"Las cosas siempre pueden ir peor"

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En la escala de días malos, los he tenido todos. Los malos, muy malos y extremadamente malos, al punto de doler un montón. Eso me ha hecho tolerante a ciertas dificultades, me ha enseñado a seguir mirando al frente.

Porque no puedes romper un alma tan fácilmente, cuando ya ha estado rota.

Aquel martes no comenzó bien. Desperté a las 6:00am; salí a hacer ejercicios por 45 minutos; desayune huevos revueltos con pan tostado, y me arregle para una cita muy importante.

La Sra. Jessi me dio la autorización de faltar aquella mañana. Ya Albert y otro nuevo ayudante, podían ir adelantando algunas cosas.

Estaba tan emocionada por aquella cita, que no me importo dejar todo regado en mi pequeño departamento. Ni siquiera estire las sabanas de la cama.

Me vi en el espejo tres veces, una vez que estaba lista. Llevaba una blusa verde; una fina falda negra por encima de las rodillas y una chaqueta modelo americana del mismo color. En estos casos dicen que se debe ir lo mejor vestida posible.

Compre café al caminar una cuadra saliendo de mi edificio. Necesitaba calmar la ansiedad con algo caliente. Boston estaba frío y comenzaba a serlo aun mas. Luego de tome un taxi a mi destino.

Al llegar al lugar, le eche otro vistazo a mi atuendo y respire profundo.

- Todo saldrá bien, Jennie, y si no salen bien… ¿Qué más te podría pasar? – Me dije para darme ánimos.

Camine al interior resonando mis zapatos de tacón. No pasaron más de 20 minutos cuando fui atendida.

- ¿Jennie Kim? –Preguntó una mujer con cara de tener problemas para ir al baño.

- Soy yo. –Me levanto alzando ligeramente la mano.

- ¿Qué hace aun allí? –Pregunta con impaciencia y molestia.

- Dijeron que iban a llamarme.

- Entre ahora o pierde su cita. –Señala la oficina que me tocaba y sin mirarla más, entre. Aunque al paso le espete un "zorra" que no escucho.

Odio a las personas que creen que pueden ir haciendo catarsis de sus miserables vidas con los demás.

Por otro lado, era injusto que siendo todo un edificio, aquellas oficinas del Eastern Bank fueran tan pequeñas. Me sentía asfixiada. Quizás mi razón de estar allí también influía.

- ¿Jennie kim? –Pregunta un hombre completamente calvo, aunque no creo que llegar a los 50 años. Yo solo asiento con la cabeza y le regalo una sonrisa cortes– Esta es su tercera cita en el año, tengo entendido.

- Así es, la última fue hace 4 meses.

- ¿Me permite sus papeles? –Pide y se los entrego con algo de torpeza.

El hombre los mira uno a uno mientras anotaba algo en su computador.

- Efectivamente tenemos sus registros, fueron analizados por el departamento correspondiente, pero me temo que tendrá que esperar otro tiempo prudente. Aun no cuenta con las referencias adecuadas para la cantidad de dinero que solicitó. –Allí estaba aquello que ya estaba cansada de escuchar.

- Pero me dijeron eso hace meses, tengo en esos documentos todo lo necesario. El prestamista, las referencias de trabajo. ¡Todo! –Comenzó mi desespero.

- No es suficiente, lo siento mucho. Puede llevarse estas recomendaciones para la próxima vez –Me entrega una hoja y, de nuevo, el resto de mis papeles. Miro, por un momento, el techo de aquel espacio asfixiante. –Puede probar el próximo año. Mucha suerte. –Termina de decir con una voz que me anunciaba que debía salir de allí.

💓 En busca de sus latidos| Jenlisa Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora