Capítulo 13

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Conduzco lo más rápido que puedo hasta el refugio, Valeria incluso me ha echado una bronca monumental por haberme saltado un par de semáforos y, aunque para mí es la persona más interesante del mundo, ahora mismo no puedo pensar en otra cosa que no sea Andy, mi Andy, y el Andy de ahora. Salgo del coche y Valeria me imita, sigue mis pasos y yo intento cubrirla con mi abrigo. Está lloviendo y ninguna ha traído paraguas. Corro hacia la casa número 8. En realidad, podrían estar en cualquier parte del refugio, pero mi instinto me dicen que están allí. Margarita  me ve llegar junto con Valeria y corre hacia nosotras.

-¡Ha empeorado, Julia! ¡Está muy mal! -Grita Margarita entre sollozos. Margarita se está dejando llevar por sus emociones y no va a serme de ayuda. Miro a Valeria que busca respuestas en mí sobre lo que debe hacer.

-Valeria, ella es Margarita, no te apartes de ella. -Valeria asiente y sostiene a Margarita, que del peso de su tristeza casi cae al suelo.

Atravieso la puerta y lanzo mi abrigo al suelo. Me pongo de rodillas ante Andy y lo analizo.

-¿Habéis llamado al 112? -Pregunto a Laura que está intentando apartar al resto de chicos que han formado un coro para ver qué está pasando.

-Sí, están de camino.

Abro los ojos de Andy, tiene las pupilas muy pequeñas. Me sorprende la frialdad de su cuerpo, la calefacción está puesta. Respira con lentitud y con dificultad.

-¡Andy! ¡¿Me oyes?! -Grito cerca de su rostro. Pero no obtengo respuesta, ni un movimiento de sus ojos, ni de su boca, ni de sus manos, nada. Espera. Sus manos. Sus uñas se han teñido de azul y automáticamente, como si lo esperara, mis ojos buscan sus labios que también están cobrando un todo azulado. Recuerdo a Andy, sus labios azulados, su mano fría sosteniendo mi antebrazo para no perder el equilibrio con las convulsiones, sus ojos unidos con los míos en una línea invisible, la única lágrima que su cuerpo le permitió soltar antes del último suspiro y entonces lo entiendo todo. -¡Joder! ¡Mierda!

-¿Qué pasa? -Pregunta Margarita.

-No es un ataque epiléptico, es una sobredosis.

Antes de que pueda terminar la frase, Andy empieza a convulsionar y noto como empieza a ahogarse. Intento mantener su cuerpo en la posición lateral de seguridad por si su cuerpo empezase a expulsar fluidos, pero no puedo. Se me escapa.

-¡Alicia, échame una mano! -Alicia obedece y asustada se remanga el pijama. -Voy a moverlo para realizarle la maniobra de RCP. Necesito que te sientes sobre sus piernas y y las agarres con fuerza. -Alicia sigue mis indicaciones, pero las convulsiones de Andy son aún más violentas. Necesito que alguien lo sujete por los hombros. Como si Valeria me hubiera leído el pensamiento, posa sus rodillas en el suelo y apoya todo su peso en los hombros de Andy. Este casi no puede moverse y aprovecho para hacer la maniobra. Estoy tan nerviosa que me tiemblan las manos. Sitúo una encima de la otra, entrelazando los dedos y antes de que las coloque encima de su pecho, Valeria toma mis manos.

-Tranquila Juls, lo vas a hacer bien. Este chico no va a morir. -Ese acto, simplemente ese roce de su piel con la mía me otorga la valentía suficiente para empezar.

-Uno, dos tres. Uno, dos, tres. Uno dos tres. Uno, dos tres. Uno, dos tres.

-Juls, ya has realizado los 5 primeros patrones, debes de intentar desobstruir lo que sea que no le está permitiendo respirar.

Obedezco a Valeria e inclino mi cuerpo. Utilizo las dos manos para abrirle la boca e introduzco todo el oxígeno que puedo dentro de él, pero no reacciona.

-Uno, dos tres. Uno, dos tres. Uno, dos tres. -Y vuelvo a introducirle oxígeno, pero Andy no da señales de vida. Todos parecen haberse rendido. Laura ha dejado de sujetar a los niños para sujetar a Margarita, que entre sollozos se ha tirado al suelo.

-¿Cómo ha podido pasar? Esto es culpa mía. -La oigo decir.

Miro a Alicia, que también parece haberse rendido y buscando un ápice de complicidad giro mi rostro hacia la Valeria, que continua insistente, poniendo todas sus fuerzas en los hombros de Andy.

-¡Vamos, sigue! ¡Aún no está muerto! -Grita Valeria dejando escapar algunas lágrimas y no sé si es por ella, por Andy o por mí, pero no paro. Todo lo contrario. Continuo, más fuerte que nunca, con más esperanzas que nunca y por un momento puedo ver a mi Andy sonriendo. Intento quitarme ese pensamiento de la cabeza negando una y otra vez mientras cierro los ojos.

-No es él, no es él. Andy está muerto. -Me digo a mí misma para concentrarme.

-No está muerto Julia, ¡sigue! -Me grita Valeria. Ignoro su respuesta. Ella no sabe quien es mi Andy.

-Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. -Y vuelvo a arrastrar mi boca hacia Andy.

-Déjalo Julia, no hemos podido hacer nada. -Escucho decir a Margarita. La ignoro también y continuo. -¡Déjalo de una vez! No es él, este no es Andy, Julia. Tienes que dejarlo ir.

Valeria posa una mano sobre mi hombro y como si hubiera atado cabos dice: -No pusiste salvar a otro Andy, pero a este sí. Confía en mí, sus labios están recuperando el tono normal y la temperatura de su cuerpo ha subido, no respira por sí mismo, pero no está muerto. Sigue, por favor. -Suplica Valeria.

-Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. Uno, dos tres.

-¡La ambulancia! ¡Ya está aquí! -Grita uno de los niños. Continuo haciéndole la RCP hasta que uno de los sanitarios se coloca a mi lado. Saca el estetoscopio y lo coloca sobre su pecho desnudo.

-¡Latido débil! -Grita a sus compañeros. -Continúe con la RCP, es lo que lo está manteniendo vivo. -Me dice. Obedezco a sus indicaciones. -¡Dos gramos de fenitoína! ¡Rápido! -Grita de nuevo a sus compañeros. Transportan a Andy en una camilla hacia la ambulancia.

-¿Tutor o tutora del muchacho? -Pregunta de nuevo el médico al mando.

-Yo. -Me acerco a él.

-Muy bien, puede acompañarnos en la ambulancia si quiere.

-Sí, sí, claro. -Empiezo a buscar a Valeria por la sala, no la veo, el salón está repleto de gente y no consigo verla. Una mano se alza en al aire.

-Julia, ¡aquí! -Anuncia Valeria que está junto a Alicia.

-Valeria, tengo que irme. Tu abuela, ¿tienes cómo volver? -Pregunto rápidamente mientras la cojo de las manos. Siento la mirada de Alicia posada en nosotras, pero ahora mismo no me importa nada.

-Le he pedido a su cuidadora que se quede con ella esta noche. Ve, yo te espero aquí, estaré bien. -Asiento con la cabeza en señal de complicidad y ella parece entenderlo porque imita mi movimiento.

-Luego vendré a por ti. -Digo mientras me alejo de ella en dirección a la ambulancia.


The eyes never lieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora