Leo es un chico que apesar de ser muy inteligente sabe muy poco de él.
Solo sabe tres cosas:
Que es huérfano
Que es un mago
Y que está dispuesto a descubrir el pasado.
La pieza faltante para acabar la guerra y unir a los hermanos Black.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝒸𝓊𝒶𝓉𝓇ℴ ✯
𝕯espués de más de un mes por fin había llegado el día, era primero de Septiembre y según las indicaciones de la carta debía abordar el tren.
Me costó mucho esperar tanto tiempo, me torturaba el hecho de que los días fueran tan lentos por lo que para matar el tiempo había comenzado a leer los libros que llevaría a Hogwarts.
El profesor me había dado el suficiente dinero para pedir un taxi que me llevara hasta kings Cross.
Solo me faltaba tomar mis cosas para poder irme, había empacado todo en una mochila que había comprado en el callejón diagon, era fascinante le cabían muchas cosas y parecía que no era así.
Al repasar lo que tenía que llevar a Hogwarts me di cuenta que me hacía falta mi varita.
¿Dónde está?
Escuche risas en el patio. Allí estaba mi respuesta.
Dando un largo suspiro me dirigí hasta allí, no podía conceder que se me hiciera tarde por culpa de esos tarados.
Tarados los cuáles jugaban con mi varita lanzandola de mano a mano. Al verme llegar unos de ellos sonrió alegre.
- Leonardo! Hayamos esto en tus cosas, ¿No te molesta, verdad amigo? -
- no soy tu amigo y eso lo sabes - dije acercándome - ahora, dame eso - comenzaron a reír.
- ¿Una vara? ¿Para que la quieres? ¿Acaso eres un perro? - las carcajadas se volvían más fuertes a mi alrededor.
- dámela - volví a pedir.
- si la quieres ve por ella, perro -
- no! - grite, pero ya era demasiado tarde, había lanzado la varita hasta el otro lado del patio, justo en ese momento el claxon del taxi que había llegado sonó.
Lo mire furioso, el seguía con su estúpida sonrisa, orgulloso de ser un imbecil.
No tenía tiempo para esto, solo corrí por ella cuando el claxon volvió a sonar.
- corre más rápido Leo! O no alcanzarás a irte! - las carcajadas comenzaban a martillar mis oídos al recuperar la varita y volver por mis cosas.
