De camino a casa rememoro la cantidad de besos que nos hemos dado Valeria y yo a lo largo del día, después de que ella firmara el contrato. Dios. Le temblaba tanto la mano que he tenido que pedirle por favor que se tranquilizara, porque sino la firma no se entendería nada. Mi tanga aún sigue húmedo, porque la mano traviesa de Valeria ha jugado con lo que no debía y he mojado tanto mi tanga que me incomoda. Aún escucho su risa en mi cabeza y me da un poco de miedo el hecho de que no pueda dejar de pensar en ella. Hasta ahora solo me he preocupado de Martina y de mí y no he sentido la necesidad de proteger a nadie más que a Martina, pero, de repente, ha llegado Valeria a romper todas las barreras que tanto años me han costado construir y las ha sorteado como quien camina por un sendero de flores mientras mira el amanecer. Intento recordar en qué momento la dejé entrar en mi corazón y no consigo llegar a ninguna conclusión, es como si poco a poco, con calma y empatía, y sobre todo, sin que me diera cuenta, Valeria se ha adueñado de mi corazón.
Cuando llego a casa, las luces apagadas me recuerdan a ella, a cómo la invadió el miedo la noche en la que durmió aquí cuando apagué las luces antes de que subiéramos, y mi mente directamente conecta con cómo la encontré, completamente borracha y semidesnuda. Mi cuerpo recupera las sensaciones de esa noche y unas ganas de vomitar me invaden cuando imagino a Valeria siendo tocada por alguien que no sea yo. Siento el impulso de llamarla y decirle que necesito verla, pero recuerdo que me ha dicho que hoy salía a celebrar el cumpleaños de uno de los compañeros de su clase, así que me detengo y me doy una larga ducha para intentar borrar todos esos pensamientos.
Los ojos me pesan, pero decido seguir trabajando. Aún hay mucho que hacer y los aprendices siguen siendo muy lentos y cometiendo muchos errores, así que el trabajo que a ellos nos le da tiempo a hacer o el trabajo que hacen mal, tengo que hacerlo yo. Aunque tampoco me voy a quejar, al menos me distraigo y dejo a un lado esos pensamientos. En algún momento de la noche, mientras redactaba o corregía algún informe he debido quedarme dormida, pero el sonido de mi teléfono me despierta y rezo porque no sea Olivia con alguna de sus bromas.
—[¿Si?]. —Respondo adormilada.
—[¿Juls?]
—[¿Valeria? ¿Qué pasa?]. —Me despego el teléfono para mirar la hora y son las 4:45 am.
—[Juls, necesito que vengas...]. —La música está tan alta que no escucho nada.
—[Valeria, no te oigo bien con la música]. —De repente cuelga dejándome completamente desconcertada. Me llega un mensaje y es Valeria mandándome una dirección. No lo pienso dos veces, me pongo lo primero que encuentro en el armario y corro hacia el coche.
De camino llamo a Valeria, pero no me lo coge y estoy empezando a ponerme nerviosa, muy nerviosa. Algunos coches me pitan porque voy demasiado rápido y, aunque es imprudente, mi prioridad ahora mismo es llegar lo antes posible a Valeria. Millones de ideas llegan a mi cabeza y noto como mis extremidades se tensan. Me digo a mi misma que me calme, pero la idea de que haya podido pasarle algo malo me abruma. Google maps indica que ya he llegado a mi destino, pero no la veo por ningún lado y siento la respiración entrecortárseme. Salgo del coche y una ola de aire frío me golpea la cara. Me abrazo a mi misma, pero no me freno, quiero encontrarla lo antes posible, necesito saber que está sana y salva.
—¡Valeria! —Grito en mitad de la noche. No sé ni dónde estoy, está todo muy oscuro y recuerdo que Valeria teme a la oscuridad y entonces enciendo la linterna de mi teléfono. Vuelvo a llamarla y no me lo coge. La figura de dos chicos inyectándose algo en sus brazos me asusta porque no esperaba encontrar a nadie más que a Valeria aquí. ¿Se puede saber dónde coño estoy? —¡Valeria! —Grito de nuevo.
A lo lejos observo que se alza una mano y la alumbro con la linterna. Es ella, me sé su manos de memoria, la longitud y forma de sus dedos. Corro hacia a ella como si en su ubicación fuera a encontrar las respuestas que tanto me han estado rondando estos días.
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The eyes never lie
RomanceJulia Rollins y éxito son dos palabras que de alguna manera siempre han estado vinculadas o, al menos, eso es lo que parece desde fuera. Pero, ¿quién es realmente Julia Rollins? Ella se mira a los ojos, pero no se ve. Hasta que un día se encuentra e...