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Desde su intento de poder asustar un poco a Suppasit las cosas no cambiaron, no había divorcio ni intención sobre ello.

Mew le había explicado un par de días después con mejor claridad el motivo del porqué se negaba a tal proceso, tenía reputación que cuidar tan simple y sencillo como eso.

Su esposo le había comentado que por su parte le daría el divorcio porque él no tenía de alguna manera tanta presión del público sin embargo su familia sí.

La familia Suppasit tenía profesiones o negocios que en cierta manera se mantenían en la vista pública y para seguir tenían que llevar una reputación limpia o al menos intentarlo algo que se empañaría con su divorcio.

Las personas podían aceptar que se amaban y que fueron víctimas de manipulaciones externas y de circunstancias claramente desfavorecedoras para su relación sin embargo no aceptarían que fueran un doncel fugado con un desconocido y un hombre que se robaba al prometido de otro.

Para ellos era mejor estar juntos que separados Gulf lo entendía, Mew le había explicado y corroborado todo con datos reales acerca de su familia incluso le mostro algunas proyecciones públicas, ellos solo podían parecer un tórrido romance o unos descarados de mierda y era más que claro que era lo que elegirían.

Esa era la razón por la cual ahora estaban en un restaurante muy exclusivo en lo que se suponía que era una cita y cuando su boca decidió guiarse ella sola sin consultar a su cerebro le había dicho a Suppasit que le pidiera cualquier cosa y bueno gracias a ello ahora tenía unos horribles cangrejos rojos y cocinados en su plato.

Podía jurar que incluso le había visto que una de sus tenazas se movió y se había dicho que si el movimiento se repetía de alguna manera el cangrejo terminaría en las partes nobles de Suppasit.

— ¿No te gusta el cangrejo? —por la forma en la que se lo preguntaba era como si él conociera esa respuesta y se burlaba de él.

—Me encanta está sumamente delicioso —bueno al parecer era el día en que su boca decidía hablar mierda por si sola.

—No lo has probado —exclamo Mew comiéndose una parte de un rico y perfecto filete.

—Se ve delicioso y por la calidad del restaurante sé que también lo está tanto que en verdad me da una terrible pena tener que comerlo —Mew lo había observado como si estuviera diciendo la mayor mentira o estupidez de su vida —Ellos tenían familia sabes y no quiero ser un carroñero que se nutre del dolor de todos esos pobres cangrejos —si era su mayor estupidez, pero él no tenía que saberlo.

— ¿Estás drogado? —Suppasit le había cuestionado con los ojos entrecerrados tomando un sorbo de su vino.

— ¡Por supuesto que no! —Gulf se había exaltado y algunas personas lo habían observado así que recordándose que estaba en una cita que debe recalcar era falsa en todo el sentido.

Recomponiéndose en su asiento coloco su codo en la mesa y luego recargo su cabeza en su mano dándole una mirada que de seguro todos pensaría que estaba enamorado de Mew, las clases de teatro en la escuela si funcionaban se dijo así mismo.

—Bueno, puedo decir que me descubriste. Adoro los cangrejos son de mis platos favoritos aunque estoy a dieta, solo frutas y verduras durante un tiempo —era una idiotez no aceptar que odiaba los cangrejos, bueno en realidad la mayoría de los habitantes del mar que fueran comestibles sin embargo por alguna absurda y patética razón sentía que debía llevarle la contraria a Suppasit, era como un instinto básico.

—Porque ponerse a dieta si tienes un cuerpo muy lindo —en lugar de sonrojarse como lo haría cualquiera Gulf le frunció el ceño y cuando pensaba decir alguna que otras observaciones un poco críticas un mesero pasó cerca de ellos y afortunadamente Mew le había pedido lo que había dicho, frutas y verduras.

Un Suppasit (MewGulf)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora