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Estuvieron 3 días en el hospital, en cuanto les dieron el alta a Jack y a María, la castaña tomó sus maletas y se fué. No miró ni siquiera una vez al bebé, Joaquín intento "convencerla" de conocer a su hijo, pero ella se negó. Así que fué él quien llevó sus maletas y ella tomó el primer vuelo a Canadá.

La primera noche de Jack en la casa fué una completa tortura para el castaño, durante la tarde todo fué risas y arrullo, pero llegada la noche el llanto se desató.

Joaquín lo paseaba de un lado a otro en su habitación, y le susurraba

— Tranquilo Jack, todo está bien...hijo por favor cálmate

Pero el bebé no paraba de llorar, ya era de madrugada y no conseguía calmarlo, de pronto su padre apareció en la habitación y Joaquín con ojos cansados, sentado en la orilla de su cama con su hijo en brazos le habló en cuánto se asomó por la puerta.

— Mi vida se acabó papá  — habló exhausto

— ¿Eso crees? Espera a que te conviertas en abuelo — respondió con una sonrisa y entró en la habitación.

Se sentó junto a él y Joaquín apoyó su cabeza en el hombro de su papá, buscando una especie de consuelo

— Recuerdo el primer día en que te trajimos a casa — dijo Uberto con una sonrisa, acariciando la cabeza de su hijo — gritaste todo el maldito camino, estaba tan asustado que me pasé 3 semáforos en rojo...ese día perdí mi licencia

Joaquín lo miraba atento, mientras aún movia al bebé entre sus brazos

— Nunca me lo contaste

— Bueno, aún no eras parte del club.

Se sonrieron mutuamente y escucharon fuertemente cómo Jack ensuciaba su pañal, ambos carcajearon al ya saber que eso era lo que hacía que el bebé llorara.

Luego de unos minutos y ya limpio, el pequeño castaño de ojos verdes se durmió junto a Joaquín.









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Pasó muy poco cuándo Joaquín descubrió que nadie volvería a tratarlo igual.

Las ocasiones en que se encontraba con alguien en la calle, siempre ponían una expresión extraña al enterarse que había sido padre, sus amigos con quiénes estaba absolutamente seguro que Emilio no tenía contacto lo invitaban de fiesta, pero debido a que él siempre debía declinar las invitaciones, dejaron de hacerlo.

Intentó salir a pasear con algunos conocidos acompañado del pequeño Jack, pero nadie consideraba muy divertido a un bebé llorando mientras intentaban mantener una conversación, así que tampoco se volvió a reunir con alguien.

Su familia ahora lo trataba cómo lo que era, un joven adulto responsable de un pequeño ser humano.

El único a quién siguió frecuentando fué a Nikolás, quién lo visita cuándo no tiene que estar en la farmacia de sus padres.

Love, Joaquín // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora