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Siempre era una carrera contrarreloj estar completamente listo antes de que Milk viniera por mí. Su puntualidad desafiaba mi necesidad de dormir un poco más y mi lentitud para prepararme y desayunar. Cómo este momento, que me encuentro en la cocina engullendo mi desayuno a toda prisa.

Mordí la tostada con rapidez, mientras mi hermana pequeña tomaba asiento a mi lado. Llevaba el cabello que había peinado ella misma suelto, el uniforme antiguo de mi hermana mayor de cuando iba a la primaria, y las zapatillas puestas al revés. Al observarla, suspiré, me levanté de la silla y me acerqué a ella para agacharme y ajustarle los zapatos correctamente.

Fleur tragó apresuradamente el trozo de pan para poder hablar. Normalmente es demasiado charlatana, como era papá.

──Los unicornios pueden cumplir deseos ──exclamó con la boca llena── ¿Lo sabías?

──Ahora lo sé ──respondí, luchando con los cordones de sus zapatos mientras ella devoraba su desayuno con prisa.

──Mami lo mencionó, pero solo si te cruzas con uno ──continuó──. Aunque no me deja salir de noche, y yo siento que siempre hay uno en nuestro jardín.

──Aún es de noche. Vamos, mira por la ventana antes que salga el sol por completo ──le dije siguiéndole la corriente, poniéndome de pie una vez que sus zapatos estaban bien puestos──. Y dile de mi parte que te enseñe a ponerte los zapatos correctamente.

──¡Claro! ──respondió inocentemente, levantando su meñique hacia mí y corriendo hacia la ventana que daba al patio, ahogando un grito una vez se asomó── ¡Allí está! ──chilló, señalando el patio── ¡Unicornio, deseo aprender a ponerme los zapatos!

Me acerqué con curiosidad por detrás de Fleur, riendo al descubrir que lo que ella veía como un "unicornio" era en realidad el gato blanco y gordo de la vecina que visitaba el patio para cazar razones en el antiguo y abandonado galpón que solía usar papá para reparar cosas. Sacudí la cabeza mientras Fleur charlaba con el gato y me encaminé hacia el fregadero para lavar los platos sucios.

Comprendo que dejar volar la imaginación es algo típico de las niñas de su edad, pero debo admitir que a veces resulta entretenido escucharla hablar de cosas fantasiosas. Tiene miedo de dormir sola, asi que su cama está pegada a la mía, y a veces necesita que le tome la mano mientras le invento cuentos para conciliar el sueño, y confieso que yo me emociono más creándolos que ella escuchándolos.

La puerta del cuarto se abrió con un susurro revelador de que alguien había llegado. Fleur giró la cabeza hacia Tu, mi hermana mayor, quien estaba terminando de retocarse el maquillaje.

──Quiero maquillarme como tú ──le dijo con un par de luciérnagas en los ojos.

──Cuando regrese de la universidad, nos maquillamos juntas ──respondió, tosiendo levemente, y luego se giró hacia mí ──. Fot, Milk me acaba de avisar que está llegando. Deja eso para después.

Asentí, sabiendo que ese "después" significaba que los platos posiblemente no se lavarían en una semana por la pereza que nos invade a nosotros, la falta de ganas de mamá y la inamovible actitud machista de mi padrastro que le impide siquiera tocar la esponja de cocina con sus manos varoniles.

Tomé una toalla pequeña para secarme las manos y me giré hacia mi hermana, quien estaba limpiando la boca de Fleur con una servilleta.

anónimamente tuyo | geminifourth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora