IX; ¿Por qué me haces esto?

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—Quítate la máscara.

Vidarr miraba impaciente al omega. Al terminar la prueba, el príncipe le ordenó que lo siguiera a un lugar apartado del castillo, donde al llegar había espetado frío como un hielo la orden.

Nikos agudiza la mirada, un poco descontento con el juez que justo le había tocado para la revelación de su identidad. Pero nada podía hacer.

Sus manos toman la máscara que aún le envolvía la cara, retirándola con suavidad.

Vidarr hizo una mueca extraña, y lo vio persistentemente.

—Alteza... —musitó Nikos después de un rato.

—Nikos. Eres tú.

Su voz sonaba rasposa, quizás un poco anhelante. ¿Por qué?

—Erm... sí... —El rubio aparta la mirada—... lamento ocultar mi identidad pero me sentía más cómodo así.

El recuerdo de su último encuentro de pronto le atormentó la cabeza.

"¿Por qué?"

"¿Por qué quedarme?"

Vidarr solía tener una expresión de confianza y frialdad con los demás, pero con Nikos las cosas se volvían complicadas y su rostro adaptaba la inseguridad.

El olor de Vidarr era como menta combinada con pino. De pronto sus feromonas rodearon el aire.

—A-alteza... —exhaló Nikos.

Comenzaba a sentirse débil.

—Nikos, ¿por qué me haces esto?

El silencio en ese instante fue tenso. La cabeza de Vidarr se recostó en el hombro del omega, que había retrocedido hasta quedar contra la pared.

¿Que estaba pasando...?

Nikos no podía continuar así. Sus propias feromonas no tardarían en salir si seguían en esa situación.

Falló al intentar alejar al príncipe, pues cuando sus verdes ojos se posaron en él su mundo comenzó a girar.

El calor era casi insoportable, intenso.

Vidarr me descubrirá.

Eso era todo lo que Nikos podía formular en su mente.

El sonrojo del pelinegro tomó por sorpresa al menor, pues era leve pero notorio en su piel pálida como porcelana.

Estaban a pocos centímetros. Podían sentir la respiración del otro sin problemas.

Cuando el ojiazul intentó hablar, de pronto su corazón se detuvo.

De pronto, los labios fríos de Vidarr estaban encima de los suyos.

Nikos había olvidado respirar. Su corazón había dejado de latir. Su cara estaba caliente. Sus manos temblaban en la gabardina que llevaba el príncipe.

Su mente se quedó en blanco.

Quizás fue por la oscuridad de la habitación por el anterior atardecer. Quizás fue el cansancio de la prueba, los nervios, la calidez, las feromonas, los géneros.

Quizás algo de eso había sido responsable de sus actos. De que Nikos siguiera el beso suave y titubeante.

Se estaba dejando llevar, se estaba dejando llevar con el príncipe.

Vidarr, quien nunca le había quitado los ojos de encima desde que pisó aquel reino tenía su mano puesta sobre su mejilla, suspirando en su boca sin ninguna vergüenza.

La Corona del Príncipe;; Omegaverse BL. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora