" La chica del impermeable"

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Solía llegar muy temprano al trabajo, incluso si era lunes y el día anterior me había dormido a las 3:00 am. Yo siempre estaba allí puntual, y muchas veces llegaba antes de que apareciera la señora jessi, dueña del lugar.

Les hablo de la cafetería y pastelería Italiana "Dolce", la idea que una vez tuvo la señora jessi cuando no sabía en que invertir su dinero. Así que una mañana despertó y decidió que quería una pastelería italiana, porque le gustaban los postres, y sus padres nacieron en Molise.

Pero no se confundan, Dolce de Italiano solo tenía el nombre, porque yo no era Italiana, el resto de los empleados tampoco; los clientes no eran italianos y el postre más vendido era Americano.

Aquel lunes llegue temprano, como se pueden imaginar, a pesar de que era la segunda semana de noviembre y llovía mucho en el otoñado Boston, estuve puntual. Llene algunas bandejas de chocolate de molde en la entrada y me embriague del olor a pan de mantequilla que Albert ya estaba horneando; me coloque el delantal y el gorro para comenzar oficialmente mi trabajo.

Soy chef repostera. Amo los pasteles, amo comerlos, pero sobre todo... Prepararlos, y ver la expresión de satisfacción en las personas cuando los prueban. Es todo un placer.

- Hola, Albert ¿Qué tal la mañana?- -Salude al delgado y alto hombre con bigotes que hacia los fabulosos panecillos en Dolce.

- Sabes que no me gustan los lunes, Jennie -Dijo sin mirarme, pero aun con su característico tono amable- ¿Estuviste haciendo deporte hoy? Llovió muy temprano.

- Si, lo hice, sabes que la lluvia no me detiene; además todos parecen odiar los lunes, pero con algunos cupcakes de cereza se pueden resolver - Expresé buscando los ingredientes de dichos postres.

Debía hacer exactamente 40 para un encargo del cumpleaños 86 de la señora Parker, una de nuestras asiduas clientes y que era casi adicta a mis deliciosos y esponjosos cupcakes.

- ¿Son los de la señora Parker?- -Pregunto mi compañero y yo solo asentí con la cabeza mientras media la cantidad de harina que iba a necesitar.

-A veces creo que solo come tus cupcakes porque sus dientes no pueden hacer otra cosa-.

- Eso es muy cruel y ofensivo, Albert- -Reproche sin alzar la voz.

-Tiene como 100 años, Jennie -.

- Cumple 86 y es un amor de señora-.

- Lo dices porque ama tus cupcakes y los puede comer sin dientes -Ríe y se va con la bandeja de panes antes de que yo le pudiera responder, pero también rio de su chiste. Un chiste muy cierto.

La cocina de Dolce no era muy grande, apenas trabajábamos Albert, Frank nuestro ayudante y yo. Hace unos meses le sugerí a la señora jessi, agregar otro espacio para poder trabajar más a gusto con las decoraciones, pero esta se negó. Al igual que se niega a casi todas las nuevas sugerencias de postres.

Era un poco frustrante, pero a pesar de todo eso, existe buen ambiente en el lugar.

Pasaba mucho tiempo en aquella pequeña cocina y hacer pasteles me pone de buen humor, quizás es un efecto simbólico del azúcar y las lindas decoraciones.

No solía ser muy risueña y por mucho tiempo estuve buscando algo que me transmitiera paz. Este trabajo lo logro, pero no es lo único. Estoy en paz dentro de la cocina; viajando por carretera o incluso escalando alguna montaña, porque esa es otra de mis pasiones, los deportes extremos y actividades al aire libre.

Nada mejor que vivir con emoción porque después de todo ¿De qué otra forma vale la pena hacerlo?

Mis días fueron por un tiempo muy oscuros, y aunque ahora no los considero del todo iluminados, he aprendido a sobrellevar perdidas a lo largo de mis 28 años.

💓 En busca de sus latidos| Jenlisa Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora