VI; No necesito marcar lo que es mío para que sea mío

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El entrenamiento había resultado tedioso y largo. Vidarr no estaba allí, sólo Leónidas. Al parecer, el príncipe tenía asuntos urgentes que atender.

Nikos no sabía porque eso le molestaba. El mismo había decidido no seguirlo, no continuar con lo que sea que estuviese pasando entre los dos. No quería volver a ver esa expresión triste en su cara.

Nikos iba regresando a su habitación, sin ganas de hacer nada el resto del día, hasta que se encontró con otros ojos verdes, pero estos no pertenecían a los de Vidarr, sino a su hermano.

—Majestad. —hizo una reverencia.

—Oh, Nikos. ¿Cómo se encuentra? —preguntó con suavidad, como siempre que hablaba con él.

—En perfectas condiciones, gracias por su preocupación.

Sonrió levemente y cuando el Rey iba a continuar con su camino, Nikos se despidió bajando la cabeza, pero el alfa se detuvo.

—¿Puedo pedirle un favor?



Se encontraba en una sala extensa con diferentes cuadros en esta, llena de oro y decoraciones de alto valor. El rey le había pedido que fuera a una reunión importante a la que debía atender. Le explicó que el rey de aquel reino era muy exigente y un poco... problemático. Por esto necesitaba de un buen soldado, discreto, silencioso y habilidoso. Había encontrado en Nikos esas cualidades.

Apenas permaneció unos minutos solo cuando escuchó que la puerta se abría y entraban cinco personas; El rey, su esposa, Vidarr, Drayce y quién imaginó que era el Rey.

El aspecto de este era de estatura baja y un cuerpo descuidado con sobrepeso. Se veía sucio a pesar de que no lo estaba. Su piel era aceituna y su pelo parecía castaño. Parecía porque, estaba demasiado revuelto para discernir bien la tonalidad. Sus prendas eran de color amarillo asemejando el oro, comprendió que se trataba del reino de Soulli, un reino olvidado hace mucho que casi estaba en ruinas.

A pesar de que el reino se estaba cayendo a pedazos, tenía una muy mala reputación, reconocido por sus soldados vastos y sin piedad, casi como vikingos. Podía resultar un problema a futuro si se les hace mucho de lado.

—Siga, majestad. —Pronunció Sage.

Vidarr se detuvo un instante y buscó en la habitación, encontrando la mirada del omega de inmediato y frunciendo el ceño. Miró a su hermano, que reconoció enseguida a qué se refería. No se dijeron nada, pero entendieron todo. Vidarr continuó con su camino hasta sentarse en la mesa, dándole la espalda a Nikos, que se encontraba en un pilar atento por si llegaba a ocurrir incidentes.

—Aghhh, Sage, aún tienes la mala costumbre de servir vino en las reuniones, ¡El Wishkey es mejor! —dice un disgustado rey— Le sirve a uno para despejar la cabeza, ¿no lo crees?

Sage sonríe y mira a Drayce, quien se dispone a servir el nuevo licor en el vaso del Rey de Soulli. Este se lo toma de un sorbo.

—¿Cómo podemos ayudarle, majestad? —pregunta sin rodeos Vidarr.

—Siempre al grano, ¿no es así? en eso eres igualito a tu padre. —Ríe mientras toma más de su segundo trago.

La mesa no ríe con él. Se envuelven en un ambiente incómodo y tenso.

—La propuesta es simple —continúa—, quiero un trato financiero. Como ustedes saben, mi reino ahora mismo presenta una ruptura económica bastante... grave. Necesito mejorar mi arsenal.

Sage endurece la mirada y mira a su hermano, quien mueve su anillo de forma calculada.

—Lamento que no podrá ser posible. Le hemos proporcionado dinero, majestad, dinero que no hemos visto de nuevo. —concreta Vidarr.

La Corona del Príncipe;; Omegaverse BL. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora