SIETE

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Las escaleras de madera vieja chirrían fuertemente, mientras son pisadas por ambos para subir al segundo piso. No hay ascensor. Margott sigue teniendo unos malos presentimientos acerca de las habitaciones del orfanato y el resto en general. Pero piensa que, aunque las instalaciones no vallan a ser muy buenas, debe darle una oportunidad al cuidado que Henry va a ofrecerle, en el que ahora confía casi plenamente.

-¿Cuántos años tiene el orfanato?

-El edificio no lo sé, pero la inauguración del orfanato en sí tiene 38 años. Lo fundé cuando cumplí los 20. Era un edificio en ruinas que, con el dinero que recibí tras la muerte de mis padres y lo que gané durante esos cuatro años trabajando, reformé para para crear un lugar en el a que ningún niño huérfano le faltase un buen cuidado. ¿Por qué lo preguntas?

-No sé. Se ve como muy antiguo.

-La verdad es que tampoco hemos hecho muchas reformas en las infraestructuras desde su inauguración...

-¿Y eso por qué?

-Para invertir las ganancias en cosas que creo más importantes.

-¿Como por ejemplo...?

-Sígueme.

Margott y Henry llegan al segundo piso, el que está compuesto por un extenso pasillo lleno de puertas a sus lados y un portón algo más grande que se encuentra justo al final de este.

-¿Todas estas puertas son las habitaciones?- Pregunta la chica curiosa.

Henry no responde. Y sigue caminando firme en dirección a la puerta del final del pasillo.

Al llegar, saca un llavero de su bolsillo y busca hasta encontrar una llave de color verde claro, que tiende a Margott.

-Señorita, puede hacer usted los honores.- Margott toma la llave extrañada y la introduce lentamente en la cerradura del portón.

-Está un poco duro.

-Gira con más fuerza, anda.- Margott le pone más ganas y al fin consigue abrir la habitación.

Aparta el portón empujándolo un poco con las dos manos y, al ver la habitación, queda completamente estupefacta.

-Entra, sin miedo.

Margott da el primer paso, aún boquiabierta. La sala parece literalmente la habitación del típico millonario de una película. No es ni mucho menos como lo imaginaba.

Está dividida como por varias partes:
En una de ellas se encuentra como una mini sala de cine (con su proyector, sus sillones y hasta una máquina de palomitas al fondo del todo), en otra una biblioteca que tiene hasta cárteles con la clasificación del género de los libros, otra con una pila de juguetes para los niños más pequeños,...

-¿Margott, estás bien? Llevas paralizada casi un minuto. ¿Acaso noo te gustan mis inversiones?

-¡¿Cómo no va a gustarme?! ¡Esto parece más el hotel privado de Taylor Swift que la sala de un orfanato!

-Ja, ja, ja. Por eso tienes que aprender que las apariencias engañan. Nunca debes juzgar un libro por su portada.

-Henry, te prometo que estoy alucinando. Jamás imaginé que un orfanato pudiera ser así...

-Por supuesto que no lo imaginaste, es que "los orfanatos" no son así. Ninguno, salvo el mío.

-Increíbles inversiones, de verdad. Por cierto, ¿dónde están todos los niños?

-Ahora mismo llegan, son las 9 y 29.

-¿Llegar de dónde?

-Espera. Cinco, cuatro, tres, dos, uno...

PARA MI PEQUEÑA MARGOTTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora