VII; Te atrapé

52 6 1
                                    

—¿Por qué hizo eso, alteza? —pregunta Nikos, aún sorprendido por lo ocurrido.

—¿Que más iba a hacer? ¿Ver cómo ese idiota se aprovechaba de ti?

—Pero fue arriesgado, hablarle así a otro rey...

—De rey solo tiene el apodo y no iba a permitir que toque a uno de mis soldados.

"Uno de mis soldados"

Hubiese hecho eso por cualquiera, no solo por Nikos. Qué absurdo se sentía.

Vidarr tenía su mano en su cara y respiraba lentamente, tratando de recomponerse. Ambos estaban en el pasillo que hay entre las dos torres del castillo de Altaras, solitarios de no ser por unas cuantas miradas curiosas de parte de los soldados.

Nikos mantuvo el silencio.

Era de noche y la brisa soplaba helada. Su mano estaba en la baranda del puente, cuando entonces Vidarr dejó ir su rostro y colocó su mano al lado de la del rubio.

—Será mejor que me vaya... —empieza a decir Nikos, en voz baja.

—¿Por qué?

La mirada de ambos chocaron. Algo en su corazón parecía afligido, roto.

—¿Por qué quedarme?

El dije del príncipe en su frente se movió despacio, recibiendo el viento con delicadeza. El silencio reinó por unos segundos que parecieron eternos. ¿Que les pasaba? Ambos en el corredor de un castillo, esperando a decirse o no palabras que no tienen sentido. No para ellos.

Nikos decide marcharse, pero por el rabillo del ojo percibe como el ojiverde alza su mano para detenerlo, sin embargo, su toque no llega jamás.

—Alteza —se escucha la voz masculina de su guardia real a lo lejos.

Ambos se voltean para identificar de dónde proviene la voz. Del ala sur, la torre donde duerme la nobleza. Drayce tenía su expresión seria, como era usual, pero también una pequeña pizca de inquietud.

—Es Ópalo. Fue herida. —completa el beta.

Nikos intentó ver la expresión de Vidarr, tal vez para descifrar mediante su reacción quién era Ópalo. Este endureció su expresión al instante y se puso en marcha de inmediato junto al guardia real, no sin antes detenerse una vez para observar a Nikos, casi diciéndole que esa conversación no estaba terminada.

Escuchó como Vidarr bramó a lo lejos "¿Quién la lastimó?".





La noche seguía fresca en la madrugada, cuando Nikos andaba por las calles del pueblo con una máscara.

Se había convencido de que solo era algo rutinario, algo para despejarse del día... algo que no tenía nada que ver con el otro chico enmascarado.

Pero ni con todas las mentiras del mundo se logra engañar al inconsciente. Nikos no llevaba saco, lo que comenzaba a renegar. Quizás era el frío lo que le tenía la piel de gallina, no quería pensar en las otras probabilidades.

De pronto noto como una sombra se deslizaba detrás suyo, precavida. No hizo movimientos que dejaran ver que él se había dado cuenta. A veces, distraer a tu enemigo con el desconocimiento es la mejor arma.

Caminaba por las calles, mientras trataba de escuchar cada paso que lo perseguía sigiloso. En cuanto percibió que el sujeto se movía con rapidez, posó su mano en su espada con la intención de desenvainarla. No tuvo tiempo de parpadear cuando un cuchillo amenazaba su garganta, dejándolo desarmado.

La Corona del Príncipe;; Omegaverse BL. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora