IV; Soy el mando militar

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—Alteza.

La voz de todos los soldados juntos sonó como un coro mientras se inclinaban ante la llegada de Vidarr. A pesar de las altas horas de la mañana, todos estaban ya espabilados y alineados, pues hoy les esperaba un largo día.

—Como saben, hoy tenemos la primera misión de la escuadra —puntualizó con voz firme—. Es una oportunidad para que ustedes demuestren si vinieron a algo o sólo a calentar el puesto.

—Entendido, Alteza —recitaron el resto de soldados.

—Aclaremos un par de cosas antes —continúa, paseándose por toda la fila de soldados— primero, para ustedes, desde el día de hoy, no soy "Alteza". Deben dirigirse hacia mí como Coronel.  En segundo lugar, les aclaro que desde hoy las cosas serán más complicadas para ustedes. No voy a permitir que en mi escuadrón exista gente mediocre, necesito soldados capacitados para defender mi reino. ¿Queda claro?

—Sí, Coronel.

—Bien, en marcha.

Todos se montan en sus respectivos caballos, anteriormente listos para partir. Nikos está en la tercera fila desde el príncipe, lo cual significa que debe atacar. La posición de la escuadra en las misiones es de suma importancia, pues así se define la mitad de las probabilidades de no fallar. Primera fila protege al Coronel, segunda fila defiende al Coronel, y desde la tercera fila atacan a la contraparte sin preocuparse por el Coronel, sólo por la batalla.

Naturalmente, todos codician estar en las primeras dos filas. Significa que el Coronel confía en ti, que tienes fuerza y habilidad, por ende mereces el respeto del resto. Lo que mucha gente no sabe es que son los puestos más difíciles de una batalla, porque todos van a por el Coronel... sobre todo siendo este príncipe.

En este caso, los chicos elegidos son solo los más fuertes, pero también los más lentos. Nikos no confiaba mucho en esa organización, pero se iba a concentrar en su labor. No quería pensar mucho en el príncipe. No después del baile.

Tras unas horas, llegaron a un pueblo a las afueras de Altaras que se veía medio vacío. Las puertas y ventanas de las casas estaban cerradas y todo parecía sumamente callado.

—¿Que...?

Nikos lo interrumpe con una mirada y lo hace guardar silencio mediante su dedo índice posándose en sus propios labios suavemente. El chico responsable del ruido era el último de la fila. Su nombre era Aiden. El pobre parecía despistado todo el tiempo. Afortunadamente nadie se dio cuenta del sonido, así que simplemente siguieron cabalgando en silencio.

Parecía un pueblo fantasma, incluso las flores estaban marchitadas. Cuando se bajaron de los caballos, caminaron la zona en busca de señales de población, pero no había, al menos en las calles. Nikos se desvió un poco hasta llegar a la iglesia del pueblo, que parecía desolada. Fue entonces cuando percibió un pequeño individuo escondido tras los asientos.

Cuando se acerca para revisar si había visto bien, se sorprende con la imagen de un niño en cuclillas y temblando.

—Hola —susurró el omega, buscando no alterarlo.

El niño de inmediato se percató de su presencia y su rostro palideció.

—No, no... no me hagas nada por favor... no... —tartamudeó el niño mientras se tapaba la cabeza.

—Tranquilo... soy soldado Real, todo va a estar bien.

—¡No! —grita— ¡Tú eres como esos soldados malos! ¡Como los que mataron a mi mamá y mi hermana!

Nikos queda perplejo ante tal acusación, inmóvil ante la escena. No se da cuenta cuando llega el resto del escuadrón al escuchar las voces, y observan con detenimiento el desarrollo de la conversación.

La Corona del Príncipe;; Omegaverse BL. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora