Llego muy temprano a la oficina, aún está el equipo de limpieza organizando la sala. La llegada de los aprendices lo ha revolucionado todo. He tenido que reordenar las mesas y trasladar la máquina de café a la planta baja. Cada aprendiz dispondrá de una mesa colocada junto a la de su mentor así la comunicación será más sencilla. Entro en mi oficina y, cruzada de brazos, observo que han colocado una mesa pequeña de madera blanca que desentona completamente con la decoración mi despacho.
-Esta mesa no puede estar aquí, Minerva.
-Señora, es la misma mesa para todos los aprendices - Dice mi secretaria.
-No está en armonía con el cromatismo de la habitación. Sácala de aquí, me daña la vista.
-Pero, ¿dónde piensa colocar a su aprendiz?
Echo un vistazo al despacho. Es realmente grande para una persona. Las paredes son grises y combinan meticulosamente con los sillones que hay pegados a la pared izquierda a la altura de la entrada, que, estos, a su vez, entran en armonía con los dos cuadros de arte abstracto situados en encima de ellos. En el centro de la habitación se encuentra una gran mesa de madera de roble que siempre intento dejar ordenada, pero nunca lo consigo. En la parte trasera de mi silla cubierta de cuero, a la derecha, hay un gran sofá con forma de L que rodea una televisión plasma. Ahí es donde suelo tomar un descanso cuando la carga de trabajo me supera y no me da tiempo a pasar por casa. A la izquierda se encuentra una gran mesa alta de cristal, rectangular, combinada con taburetes recubiertos de cuero gris.
-Ahí. -Señalo la mesa de cristal.
-Pero... - Intenta decir Minerva.
-¿Para qué poner una mesa nueva si ya disponemos de una? Además, esa es más grande.
Minerva asiente y llama al servicio de inmobiliaria para que se hagan cargo de la mesa. Me dirijo hacia mi silla y observo el desorden que envuelve el escritorio. A veces me pregunto a mi misma por qué soy así, el desorden tan solo da más trabajo, si lo tuviera todo organizado podría empezar ya con el siguiente proyecto, pero tengo que detenerme a clasificar cada uno de los documentos. Encima de todos, consigue captar mi atención la propuesta de construcción de la nueva urbanización situada a las afueras de la ciudad. Aún no he aceptado hacerme cargo de este proyecto. Bajo este montón de papeles me topo con el currículum de Valeria y me sorprendo. En la foto casi no parece ella, el brillo de sus ojos verdes casi no se aprecia y su cabello rubio miel aparece oscurecido. La expresión de su cara es completamente diferente. Aparece serena, mirando fijamente a la cámara, sin sonreír, sin mostrar ninguna expresión. ¿Es ella así? ¿Sin expresión?
Leo detalladamente las referencias de sus profesores. Todas son excelentes y su nota media es perfecta. Un 10. Todas las referencias coinciden en un aspecto: "Impulsiva". La verdad es que a mí también me lo pareció ayer. Interrumpir así, con ese tono y acusándome, perfectamente podría haberla expulsado a ella también. Sin embargo, ese carácter, esa forma de intentar ocultar su nerviosismo, de dar la cara por su compañera...
-¿Te ayudo? - Mateo me saca de mis pensamientos. Guardo inmediatamente el currículum de Valeria, como si estuviera escondiendo algo. No quiero que Mateo lo vea.
-No, puedo sola.
-Vamos, ayer te fuiste sin despedirte y no has contestado a mis mensajes - Dice caminando hacia la mesa.
-Tuve mucho lío.
-Pues espero que esta noche estés libre porque he organizado una cena con tus padres en tu casa.
-Cancelala, tengo planes.
-¿Qué planes? - Dice con tono y rostro serio.
Silencio.
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The eyes never lie
Roman d'amourJulia Rollins y éxito son dos palabras que de alguna manera siempre han estado vinculadas o, al menos, eso es lo que parece desde fuera. Pero, ¿quién es realmente Julia Rollins? Ella se mira a los ojos, pero no se ve. Hasta que un día se encuentra e...