Acto 03: Un Fuego para el Hogar

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Matt Myers corría por las calles de Nueva York bajo la luz de la luna mientras escapaba de los paparazzi's que le perseguían para poder hablar con él sobre su nueva inauguración de su trabajo.

Minutos antes Matt había ignagurado el viejo Orfanato, que él había hecho una donación para su remodelación, y ahora los periodistas y todos aquellos que querían un discurso o algo más le perseguían para conseguirlo y Matt que ya lo había pensado, huyó en el primer momento en el que se descuidaron.

Finalmente dobló en una esquina para adentrarse a un callejón y antes de llegar al final, se tropezó con una mujer que pasaba por ahí, Matt con sus instintos logró atraparla a tiempo y ambos se miraron a los ojos.

Los ojos rojos como el fuego y unos ojos celestes como el cielo. Ambos se miraron sin comprender nada por un largo tiempo, hasta que Matt logró salir de la hipnosis de la belleza de la mujer y se dio cuenta de la situación.

De inmediato la mujer se encendió, sus mejillas estaban rojas como un tomate y ahí fue donde Matt reaccionó. Miró sus brazos y vio el por que la mujer se había sonrojado. Matt la tenía agarrada de la cintura.

Matt soltó de inmediato a la mujer y se alejó con mucho cuidado.

—¿Estás bien? —preguntó él, luego de haberla soltado.

La mujer lo miró un gran rato mientras lo analizaba, hasta que finalmente una sonrisa apareció en el rostro de la mujer.

—Estoy bien, gracias a ti.

Matt asintió y respiró profundo.

—Es usted una belleza increíble.

Las palabras de Matt dejaron sin aliento a la pobre mujer, quien no paraba de sonrojarse.

—Gracias. —dijo en un tono muy bajo por la vergüenza.

Matt soltó una pequeña carcajada por ello. La había escuchado y le parecía muy tierna la forma en la que hablaba.

—Lo siento si la incomodé por haberla agarrado de la cintura, fueron mis instintos para atraparla.

De nuevo el sonrojo creció en las mejillas de la mujer. Ella negó con la cabeza.

—No hay problema.

—Te juro que si mi madre me viera en estos momentos, ya estaría tirado en el piso, pues ella me educó muy bien para no hacer este tipo de cosas. —dijo él ahora muy avergonzado.

La mujer le miró con brillo en los ojos y soltó una pequeña carcajada por eso. Matt le miró como si lo hubieran traicionado y ella solo se reía.

—¿Te estás riendo de mí? —preguntó él de forma divertida.

Ella asintió despacio.

—Si, es que me pareció muy tierno en la forma en la que lo dijiste.

Matt sonrió.

—Ya veo.

Estuvieron unos segundos en silencio hasta que la mujer lo rompió.

—¿Por qué corrías?

Matt la miró y se puso nervioso.

—De los paparazzi's, me estaban siguiendo.

Eso le pareció raro a ella.

—¿Paparazzi's? ¿Por que? —preguntó ella inocentemente.

Matt abrió los ojos al escucharla.

—Gente que quiere interrogarme por cada cosa que hago de mi vida. Y por que... Hace poco he ignagurado el Orfanato.

La gran Profecía: Los Semidioses Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora