CAPÍTULO |07| BIENVENIDOS AL CAMPAMENTO MESTIZO

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Perdido en mis pensamientos no había notado que mi padre no iba directo a casa, sino a una granja. Y eso solo puede significar una cosa: Los abuelos y la tía Ana. Toda mi tristeza se había ido de pronto y ahora me sentía feliz de verlos. Los extrañaba mucho.
 
Papá apagó el motor cuando llegamos a la granja y segundos después nos bajamos del automóvil y fui corriendo a la entrada de la casa para tocar el timbre. Pasaron los minutos hasta que por fin la puerta se abrió y allí estaba mi abuela.

Sin esperar ni un segundo, salté sobre ella y la abracé con fuerza.

—¡ABUELA! —exclame super feliz. Mi abuela me devolvió el abrazo muy feliz.

—Miren quién llego, si es el niño más lindo de esta casa. —me dijo la abuela.

Eso me hizo reír un poco. Cuando me separé de ella busque al abuelo, pero no le encontré en ninguna parte. Al no encontrarlo, mire a la abuela en busca de respuestas.

—¿Y el abuelo? ¿Dónde está? —pregunté.

La abuela me sonrió para que no me preocupara por él.

—Oh ya sabes cómo es tu abuelo cariño, está atrás jugando con la madera. —volví a reír por el comentario de mi abuela que tenía toda la razón.

—Hola mamá, ¿cómo estás? —saludó papá a la abuela. Segundos después se abrazaron.

—Pues bien hijo, ya sabes que esta anciana luchando como siempre —papá sonrió y entonces la abuela recuerda que aún estábamos afuera—. ¿Pero que hacen parados ahí, queridos?, pasen que estoy preparando la cena. —luego la abuela entró corriendo a la casa para dirigirse a la cocina.

Mire a mi padre y este asintió. Entramos a la casa y papá cerró la puerta. Camine por los pasillos del lugar y por todos lados miraba las fotos colgadas de los abuelos cuando eran bebés. A mi padre y la tía Ana cuando vivía en Nueva York por su trabajo de abogada. Y las fotos del ejército de mis abuelos. Todo era impresionante, mi familia era estupenda...

—Soldado Miller, me honra su presencia soldado. —la voz del abuelo interrumpió mi recorrido y sonreí feliz de verle.

Y cuando estaba a punto de saltar sobre él para darle un abrazo, lo llame.

—¡ABUEL...! —me detuve. No quería hacer eso, tenía que hacerlo mejor—. Me honra también verlo, general.

Fingí una puse de soldado serio y puse mi mano en mi frente como saludo.

La abuela entró después y nos miró a ambos, para luego negar con la cabeza y reírse.

Volví mi vista hacia el abuelo y este sonrió.

—Descanse soldado. —apenas dijo eso, deje de fingir ser un soldado y corrí hacia mi abuelo para abrazarlo con fuerza.

—¿Cómo estuvo la escuela cielo? —preguntó la abuela. Sin embargo trague saliva antes de contestar. Sabía que tenían curiosidad, pero no quería hablar de eso.

—Mmm pu-pues genial abuela. Supongo. —dije algo nervioso y busqué algo para distraerme.

—Luego les explico. —pude escuchar a mi padre decir. Minutos después la cena estaba lista y todos fuimos al comedor a comer. 

—Gracias cariño. —le dijo el abuelo a la abuela. 

—Gracias mamá, huele bien como siempre. —le agradeció papá a la abuela. Yo simplemente asentí.

La gran Profecía: Los Semidioses Prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora