar que esos materiales son de un vidrio muy delicado que en caso de romperse (lo que hago muy a menudo pues mis manos son frías y al exponerlos al mechero de Bunsen el choque térmico... ¡boom!)

Martirizarme con el castigo que voy a tener a la noche era más fácil que pensar en lo que me había dicho mi padre. Que esté investigándome a mis espaldas, aunque sabía que sus intenciones eran buenas, se sentía como traición. Esos pensamientos tintinean como un timbre permanente en mi cabeza y me distrajo durante toda la clase. Por suerte, los demás profesores no son tan estrictos como el profesor Valdez y si no prestas atención no les importa mucho, siempre estaba inmerso en mis pensamientos así que tendría una larga lista de castigos en todas las materias, me faltaría vida para completarlo.

En un abrir y cerrar de ojos llegó la hora de la salida, el profesor Valdez me esperaba en la puerta de laboratorio. Ya remangaba la bata para empezar a lavar cuando al entrar en la puerta y que había una chica.

Pensé que tenía alguna compañera de castigo. Una chica nueva, de primer año que no conocía las normas del profe, cometió el error de ofenderlo haciendo algo completamente insignificante y me ayudaría a lavar los trastos. Pero, pronto noté que el uniforme era diferente al de nuestro colegio, supe que no era el caso.

Era una hermosa chica, difícil de calcular su edad, pero seguramente rondaba los dieciséis, de pelo castaño cobrizo, y ojos color miel, el uniforme nuevo de un colegio cheto, de los que se pagan muchísimo dinero para entrar.

- Le presento a la señorita Montiel – interrumpe el profesor- ella es estudiante de otro colegio, pero me pidió ayuda para un trabajo de investigación. Un proyecto para su colegio, le dije que usted se ofreció amablemente para ayudarla, ya que, me demostró ampliamente que tiene muchos conocimientos.

RoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora