🌟 ; Contenido +18.
🌟 ; Traducción de oneshots.
🌟 ; Ninguno de los personajes o oneshots me pertenece, créditos totales de la obra a quanticdreams y de los oneshots a historias encontradas de Tumblr o AO3.
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Las mañanas se encuentran con pavor y, por lo general, con el golpe inestable de la mano que busca contra la mesita de noche hasta que silencias el maldito dispositivo de alarma. Luego, te quedas dormida una o dos horas después de la hora a la que se suponía que debías despertar.
El otro día RK900 te había informado que esta no es una manera eficiente ni saludable de empezar el día y Connor estuvo de acuerdo. A pesar de la hora extra de sueño, los miraste con irritación como si dijeras "no jodas" antes de entrar al baño.
Pero esta mañana la alarma calla.
Sin que tu lo sepas, ha sido desactivado.
En cambio, medio dormida, sientes que alguien acaricia tu cuello y sus dedos recorren tus brazos para despertarte suavemente.
— "Levántate y comienza tú día" — llega la suave y gentil voz de Connor contra tu piel.
Murmuras una respuesta y sientes a Connor sonreír contra ti mientras gira tu rostro hacia él y te salpica la cara con pequeños besos. Su mano se desliza por tu pecho, acariciando tu estómago, más allá del borde de los pantalones de tu pijama y ya puedes sentirte respondiendo mientras empujas perezosamente contra la mano que presiona contra ti.
Sus dedos se mueven ligeramente en una de tus embestidas y rozan inesperadamente las partes más ansiosas y sensibles de ti y dejas escapar un suave gemido. Comienza lentamente, trazando círculos y frotando ligeramente, la humedad se acumula y crece en la punta de sus dedos y se va por un breve momento para provocar tu entrada.
Estás empujando con más entusiasmo pero aún lentamente, todavía despertándote. Connor besa tus párpados cerrados, tu nariz, las comisuras de tus labios curvadas en una sonrisa soñolienta.
Gimes más fuerte cuando él se mueve para empujar sus dedos apenas dentro de ti, estimulándote con movimientos enloquecedoramente suaves mientras lo hace. Sus dedos se sumergen dentro de ti, cada vez un poco más profundo, y tus caderas se abren más y te agachas. Te folla perezosamente con sus dedos mientras te ayudas a alcanzar ese subidón cálido y zumbante. La fricción es deliciosa y tus embestidas comienzan a igualar sus diminutos pero devastadores movimientos.
