Cap 11

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—Donde estaban? —pregunta Abacus

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—Donde estaban? —pregunta Abacus.

— ¿Y porque huelen
a jirafa? —pregunta Piper.

—Creo que les debo una explicación—responde Willy. —La verdad es que soy chocolatero

—Y no de cualquier chocolate —dice Nuddle.

—Del mejor del
mundo —completa Maddie.

—Ellas solo me echan porras pero.... es cierto, son exquisitos

—El plan es vender chocolates para pagarle a Fregoso —explica Maddie. —O al menos ese era el plan hasta que....

—Déjame adivinar —dice Abacus y suspira. —Tuvieron un encuentro con el jefe de la policía

— ¿Como se enteró? —pregunta Willy.

—Porque yo fui contador de De Rapiña —explica Abacus. — Algo así como una semana. Su contador de siempre estaba enfermo así que me llamaron a mi desde el otro lado del país para suplirlo. Cuando llegue parecía un trabajo normal....hasta que me di cuenta que habían dos libros de contabilidad, uno para las autoridades y otro que decía la verdad....

—¿Que decía ese
libro? —pregunta Nuddle.

—De Rapiña, Tuto Milo Robo y Pepe Hurto llevaban años aliados. Han estado diluyendo su chocolate y guardan el sobrante en una bóveda secreta que se encuentra debajo de la catedral vigilada las 24 horas por un sacerdote corrupto y 500 monjes chocoholicos. La única manera de entrar es bajar por un ascensor secreto y pasar por el ama de las llaves....una señora que no ha visto la luz del sol en años. Miles de litros de chocolate guardado que usan para sobornar, chantajear, y destruir a la competencia.

—Antes de que me descubriera el señor De Rapiña lo escuché decir que iba a guardar el libro mayor en la bóveda —Abacus terminó de contar.

Maddie y Willy se encontraban acostados en la cama vieja, todo estaba en silencio, solo se escuchaban sus respiraciones y las goteras de la habitación

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Maddie y Willy se encontraban acostados en la cama vieja, todo estaba en silencio, solo se escuchaban sus respiraciones y las goteras de la habitación.

Maddie abrazaba a Willy, su respiración era lenta, sus ojos estaban cerrados. Maddie se sentía relajada, disfrutaba estar cerca del rizado.

Willy se encontraba viendo al techo mientras acariciaba el cabello de Maddie. Willy se sentía bien. El cálido el abrazo de la chica, y su cabello tan suave lo relajaba, podría quedarse dormido en ese momento pero lo que dijo Abacus lo mantenía despierto. "Lo siento señor Wonka pero lo tienen justo donde lo quieren. No puede tener una tienda si no vende chocolates y no puede vender chocolates sin una tienda"

— Willy ¿En que piensas?—susurra Maddie.

—Solo pensaba en lo que Abacus dijo

—Ya pensaremos en otro
plan ¿si?

—Está bien

Los dos quedaron en silencio nuevamente por unos segundos

—Maddie —susurra.

—¿Si?

—Y-yo. —Willy duda un instante si decírselo a Maddie o no. ¿Será ese el momento adecuado? Se pregunta.

—Nada

—¿Que querías decirme?

—No es nada, olvídalo

—Willy

—Está bien, solo pensaba en....

Maddie se apoya en la cama con su brazo y queda enfrente de Willy

— ¿Si?

La luz de la luna que se filtraba por la ventana iluminaba suavemente sus rostros. Willy se acercó a Maddie y susurró suavemente:

—Quiero besarte de nuevo

Mientras esperaba una respuesta de Maddie, el corazón de Willy latía más rápido, la emoción y el deseo se reflejaba en sus ojos los cuales brillaban más que la luna.

Finalmente, Maddie responde un "hazlo" casi inaudible. A Willy lo recorre una sensación de euforia y nerviosismo. Su mano tiembla sutilmente mientras acaricia con ternura el rostro de la pelinegra.

Manteniendo la cercanía y la mirada fija en los ojos de Maddie, Willy acorta la distancia entre ellos, sus labios se encuentran en un beso profundo y tierno, se besan lentamente, dejándose llevar por el magnetismo de su amor recién descubierto.

Después de un momento mágico, se separan lentamente, con los labios aún rozando los del otro, saboreando la dulzura del instante.

Maddie mira a Willy y sonriendo tímidamente se acerca a él y susurra suavemente en su oído:

—Sabes, Willy, hay algo irresistible en ti. Me encanta tu aroma, me recuerda al exquisito olor del chocolate

Willy la mira con curiosidad, y pronto su rostro se pone rojo por el cumplido.

— ¿D-de verdad? Y-yo, nunca antes me habían dicho
eso —responde con una sonrisa tímida. —A mi también me gusta tu aroma —dice en un tono de voz bajo mientras siente sus mejillas arder. — Es como un delicado y dulce aroma de vainilla

Maddie estaba a punto de responder pero Willy se levantó de la cama rápidamente

— ¿Que pasa?

—recordé que no le di los chocolates que el prometí a Nuddle

Willy se acerca a la mesa para tomar su sombrero y saca el frasco de vidrio con chocolates y una piedra

— ¿Como se los darás? No puedes tirar eso de esta ventana hasta la ventana de Nuddle

—Ya veras —dice Willy con una sonrisa y camina hacia la ventana para abrirla.

Wonka y t/n (Timothée Chalamet) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora