🌟 ; Contenido +18.
🌟 ; Traducción de oneshots.
🌟 ; Ninguno de los personajes o oneshots me pertenece, créditos totales de la obra a quanticdreams y de los oneshots a historias encontradas de Tumblr o AO3.
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Tomaste un sorbo de café en la sala de descanso junto a Tina Chen, quien en voz baja envió mensajes de texto a su teléfono. La taza de café de poliestireno calentaba tus palmas mientras escuchabas las noticias. No te habías girado para mirar el televisor montado en la pared, pero sabías que sería una actualización importante del V-106 una vez que escuchaste la voz del reportero Michael Brinkley.
— "Varias fuentes informan que V-106, el virus Android de estilo troyano, se ha extendido a más del 60% de la población desviada de Detroit. Aunque la policía está investigando la causa raíz del virus, se han logrado avances en la identificación de soluciones temporales que permitan a los androides un alivio momentáneo del virus..."
— "Sí" — Tina se burló. — "Como follar con un androide".
— "Shh" — sonreiste.
—"... dándoles a los desviados aquello por lo que entran en crisis. Nos hemos puesto en contacto con los técnicos de CyberLife para conocer otras posibles soluciones, pero no tienen nada que comentar en este momento".
Fue entonces cuando el calor de la mirada de Connor atravesó un costado de tu cráneo. Bajaste lentamente la taza de tus labios. Sabías que era él sólo por el peso de su presencia. La forma en que sus suaves ojos marrones enviaban electricidad a través de tus entrañas. Te atreviste a mirar. Connor acababa de salir de la oficina del Capitán Fowler cuando se quedó congelado en lo alto del rellano, con los nudillos blancos mientras se agarraba a la barandilla en alguna forma de desesperación por controlarse. Su LED giró en rojo.
Y sus ojos eran los de un depredador.
— "¡Connor!"— La voz áspera de Hank hizo que el androide volviera a la realidad. Se sacudió de su estupor y bajó las escaleras trotando.
Soltaste un suspiro que se había acumulado en tu pecho. Connor se había estado comportando de manera extraña los últimos días. Siempre lo sorprendías mirándote con avidez. O detenerse demasiado cerca de ti como si planeara devorarte donde estabas. Incluso lo habías pillado junto a tu escritorio, pasando los dedos por el abrigo que colgabas del respaldo de tu silla. Estaba "buscando archivos". Mierda.
